Una reunión en las antípodas
Sánchez y Torra, polémica cita en Barcelona sin expectativas de acuerdo
Cara a cara. A las 12 en el Palau de la Generalitat. Pedro Sánchez y Quim Torra… en las antípodas. Una expresión que se utiliza en La Moncloa para definir la reunión entre los dos dirigentes. Un sapo que debe tragarse el socialista para que luego se ponga en marcha la Mesa de Diálogo pactada con ERC y condición clave para que el Gobierno de coalición subsista.
A pesar de las críticas de las derechas, esta reunión del jueves no va a ser para nada un Pedralbes II -el encuentro de diciembre de 2018-. La propia puesta en escena lo evidencia: Sánchez solo irá acompañado de la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, y además ha agendado más encuentros en Barcelona durante los dos días que estará (Ada Colau, Nuria Marín, Josep Sánchez Llibre y colectivos sociales y sindicales).
Ninguna de las partes prevé que se llegué a algún tipo de acuerdo de calado. La idea que traslada el Gobierno es que quiere tratar sobre cuestiones “cotidianas”, como las consecuencias de la borrasca Gloria. Y, además, Sánchez quiere dejar clara su voluntad de diálogo y de intento de superar el conflicto político catalán hablando.
Pero en el Gobierno, como ha reconocido la propia portavoz, María Jesús Montero, no se esperan resultados a corto plazo en ese encuentro, sino que se trabaja con las luces largas para llegar a resultados más adelante -y mirando a la mesa de diálogo-. Y, además, fuentes del Ejecutivo, vaticinan que se van a encontrar a un Torra en clave electoral.
El president catalán tiene en sus manos el botón rojo para pulsar elecciones cuando quiera: ha avanzado que va a adelantar los comicios pero que no pondrá fecha hasta que no se aprueben los presupuestos en el Parlament. Esto hace que las urnas no lleguen, como muy pronto, hasta el mes de mayo.
Torra no se fía tampoco de Pedro Sánchez, coaligado en Madrid con ERC -sus socios/adversarios-. Y siguen en su mente aquellos momentos en los que no le cogía el teléfono el socialista y el lado más duro del presidente del Gobierno durante la campaña electoral. Además de los enfrentamientos por si había condenado o no los actos violentos en Barcelona tras la sentencia del procés.
El dirigente de Junts será maximalista: tiene la intención de hablar de autodeterminación, pedir un referéndum y la amnistía de los independentistas presos. Torra lleva dos días sin actividad oficial por la intervención quirúrgica a su mujer. Pero sí ha hablado horas antes de la cita el expresidente catalán Carles Puigdemont, que mueve los hilos desde Bélgica. Su mensaje: “no renunciar a nada”.
Una de las dudas es si Sánchez y Torra acordarán la fecha para que eche a andar la mesa de diálogo. Vistas las posiciones hasta ahora, parece poco probable y podría ser pactada por el PSOE y ERC, que fueron los que alcanzaron el acuerdo ese órgano dentro de las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez.
El Gobierno intentó retrasar la Mesa hasta que hubiera elecciones y nuevo Govern, pero ha tenido que recular tras la reacción dura que tuvo Esquerra -que también está entrando en modo electoral- y una reunión en La Moncloa entre Sánchez y el portavoz republicano en el Congreso, Gabriel Rufián.
Y Sánchez llega además a Barcelona con toda la oposición pidiéndole que no se celebre la reunón al entender que Torra ya no es presidente de la Generalitat después de que el Parlament haya acatado la decisión de la Junta Electoral -respaldada por el Supremo- de retirarle su escaño. El Partido Popular ha presentado este mismo miércoles una querella contra Torra por usurpación de funciones y violar, a su entender, el Código Penal.
Los letrados de Parlament han aclarado que su posición es que Torra puede seguir al frente de la Generalitat aunque no sea ahora diputado -el Estatuto establece que para ser elegido president se debe tener escaño en el Parlament-. Y el Gobierno central mantiene que el dirigente de Junts sigue siendo el presidente y por eso se reunirán con él. El Parlament, en este culebrón político-judicial, ha aprobado un día antes de la cita recurrir ante el Supremo esa decisión de la Junta Electoral.
Pero lo cierto es que a Sánchez tampoco le apetece mucho ver a Torra. Un president que está de salida, pues no se podrá presentar en las próximas elecciones por la inhabilitación que pesa sobre él (todavía no firme) por resolución del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Además, podría ser inhabilitado totalmente si el Supremo falla durante estos meses antes de las elecciones. Esto obligaría a una sustitución temporal por parte del vicepresidente, Pere Aragonès, y la elección de un nuevo jefe de la Generalitat por el Parlament.
La posición de Torra servirá a Junts como gran pistoletazo de salida de la larga precampaña que arranca. Un partido que todavía no sabe quién será su candidato. En Bruselas Puigdemont deshoja la margarita sobre si quiere encabezar la lista, mientras en Barcelona hay muchos movimientos internos con protagonistas en la sombra como Laura Borràs, Damià Calvet, Jordi Puigneró, Marta Madrenas, Ángels Chacón… y hasta Artur Mas (cuya inhabilitación acaba el 23 de este mes).
Una de las cosas que más preocupa en el Gobierno en estos momentos es que esas elecciones coincidan con la tramitación de los presupuestos generales del Estado -la intención del Gobierno es aprobarlos antes de que acabe el verano-. Creen en Moncloa y en el PSOE que Esquerra va a recibir muchas presiones y Junts los acusará de botiflers por facilitar las cuentas de los socialistas. Los ministros llevan días diciendo que ERC debe distinguir el ámbito nacional del autonómico.
El resto de autonomías están muy atentas también a lo que pase en Barcelona. Y los ánimos están caldeados. El Gobierno ha convocado el próximo viernes a todos los responsables regionales económicos en el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) para tratar la senda de déficit. Un nuevo frente se ha abierto: el Gobierno no prevé devolver el IVA a las comunidades correspondiente a 2017 con un monto total de 2.500 millones de euros.
La pela es la pela.