La 'misteriosa' batalla de la acería de Azovstal: Ucrania denuncia que Rusia ya ha entrado y Moscú niega el "asalto"
Moscú, entre mensajes contradictorios, responde con el anuncio de un "cese unilateral de hostilidades" por la creación de un corredor humanitario para civiles.
En las últimas horas, la gigantesca acería de Azovstal es el epicentro militar y simbólico de la guerra. Y también, un misterio. Decididas las tropas rusas, ya sin disimulo, a tomar el último reducto de resistencia ucraniana en Mariúpol, desde este martes mantienen una ofensiva con “artillería y aviación” contra la infraestructura estratégica. Sin embargo, la sucesión de acontecimientos es extraña.
A última hora de este miércoles, Ucrania ha denunciado que las tropas rusas ya han penetrado en el territorio de la acería, que sirve de refugio a militares y, aún, cerca de 200 civiles locales. Rusia niega que se trate de un “asalto”, pero, de inmediato ha anunciado el “cese unilateral de cualquier hostilidad” para crear un corredor humanitario, de jueves a sábado, por donde evacuar a esos civiles.
Hace dos semanas, Putin frenó los intentos de hacerse con la acería para no elevar el balance de víctimas. Tras cantar victoria en la conquista de esta ciudad del sur, ahora habría dado luz verde a una operación que se antoja definitiva y en la que no solo cuentan con su poderío militar, sino que disponen de efectivos de la autodenominada República Popular de Donetsk.
En un comunicado a última hora, Defensa ha explicado que el corredor se abrirá de jueves a sábado, entre las 7:00 y las 17:00 hora peninsular española “por razones humanitaria”. En esa franja horaria “las Fuerzas Armadas de Rusia y las formaciones de la República Popular de Donetsk cesan unilateralmente cualquier hostilidad”.
No queda muy clara la actitud de Moscú en la toma de Azovstal. Mientras su ministro de Defensa, Sergei Shoigu, sacaba pecho porque las fuerzas ucranianas habían sido “bloqueadas de forma segura” a lo largo del miércoles para evitar posibles retiradas unilaterales, el portavoz del Kremlin insitía en que “no hay asalto” y que las tropas únicamente “reprimen” el fuego de la parte ucraniana.
“Hay una orden que fue dada públicamente por el comandante en jefe [Putin] de suspender cualquier asalto. No hay asalto. Vemos que hay indicios de que los militares ucranianos han adoptado posiciones de ataque, pero estos intentos se han suprimido rápidamente”, ha insistido Dimitri Peskov, citando lo que dijo el presidente el pasado 21 de abril.
Sin embargo, Kiev sí confirma ataques. Según su relato, un bombardeo ocurrido el martes provocó la muerte de al menos dos civiles, mientras que este miércoles se denuncian “intensos combates” en los alrededores de la infraestructura, enfrentamientos que se han recrudecido a lo largo de la tarde del miércoles.
La situación en el interior es dramática y las pocas novedades que llegan empeoran la percepción. De hecho, el alcalde de Mariúpol, Vadym Boychenko, ha reconocido hoy mismo “que no hay comunicación con los defensores de Azovstal; nadie sabe qué está ocurriendo ahora mismo dentro”, una señal más para la inquietud de Ucrania.
Con o sin asalto, dentro, la resistencia ucraniana se debilita, ahogada tanto por la falta de material letal como de víveres básicos. Pese a que la ONU y Cruz Roja consiguieron evacuar a 101 civiles del interior de la acería (y otros 58 de las afueras de Mariúpol), aún permanecen decenas de civiles que no han podido ser rescatados, entre ellos 30 niños. La propia Cruz Roja mostraba su decepción por no haber podido evacuar a más personas.
Siempre según el relato del Kremlin, se ha ofertado a los militares acantonados en Azovstal “deponer las armas a cambio de salvar las vidas de los civiles y darles un trato decente”, una oferta que apuntan habría sido “ignorada”, aunque Kiev no da veracidad a dicha propuesta.
Fuera, el panorama no es mejor. Mariúpol, que al comienzo de la guerra contaba con una población de alrededor de 450.000 habitantes, ahora alberga a poco más de 100.000, lastrada por la masiva salida de civiles y la matanza de ciudadanos en los más de dos meses de asedio ruso.