¿Qué comen un comunista, un demócrata y un liberal cuando se juntan a cenar?
No lo descartes, porque esto fue lo que pasó hace unos cuantos años entre tres presidentes.
En la vida hay estampas insólitas e imposibles. ¿Te imaginas que Espinosa de los Monteros invita a Echenique a cenar por su cumpleaños? Cuesta imaginarlo, ¿verdad? Pues mejor no lo descartes, porque esto fue lo que pasó hace unos cuantos años entre tres presidentes. Uno británico, uno estadounidense y uno soviético. Soviético, sí, de los de martillo y hoz, de los cariñosamente apodados “bolchevique-comunista-bolivarianos-bananero”, de esos, pero éste, en lugar de lucir moño y coleta, se presenta con un mostacho frondoso y reluciente.
Tal vez podamos achacarlo al momento. Es decir, que cuando vienen mal dadas, en ocasiones sale lo mejor de nosotros a relucir y sentamos en nuestra mesa a quienes jamás hubiéramos recibido para comer. Excepto si eres español. Si eres español y vives en 2020, lo que te pide el cuerpo es ruido y furia, pero en absoluto cordialidad. Sin embargo nuestros protagonistas no son españoles, así que podemos continuar.
Corrían malos tiempos. Hitler estaba partiendo la pana. Los japoneses de entonces -menudos prendas-, iban a mil, cuesta abajo y sin frenos. La presión era máxima. Año 1943, cumpleaños de Winston Churchill (uno de los mayores antisocialistas de la historia), que, ante el claro avance de los nazis y la posibilidad de que invadieran Reino Unido y Rusia cayera detrás, vio claro que para salir del lío en el que se había metido necesitaba a bolcheviques y gringos. Así que, ni corto ni perezoso, invitó a su fiesta de cumpleaños a Stalin y Roosevelt. Comunista y demócrata izquierdoso respectivamente. La fiesta tuvo lugar en la antigua ciudad persa de Teherán (capital de Irán).
Se lo pasaron de puta madre, la verdad, o eso cuentan. Corrió el Bloody Mary, corrió el Champagne, corrió, cómo no, el muy british Juanito Caminante Etiqueta Negra. Pero lo que no corrió -atención España-, es la sangre. Un comunista, un cuasisocialista y un, también, cuasineoliberal juntos en una mesa por el bien común frente a un enemigo que, si bien Stalin no tenía muy claro al principio que fuera asunto suyo, y si bien Roosevelt tampoco lo veía claro, rápidamente comprendieron el marrón que se les venía encima cuando, sintiéndose ellos ya especialmente llenos y perjudicados por el espumoso francés, llegó a la mesa un pedazo de pavo asado con patatas y verduritas. Se les hizo tal bola, sintieron tal desazón, que comprendieron fácilmente el mensaje que Winston les quería lanzar, aunque, eso sí, por si acaso, el zorro de Churchill lo describió gráficamente: “Si no unimos fuerzas, Hitler nos va a trinchar como a este pavo, desde Londres hasta Moscú”, pasando éste el cuchillo desde el gaznate hasta el ojal del fiambre. “Y el próximo serás tú, Eleanor”, añadió.
¡Y vaya si las unieron! Empezaron a regar el pavo con sendos Luises Jadot y Laurent Combiers y, allí mismo, cambiaron el rumbo de la historia culminando la noche entre suflés de queso y helados persas de azafrán.
Y es que amiguitos, todo lo que no solucione una buena mesa, que lo estropee el Parlamento español. ¡Por muchas más, Winston!
Aquí tienes dos de las recetas del menú para que alimentes a comunistas y neoliberales cuando les invites a cenar:
Paso 1
Coloca hielo en una jarra grande. Añade, directamente sobre el hielo, el vodka, el jugo de tomate y el jugo de limón.
Paso 2
Añade unas gotas de tabasco (la cantidad dependerá de si te gusta más o menos picante), una pizca de sal de apio y una pizca de pimienta. Revuelve hasta que la mezcla esté fría. Cuela el cóctel en 2 vasos altos.
Paso 3
Añade hielo, una rama de apio y una rodaja de limón a ambos vasos.
Paso 1
Limpia de espinas los filetes de trucha. Llena hasta la mitad con agua una olla grande, añade las rodajas de limón y tapa. Cuando esté hirviendo sumerge los filetes y escalfar suavemente hasta que la trucha esté cocida (algo menos de diez minutos). Cuando el pescado esté cocido, sácalo de la olla y, en una tabla de cortar, quítale la piel; revisa de nuevo si hay espinas y desmenuza los filetes en un cuenco. Añade la ralladura y el jugo de lima, el eneldo y la nuez moscada; mezcla bien y sazona.
Paso 2
Coloca una hoja de film transparente sobre una superficie plana. Pon la mezcla sobre la película y enrolla por cada extremo hasta que tenga forma de salchicha. Ponlo en el frigorífico a enfriar durante 24 horas.
Paso 3
A continuación sumerge las hebras de azafrán en 100ml de agua tibia como si hicieras una infusión para colorear el agua durante varios minutos. Añade la mayonesa, la mostaza, la ralladura, el jugo del limón y sazona con sal y pimienta. Refrigera unos minutos o hasta que vayas a servir el plato.
Paso 4
Decora cada plato con una lengua de nuestra mezcla de mayonesa, mostaza, ralladura… Corta la salchicha de trucha en rodajas y colócalas en el plato. Cubra cada medallón de trucha con media cucharadita de caviar.