Dentro de la crisis del hielo que sufre España
Cuál es el origen de una escasez que ha obligado a los supermercados a racionar la venta y que provoca un alza exagerada de precios en los pocos sitios donde hay hielo disponible.
No hay hielo para refrescar España. Las empresas distribuidoras y el sector hostelero buscan cubitos de agua congelada hasta debajo de las piedras, mientras los fabricantes se ven obligados a rechazar pedidos porque no tienen producto con el que responder a la demanda. En plena ola de calor y en el apogeo de la temporada turística, el tintineo de los hielos en los vasos se ha convertido en un sonido de lujo.
Un recorrido del equipo de El HuffPost por varios supermercados de grandes cadenas en Madrid muestra que los problemas de suministro son reales y que los particulares tienen dos opciones ante la situación: o bien resignarse o bien recurrir al circuito de pequeñas tiendas de alimentación que atesoran todavía algunas bolsas de hielo y las venden, eso sí, a precios que pueden llegar a duplicar los de hace solo unas semanas.
Esta carestía no va a desaparecer en el corto plazo, según las fuentes del sector consultadas para este reportaje. Los portavoces de la primera y la tercera empresas más importantes de España en fabricación de hielos apuntan a que todo empezó en mayo y que la situación seguramente no se solucionará hasta mediados de septiembre.
Racionamiento en supermercados y precios disparados en tiendas
En redes sociales circulan desde hace varios días imágenes en las que se puede apreciar carteles de “no hay hielo”, neveras de supermercado vacías y gente llevándose muchas de estas repentinamente valiosas bolsas. El HuffPost ha comprobado, en varias tiendas de Madrid de algunos de los principales supermercados que operan en España, que no disponen de hielo o tienen muy poca cantidad.
En las tiendas de Mercadona -que ya expone carteles de limitación en la compra de hielo-, Supercor o Lidl visitabas no había cubitos. En Carrefour Express apenas quedaban unas pocas bolsas.
Algunos compradores intentan restarle importancia a la “crisis del hielo” y apuntan a que “esto es como el papel higiénico, en unos días se les pasa”, pero otros critican la limitación de venta (Mercadona, por ejemplo, solo permite la compra de un saco o cinco bolsas por cliente) y se lamentan por la falta de previsión. “No es normal que con este calor no hayan previsto aumentar el suministro”, comenta un cliente.
Una trabajadora de Supercor nos cuenta que “el último cargamento llegó hace unos días”. Igual que en el caso de Mercadona, no hay bolsas de hielo por ningún lado. “Me han preguntado hoy varias personas por los hielos y realmente no sé si quedará algo”, continúa. Una frase que deja entrever la gran cantidad de usuarios que andan en ‘busca y captura’ de estas bolsas de hielo.
El problema también se extienda a la cadena alemana Lidl. No, tampoco hay hielo. Sin embargo, según un responsable del establecimiento visitado “llegan camiones todos los días”. Un mensaje de optimismo que rápidamente enfría el empleado: “No es posible afirmarte que mañana vaya a haber”.
El caso de los tres supermercados anteriores choca directamente con el Carrefour Express visitado, el único que sí tiene a la venta bolsas de hielo, aunque a precios un poco más elevados que los de su competencia.
Y es que precisamente esta escasez está afectando a los precios de venta, pero no solo a los de grandes superficies comerciales. El propietario de una pequeña tienda de alimentación lo explica de manera rápida y sencilla: “la gente pide mucho hielo y hay poco, los precios suben”. Termina diciendo que “ahora cuesta 2,20 euros la bolsa de hielos, pero la semana que viene puede ser 2,50 euros”. Antes el precio era de 1,40 euros.
La crisis, en realidad, empezó en mayo
La falta de hielo viene dada por uno de los principales problemas que atraviesa la economía española. Las causas de esta suerte de ‘cóctel’ desafortunado radican en el elevado precio de la electricidad que se registra a nivel europeo desde comienzos de año, pero también en otros aspectos a priori positivos, como la recuperación de las actividades de ocio tras el fin de las restricciones de la pandemia en primavera, que ha generado un pico de demanda.
