Quién teme a Yolanda Díaz
Ha sido su gran día, su hito político. Le toca ahora elegir qué quiere ser en los próximos meses.
Ha sido su gran día, su hito político. A Yolanda Díaz le toca ahora elegir qué quiere ser en los próximos meses. Si la mujer que agrupe a las fuerzas a la izquierda del PSOE, enfrentándose a todos los que la temen (la mayoría, sus amigos por ahora) o pasa en letra pequeña a la rápida historia de la política. Para ello también tiene que reflexionar qué hace consigo misma, cómo se define, a quién se dirige. Socialdemócrata, comunista, de Podemos, PSOE… u otra cosa.
La aspirante a liderar la izquierda en España tiene que decidir, tras el éxito de aprobar hoy la reforma laboral en el Congreso, quiénes son sus compañeros de viaje y a quienes tiene enfrente. Yolanda Díaz ha confirmado que es una estrella que tiene estela. Durante toda la mañana ha dado una clase a sus señorías de lo que ha sucedido en este país desde que en 2012 entró en vigor la reforma de Fátima Bañez y Rajoy. Estaba en su elemento.
“He de reconocer que en todas las reuniones que he tenido (con los distintos grupos políticos) no he logrado hablar de contenidos. Frente a la ultraactividad solo he escuchado humo o proyectos personales… me entristece porque este era un momento para superar el descrédito de la política”, ha echado en cara la ministra a sus señorías, antes de desplegar a fondo los contenidos de la reforma laboral. Solo al final ha afirmado que el PNV “sí ha discutido y han sido serios desde el principio en sus razones e intenciones”.
Hoy se ha crecido, es cierto que era el tema que domina, ante el propio presidente del Gobierno que la ha aplaudido y recibido efusivamente en la bancada, al terminar su intervención, igual que María Jesús Montero a la que Díaz ha hecho guiños desde la tribuna. Mientras, el PP ha dejado el marrón a Cuca Gamarra que, más allá de defender la reforma de Rajoy, ha acabado acusando a Sánchez de que al obligar al uso de mascarillas en la calle nos está secuestrando la sonrisa. ¿Mande?
En la tribuna de invitados, los líderes sindicales Unai Sordo (CCOO) y Pepe Álvarez (UGT) han escuchado atentamente, asintiendo en varios momentos. Todo lo contrario que Gabriel Rufián, inquieto y descontento a tenor del movimiento de su cabeza, como queriendo decir que las cosas no son tal y como Díaz las explicaba. Cada vez está más extendida en la cámara la sensación de que ERC es uno de los que más teme a Yolanda Díaz.
La foto de la titular de Trabajo junto a Ada Colau como posible aliada en su plataforma de izquierdas ha puesto muy nerviosa a Esquerra. Puede quitarles votos, además no está claro dónde se sitúa el Podemos de Pablo Iglesias, con quien Rufián se entiende de maravilla. De todas formas, Gabriel Rufián ha aclarado en su intervención que su rechazo a la reforma laboral no es un drama. “Hoy no se acaba el mundo”, ha retirado dos veces, aclarando que no se rompe la mayoría parlamentaria que sujeta al Gobierno de coalición. Veremos.
Otro que no sabe bien cuánto debe temer a Yolanda Díaz es el presidente del Gobierno. Aunque la ha recibido con calor a su vuelta al escaño —Sánchez está entrenando para ser más empático—, tiene pendiente consensuar con ella cuál es el papel que va a jugar Yolanda en la articulación de una izquierda ¿cómplice? con el PSOE.
Pablo Iglesias sigue siendo el hombre que mece la cuna en Unidas Podemos y, aunque dejó a la ministra de Trabajo como su sucesora, está por ver cómo se desarrollan los acontecimientos. Acostumbrado a rodearse de agradecidos, la independencia de Díaz no gusta en el partido. Si Díaz lidera la plataforma a la izquierda del PSOE, el liderazgo de Iglesias se desdibujará, pese a que en las últimas semanas ha vuelto a ponerse al frente de la formación, con mensajes claros, activismo en redes y el deseo de plantar cara a la ultraderecha y la derecha, de forma que ocupa hueco todos los días en medios y redes sociales.
Pero ese asunto tienen que resolverlo en persona Pablo y Yolanda, según fuentes próximas a ambos. “Yolanda cada vez insiste más en que es socialdemócrata y en que no es de Podemos. Lo mismo que decía Manuela Carmena y mira la contracampaña que le hizo Iglesias y cómo acabó la cosa”, apunta un fuente común a los dos. Tanto Yolanda Díaz como Pablo Iglesias quieren ser el Gabriel Boric —líder de la nueva izquierda y recién elegido presidente de Chile— que aglutine con esperanza de gobernar a los partidos a la izquierda del PSOE.
Otra cosa bien diferente es el temor de Irene Montero e Ione Belarra, las dos mujeres ministras, al frente de Unidas Podemos y en el Gobierno. Las relaciones entre la de Trabajo y la de Igualdad y la de Derechos Sociales son aparentemente correctas y cordiales, pero nada más. Hay pasos y peleas —como actitudes de Montero y su equipo con el feminismo— que han dejado perplejo al equipo de Díaz, por la división que han producido en el movimiento feminista.
Las contradicciones de Yolanda
Pero quizá, quien más teme a Yolanda Díaz es ella misma. La vicepresidenta del primer gobierno de Coalición, ministra de Trabajo, tiene que elegir también qué rostro muestra, con que parte de sí misma se queda. Yolanda, hija de un notable sindicalista gallego y de CCOO —ella hace referencia continuamente a su padre y a su familia, como hoy mismo— se ha definido en diferentes ocasiones como “comunista”. Y sin embargo, en los últimos tiempos ya no le gusta que se la defina así, como en la presentación del libro de Piketty donde puntualizó que el carné del PCE quien lo tiene es su padre (en ocasiones dijo que lo tenía ella).
Yolanda tiene que modular no transmitir estrés a sus posibles socios, lo que no es fácil de controlar cuando las encuestas y el éxito en la tribuna te preceden.