Que el futuro no sea como el pasado
Las medidas para superar los efectos económicos de la COVID deben evitar el regreso a la dependencia de las materias primas.
Los gobiernos de América Latina siguen tomando medidas para intentar frenar el avance de la COVID19 en la región. Mientras los desafíos en salud siguen siendo importantes, en el frente económico también hay emergencias que atender.
Un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) proyecta que como resultado de la crisis sanitaria podrían cerrar casi tres millones de empresas, lo que representaría una pérdida de más de 8 millones de empleos en toda la región.
Quizá lo más preocupante de este panorama, es que la inmensa mayoría de los puestos de trabajo que dejarán de existir corresponden a la pequeña, mediana y microempresa (Pymes).
Comerciantes minoristas, servicios como peluquería o lavandería, restaurantes y otros locales de alimentación, servicios al turismo, actividades de manufactura son, principalmente, los sectores más afectados.
Al haberse disminuido la actividad económica, muchas de estas empresas se encuentran ya en la situación de no poder cubrir los sueldos, pagar los alquileres, ni estar al día con sus obligaciones impositivas o pago de servicios.
Claro que la situación también afecta a las compañías más grandes, pero las MIPYMES representan más del 90% del total de las empresas y generan el 60% del empleo formal, según cifras de CAF-Banco de Desarrollo.
Por eso es tan importante que gobiernos y organismos de desarrollo hagan todo lo que esté a su alcance para garantizar la supervivencia del sector.
Pero la defensa de las MIPYMES va más allá de la mera supervivencia del sector. Se trata también de proteger la diversidad de nuestras economías.
“Si no se implementan políticas adecuadas para fortalecer esas ramas productivas, existe una elevada probabilidad de que se genere un cambio estructural regresivo que conduciría a la reprimarización de las economías de la región”, advierte Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL.
Es decir, la pérdida de la industrialización, de la innovación y otros factores de agregado de valor, que nos forzarían, una vez más, a la casi exclusiva dependencia de las exportaciones de productos primarios.
Si bien es cierto que buena parte de la economía latinoamericana sigue teniendo como base la exportación de materias primas, los intentos (notables, en algunos casos) de distanciarnos de ese modelo pueden verse truncados por la pandemia.
Ampliar los plazos y los alcances de las líneas de intervención en materia de liquidez y financiamiento para las empresas, así como transferencias directas y créditos blandos a autónomos, micro y pequeñas empresas están entre las acciones recomendadas por CEPAL y que la mayoría de los países ha implementado.
Al mismo tiempo, los bancos de desarrollo de la región hemos abierto líneas de crédito y flexibilizado la concesión de préstamos tanto para atender la emergencia sanitaria como para financiar estos planes de protección a las empresas.
En FONPLATA, Banco de Desarrollo, la institución que presido, destaco en especial la aprobación de US$45 millones para financiar el “Programa de asistencia financiera a Micro y Pequeñas Empresas” en Uruguay, que será liderado por la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) y que se suma a otros USIntroduzca texto aquí5 millones que habíamos aprobado en abril.
En Uruguay las MIPYMES abarcan el 99,5% del sector, y generan cerca del 70% de los empleos. De un total de 200 mil empresas, 83% son microempresas y cerca de 14% son pequeñas empresas.
El programa permite a más de 65.000 empresarios tener acceso a un crédito aprobado, a sola firma y sin interés. ANDE también ofrecerá créditos en condiciones favorables para capital de trabajo, inversión y reperfilamiento de deuda.
Esta iniciativa se suma al trabajo que ya veníamos realizando en FONPLATA desde antes de la pandemia para el apoyo a las MIPYMES de nuestros países miembros, como hicimos en Argentina y Paraguay.
Si buscamos superar los efectos económicos de la COVID de la mejor manera posible, si nos empeñamos en apuntalar los sectores vitales de la economía, y si queremos que el futuro no sea como el pasado, tenemos que seguir en esta dirección.
Es un compromiso que hemos asumido desde FONPLATA, en sintonía con los gobiernos y los otros bancos de desarrollo de la región. Esto lo superaremos entre todos.