Qué pueden hacer los padres si sus hijos quieren someterse a una cirugía estética
Cada vez son más los jóvenes que se plantean someterse a algún retoque.
La cirugía y los retoques estéticos son una realidad cada vez más habitual entre los más jóvenes. La pandemia ha traído como consecuencia un aumento de los problemas de autoestima, provocados entre otras cosas por haber pasado un mayor tiempo pegados a las pantallas y en redes sociales.
De hecho, ya se conoce como ‘dismorfia de Snapchat’ la tendencia de retocarse el rostro para salir bien en Instagram. Estos retoques han aumentado entre los más jóvenes y, al contrario de lo que podía suceder hace diez años, ya no están limitados para personas en su madurez. Someterse a una intervención o tratamiento en edades tempranas puede llevar al arrepentimiento, como le sucedió a la modelo Bella Hadid, que reveló que se había sometido a una rinoplastia a los catorce años.
Antes de los dieciséis años, los adolescentes necesitan el consentimiento de sus progenitores o tutores para hacerse algún tratamiento, por lo que la conversación con ellos es inevitable. Los expertos recomiendan ir más allá y no quedarse en permitir o no permitir que se sometan a algún retoque estético.
“Esos padres lo que tienen que preguntar a sus hijos es por qué quieren hacerse la intervención, por qué se ven feos. Hay que centrarse en lo de dentro. Más que una cuestión de estética, es una cuestión de mirada”, explica Sergio García Soriano, psicólogo experto en psicología clínica.
Raquel L. Rubio, psicóloga y nutricionista, habla de escuchar “desde la calma valorando los motivos que le llevan a manifestar este deseo y, en segundo lugar, si fuera necesario, recurrir a apoyo de un profesional de la psicología para evaluar el caso de manera individualizada”.
Además del problema que pueda haber detrás, querer someterse a un tratamiento estético a una edad tan joven trae otros problemas por el camino. “La cirugía estética nace para reparar, pero con 15 años todavía hace falta un desarrollo físico, con lo cual no tiene demasiado sentido”, defiende Soriano que destaca que en ese momento “quizás tampoco tienen un criterio formado”. Por eso ve imprescindible tener una conversación entre padres e hijos.
Para Rubio es difícil generalizar y aconsejar a los padres sobre qué hacer cuando sus hijos les platean preguntas de este tipo, porque “cada caso es único y especial”. “En general, antes de someternos a cualquier tipo de intervención de estas características, sería aconsejable valorar la idoneidad de la misma desde una perspectiva psico-física. Valorando la capacidad, los riesgos y beneficios de someternos a dicha intervención”, recomienda la psicóloga, aunque para ella “no debería ser la opción de referencia”.
“No podemos olvidar la importancia de la labor pedagógica y la psicoeducación. La aceptación corporal, es la asignatura pendiente en la educación de los jóvenes. No debemos obligarles y pretender que les guste todo de su cuerpo, debemos educar en que puedan tolerar la incomodidad que supone no alcanzar los cánones de belleza actuales”, insiste Rubio.
Cómo identificar complejos y frustraciones
Los deseos de someterse a un tratamiento de medicina o cirugía estética pueden ser consecuencia de un fuerte complejo o una frustración que hace la vida de las personas más difíciles. Para los padres, en ocasiones pueden pasar inadvertidos, pero pueden fijarse en algunos comportamientos para darse cuenta de si sus hijos están sufriendo.
“Los padres tienen que estar pendientes de frases permanentes sobre el físico, de comparativas en negativo con sus amigos o su entorno”, señala Sergio García. Para él, en ese momento hay que “encender la señal de alarma, para comprender y hablar”.
Para Rubio, hay que proporcionales “un espacio seguro de comunicación y escucha activa donde se validen sus sentimientos sin prejuzgarlos”, y también pide fijarse en cómo hablan de su cuerpo y “si existe alguna conducta de evitación”, como no ponerse ciertas prendas como un pantalón corto o no querer ir a la playa. También prestar atención a si se usan “trucos de belleza de manera obsesiva o si la inseguridad corporal comienza a salpicar su conducta alimentaria”. Ante todo, la psicóloga recomienda buscar asesoramiento especializado y ayuda profesional.
Sergio García también recuerda que “la imagen corporal no es algo estático, es algo dinámico, va cambiando”, y por eso hay que pensárselo dos veces antes de someterse a una intervención. “Tuve una paciente de 18 años que me dijo en una sesión: ‘Me puse pecho, pensé que me iba a sentir mejor y no era para tanto’. Ponen todas sus esperanzas en una operación, pero no es una cuestión estética, es de autoestima. Y a veces es una cuestión de gustar a otros, no a sí mismos”, reflexiona el psicólogo sobre este tipo de pensamientos en la adolescencia.
¿Una cuestión de moda?
“Hay una parte relacionada con que es una moda, lo ven en sus amigos, en la televisión, en sus influencers de referencia...”, relata García. Esto es especialmente notable con los tratamientos invasivos, que en ocasiones no son más que un pinchazo que dura unos minutos como en el caso de baby bótox o de los rellenos de ácido hialurónico. “Lo veo, me apetece, no sé muy bien lo que es, no hay que ir al quirófano, no tienes que dormirte, entonces... Están haciendo muy bien el marketing, porque es verdad que exige menos compromiso, pero no deja de ser una intervención”, advierte el psicólogo.
Para Rubio, “no parece muy sensato” que un adolescente se someta a este tipo de retoques antiaging y tampoco lo ve como una solución. ”El pinchazo no enseña al adolescente a habitar su cuerpo, tampoco valida la frustración que pueda llegar a sentir a causa de su aspecto físico y no le enseña a tener una relación armoniosa con su cuerpo. Un pinchazo puede enseñar al adolescente a asumir una imagen estereotipada de la belleza” , sentencia la psicóloga sobre los rostros que vemos en redes.
Sergio García también advierte del riesgo de someterse a un tratamiento para acercarse al tipo de cara o de cuerpo que predomina actualmente. “El canon de belleza cambia y entonces, ¿qué hacemos? ¿Cambiamos cada vez que cambia el canon? Tampoco hay que desdeñar por completo la cirugía estética, pero no tiene que ser el recurso fácil”, defiende el psicólogo.