Qué hay detrás de la veneración a ciertos líderes políticos hagan lo que hagan
Una mirada desde la psicología y la antropología al ‘otro’ drama del PP.
Ironías del destino. El día que el expresidente estadounidense Donald Trump lanzaba su propia red social –Truth [Verdad]– tras ser vetado en Twitter y Facebook, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, hacía estas declaraciones: “No puede ser gratis causar este perjuicio, haberme robado mi presunción de inocencia tras 18 años en la casa y que mi familia reciba este trato”. Fue el lunes, 21 de febrero, un día después de que unas 3.000 personas se reunieran ‘espontáneamente’ frente a la sede del PP para apoyar a la presidenta madrileña y pedir la dimisión de Pablo Casado, y tres días después de que la propia Ayuso reconociera que su hermano cobró 55.850 euros más IVA por gestionar una compra de mascarillas en lo peor de la pandemia. (Esta semana, la Comunidad de Madrid admitió que la cifra ascendía a 283.000 euros).
Entre los muchos paralelismos que podrían hacerse entre Ayuso y Trump –salvando las distancias–, aquí destaca el victimismo: la capacidad para dar la vuelta a una historia y presentarse a uno mismo como víctima. La ‘verdad’, para Donald Trump y millones de sus seguidores, es que él ganó las últimas elecciones en Estados Unidos pero los demócratas alteraron los votos y las redes sociales convencionales lo están censurando. La ‘verdad’, para Díaz Ayuso y muchos de sus simpatizantes, es que ella está siendo víctima de una campaña para derribarla por sus buenos resultados electorales.
Visto lo visto, su ‘verdad’ es mucho más verosímil que la de Trump, pero omite el hecho de que la Fiscalía Anticorrupción está investigando el famoso contrato por posibles “tráfico de influencias”, “malversación de caudales públicos” y “cohecho” y de que, legal o ilegal, conceder una elevada comisión a un familiar por un contrato a dedo es, como poco, “no ejemplar”, como dijo Casado. Estos detalles han sido completamente obviados por el Gobierno de Ayuso –y por lo que queda del PP–, pero sobre todo por el fenómeno fandom que aúpa a la presidenta madrileña.
“Los que me siguen van a seguirme haga lo que haga”
El día que la dirección del Partido Popular abrió un expediente a Díaz Ayuso por las presuntas comisiones a su hermano –que cifró en 286.000 euros–, decenas de personas se dieron cita en Génova, 13 para pedir las ‘cabezas’ de Casado y su entonces secretario general, Teodoro García Egea. ¿Y no hubo protestas por el contrato turbio de los Ayuso? Ni rastro de ellas.
Desde fuera (Twitter), algunos vieron paralelismos con las imágenes de Cristiano Ronaldo o de Messi firmando autógrafos justo antes de sus juicios por fraude fiscal, y con una de las célebres frases de Donald Trump antes de ser elegido presidente: “Podría disparar a la gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”. Los expertos en psicología, politología y antropología consultados por El HuffPost sobre esta cuestión refrendan la visión de los tuiteros.
“Con Isabel Díaz Ayuso vemos el trumpismo a la española”, afirma Guillermo Fouce, profesor de Psicología Social en la Universidad Complutense de Madrid. Y abunda: “Trump es el presidente estadounidense que más ha mentido a lo largo de su Gobierno, pero da igual, porque genera tal nivel de adhesión que eso no ha minado su credibilidad entre sus seguidores”. Para Fouce, “estas figuras cambian todas las reglas del juego” y, en el caso de Ayuso, ocurre “algo muy parecido”.
“Es esta sensación de ‘los que me siguen van a seguirme haga lo que haga’”, prosigue el psicólogo. “Lo hacen de una manera muy emocional, muy poco racional, en la que cualquier ataque se convierte en una defensa. El acusado o acusada le da la vuelta y se pone en el lugar de víctima, y entonces dice que le están atacando para impedirle hacer lo que quiere hacer”, describe. La repercusión mediática de estos líderes es tan “brutal” que sacan rédito siempre que se hable de ellos, ya sea bien o mal, razona Fouce.
Un “fenómeno fandom” reforzado por las redes y el marketing
Miquel Pellicer, antropólogo y periodista, también observa semejanzas entre los fenómenos Trump y Ayuso. En Estados Unidos “el trumpismo se ha comido el republicanismo”, y en España podría estar ocurriendo algo similar dentro del Partido Popular, indica Pellicer, que describe estas dos figuras políticas como “personajes con unos personalismos que polarizan mucho: o los odias o los amas”. “Este fenómeno fandom está reforzado por las redes sociales, por los medios de comunicación y por el marketing político”, dice.