“Nos han llamado de todos los sitios a nivel de España y lamentablemente hemos tenido que decir que no”, explica a El HuffPost Juan Rosa Ortega, responsable de administración de Hielo Samoyedo, una de las tres mayores empresas de producción de hielo del país. Las peticiones no han dejado de llegar a esta firma con base en Jaén, pero la realidad es que no pueden aceptar nuevos encargos, puesto que “los clientes habituales están pidiendo el triple que el año pasado”.
Ortega fija el inicio de esta problemática en el mes de mayo, pero asegura que los motivos que han llevado a esta vienen incluso desde el pasado invierno. “Se han dado varios factores, llevamos dos meses con muchísimo calor y hay una gran llegada de turistas”, expone para señalar la principal clave, la imposibilidad de las pequeñas empresas del sector de almacenar el hielo producido ante el aumento del precio de la luz, pero también de materiales como el plástico.
“La pequeña empresa, ante la situación de incremento de precios, no se ha arriesgado a almacenar el hielo”, detalla, puntualizando que a esto se suma la incertidumbre que por aquel entonces existía de si se mantendrían las restricciones para frenar la crisis sanitaria de la Covid.
El responsable de administración de esta compañía reconoce que “España está consumiendo el mismo hielo prácticamente que en 2019”, pero “con la producción diaria es imposible que se pueda abastecer”. Precisamente, influye la composición del sector en nuestro país, asegura, conformado por “tres o cuatro empresas muy grandes, una veintena de medianas y más de 700” con pequeña producción, cercana a “tres palés diarios”.
Ortega también explica cómo les ha afectado el golpe económico en Hielo Samoyedo, puesto que han subido el coste en un 30%, aunque reconoce que debería ser del 100%, en consonancia con el aumento de gastos que deben afrontar. “Lo que estamos intentando es mantener al cliente por encima del objetivo económico”, precisa. La previsión que manejan, “por lo menos en Andalucía”, es que el suministro esté restablecido al 100% para la segunda quincena de septiembre.
Además, el profesional de Hielo Samoyedo da con otra de las consecuencias de este escenario, como la de distribuidoras que se ven obligadas a recurrir a comprar hielo en gasolineras para no perder a sus clientes, lo que genera una resubida de precios del producto. “Indirectamente, las grandes empresas están soportando también el déficit de las pequeñas”, anota.
Las cuentas no cuadran
Se trata de un diagnóstico muy similar al que realiza el director general de Procubitos Europe, Fernando Plazas, el mayor productor de cubitos de hielo de España. En declaraciones a EFE, el responsable de la empresa que supone el 22% de la capacidad nacional, reconoce que esta “tormenta perfecta” todavía va a empeorar y “la semana que viene va a ser criminal”.
Según explica, por cada palé que entra en las cámaras frigoríficas de almacenaje se pagan 3 euros, más otros 3 euros para sacarlo, a los que hay que sumar 50 céntimos diarios de almacén. “Eso hace que el precio del hielo se multiplique por dos o por tres y por eso las empresas vieron que no les compensaba almacenar”, esgrime Plazas.
El director general de Procubitos Europe retrata la situación en una sencilla operación matemática. Se producen unos 2 millones de kilos de cubitos de hielo diario y lo habitual es que en primavera se almacenen otros 2 millones de kilos diarios para satisfacer la demanda estival, habitualmente cuantificada en 4 millones de kilos al día.
Esta situación afecta en mayor medida a las empresas de distribución. “Estamos sufriendo todos”, explican a El HuffPost desde la firma Hielo Barcelona BV, comentando que “hay mucha más demanda”, pero lamentando también que al recibir menos hielo de las fábricas “el cliente tiene que entenderlo y lo entiende, aunque me sabe mal por ellos”.
Desde esta firma catalana reconocen que tienen un “promedio de más de 50 llamadas al día”. Al igual que en las grandes empresas, solo pueden satisfacer a sus clientes habituales, con las limitaciones que tienen aparejadas. Y los hándicaps, puesto que en su caso también padecen otra cara de la inflación. “Tenemos que pagar el hielo más caro, pero también el transporte y el combustible”, relata de una pescadilla que se muerde la cola.