Ernesto Pascual, doctor en Ciencias Políticas y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), también ve elementos de fanatismo y populismo en estos casos. “Tanto alrededor de Trump como de Ayuso se ha fomentado una cultura pop y un componente populista, de iconografía”, explica. Pascual alude, además, a la actual “polarización política” y a la búsqueda por parte de la población de “referentes alfa, sean hombre o mujer”: “Líderes duros, fuertes, más aseverantes que dialogantes, que sueltan frases rotundas sin necesidad de refrendarlas”, describe.
Con ellos coincide Guillermo Fouce: “Este fenómeno tiene que ver con la psicología de la comunicación que están creando, y con las redes sociales”. “Estos líderes están muy protegidos de cualquier crítica o cuestionamiento y tienen tomada la agenda. Luego, tienen un ejército de seguidores que salen a la calle con pancartas en cualquier momento, respaldándoles ante todo”, apunta. “Se trata de construir una conspiración que les permita hacer casi cualquier cosa”.
La política, construida desde “la polémica y los personalismos”
De este modo, “la política se construye a partir de la polémica y de los personalismos, no de los programas”, lamenta Pellicer. Por eso importa poco lo bien o lo mal que gobiernen estos líderes, pues el vínculo hacia ellos se ha tornado emocional.
“Hay mucho de emocionalidad en esta cuestión”, ratifica Guillermo Fouce. “Uno tiene la impresión de que da igual lo objetivo, de que esto tiene sólo que ver con las emociones”, señala el psicólogo, que considera este fenómeno “muy de nuestro tiempo”, en el que “los seguidores no van a atender a razones y están totalmente entregados a su causa”, remacha.
A juicio de Fouce, Ayuso maneja muy bien la puesta en escena, los tiempos y “el espectáculo”. En sus intervenciones “tira de una aparente espontaneidad que le da credibilidad, cuando en realidad sus gestos son muy cuidados y orquestados”, sostiene el psicólogo.
Miquel Pellicer también alaba la “inteligencia” del equipo de Díaz Ayuso a la hora de presentarla. Según su parecer, Ayuso busca dar una imagen “entre Agustina de Aragón –nuestra Juana de Arco– y una Virgen doliente”, sugiere Pellicer, apelando así al “bagaje cristianocatólico” español y mostrándose como “líder fuerte” y víctima al mismo tiempo.
“Estoy sufriendo un cruel ataque político en el que se me ha negado la presunción de inocencia”, “se están destrozando familias sin pruebas”, dijo una compungida Ayuso este lunes en uno de los muchos actos que tenía programados y en los que fue religiosamente aclamada.
Victimismo y posverdad
El relato “totalmente victimista” de Isabel Díaz Ayuso es, para Ernesto Pascual, clave en esta historia. Considera el politólogo que líderes como la madrileña y como el estadounidense Donald Trump siguen anclados “en la política del relato” y en lo que también se ha llamado “posverdad”. “Construyen un relato que mezcla cosas ciertas con maquinaciones, bulos y mentiras” y lo presentan como la realidad, aderezada con algo de “victimismo”, excepcionalidad y “misticismo”, razona Pascual.
Así, por ejemplo, “ha calado la idea de Ayuso como representación de cierto nacionalismo madrileño, de cierto procesismo catalán pero en Madrid, con ese relato de Madrid como una zona libre, como si el resto no lo fuera”, señala el politólogo. Ayuso ha creado “un relato de nacionalismo madrileño que apela al orgullo y crea a un enemigo que son los demás”, en el que ella se presenta como “víctima de ese enemigo”, sea interno o externo.
¿Cuánta corrupción tolera la sociedad española?
Por otro lado, y a la espera de que la Justicia determine si hubo o no corrupción en el contrato que favoreció a Tomás Díaz Ayuso por conseguir mascarillas durante la pandemia, Ernesto Pascual señala otro elemento que podría explicar el abrumador apoyo que está recibiendo la presidenta madrileña estos días, al margen de toda polémica. “La tolerancia a la corrupción en política es la misma que tenemos como sociedad, y en España el listón está muy bajo”, dice.
De este modo, razona Pascual, “los políticos nacen de la cultura de aprovecharse”. “Ellos son un reflejo de la cultura política y de la moral y la ética de la sociedad, y la sociedad española, o una parte de ella, es corrupta, elige líderes corruptos y los mantiene”, sentencia el politólogo.