Putin y los desalmados advenedizos

Putin y los desalmados advenedizos

La violencia de la ambición no se detiene con palabras. O se le da el caramelo que piden o siguen hasta topar con una violencia superior.

El presidente ruso Vladimir Putin, fotografiado el 3 de marzo de 2022.EFE

Quienes alcanzan las alturas del poder desde las plantas bajas de la sociedad  se caracterizan por su ambición, por el deseo de pasar a la historia, por carecer de empatía, por su capacidad de intriga, por la habilidad para enfrentar a sus adversarios, por su frialdad para eliminarlos, por conocer los puntos débiles de los hombres que le rodean y por su aversión a que las mujeres ocupen un puesto de relevancia.

Este es el retrato de Putin, como lo es de todos los dictadores: egocéntrico, ampuloso y teatral, enamorado de su ombligo, ignorante, despreciativo en sus gestos y palabras y basando  su  autoridad  en la corrupción, el miedo, la cárcel o el asesinato.

Con motivo de mi trabajo, tuve una amistosa y larguísima cena con un miembro del equipo de Gorbachov y dos generales rusos que habían vivido nuestra Guerra Civil y se habían enfrentado con nuestra División azul. Hablamos de  múltiples temas, unos fueron de halago al valor de los soldados españoles, en especial en la batalla de Krasni Bor, otra sobre la transición española y la más extensa sobre las reformas, innovaciones y cambios que impulsaba Gorbachov. Los tres compañeros de mesa  expusieron que no querían pasar a un régimen capitalista, que no deseaban dejar de ser comunistas, pero sí querían que hubiese más libertad personal, de expresión y de empresas. Su temor era que estos cambios originaran el nacimiento de mafias que controlaran la economía.

Me llamó la atención que al preguntar si Gorbachov podría lograr los cambios que se proponían, respondieron que no los acabaría, pues para hacerlas  necesitaba tener el control de la KGB y él no lo tenía.

Es una pena, pero los rusos estamos ansiosos por recuperar la brillantez de la Gran Madre Rusia, de sus enormes dominios, del brillo del poder, de ser temidos y respetados, de los cosacos, de los espectaculares desfiles y los antiguos combatientes cubiertos de medallas.

Hasta ahora nos dirigen hombres tan viejos como nosotros, carentes de energía, ideas y futuro, sin músculos, sin  proyectos brillantes, probablemente tenemos mejor Armada y mejor Ejército, pero solo eso y es poca cosa. Se espera que un día llegue un nuevo Pedro el Grande, que seguro procederá del KGB, con presencia, ideas, autoridad indiscutible, temido por sus enemigos  y  el pueblo ruso se le rendirá y aclamará y tardaran en saber que es un loco que se cree ser el nuevo Zar y que les llevará por el camino de guerras y dolor, envuelto en palabras de gloria y victoria.

Recuerdo esa cena hasta las cinco de la madrugada, con demasiado vodka por dentro y salir al  exterior con menos 25 grados, para cantar canciones populares españolas y rusas. Recuerdo sus palabras.

Putin es el nuevo zar que debe mantenerse gracias al prestigio de sus victorias, y como logros económicos y sociales no los puede obtener, debe seguir el camino de los dictadores

Hoy Putin – el de la KGB- es el nuevo zar que debe mantenerse gracias al prestigio de sus victorias, y como logros económicos y sociales no los puede obtener, los primeros por estar en manos de las mafias empresariales y los segundos por su incapacidad política, debe seguir el camino de los dictadores: inventarse enemigos y vencerlos en las guerras, que ahora deben ser muy cortas, máximo cinco o seis días como en Georgia, de no ser así, la ira le inundará de sangre la cabeza y desatará la furia de su frustración y de sus ridículas victorias arrasando Ucrania, al tiempo que señala con su dedo índice el botón rojo que tiene a su alcance.

Y pedirá que se rinda Ucrania, pues sabe que nadie de fuera vendrá con la ayuda que necesita para hacerle frente. Europa por cobardía y desorientación y EEUU por el lógico temor de iniciar una guerra total y definitiva, y porque los estadounidenses están cansados de guerras y derrotas.

Aunque algo se puede y se debe hacer, por ejemplo, expulsar de todos los países amantes de la paz a los embajadores, a todo el personal diplomático, a todas las delegaciones comerciales rusas, aunque debemos asumir que ellos expulsaran a los nuestros.

Claro que pensándolo bien, aunque los diplomáticos se hagan publicidad de ser el último recurso, no es cierto, todas las gestiones diplomáticas no consiguieron detener la primera ni la segunda guerra, ni la de los Balcanes, ni la de árabes e israelíes, ni… ni .. ni... por lo que debemos reconocer que sobran, que la diplomacia fracasa siempre, que no son útiles cuando la ambición del dictador, del fanatismo religiosos o ideológico les importa un pimiento la sangre a derramar.

La violencia de la ambición no se detiene con palabras. O se le da el caramelo que piden o siguen hasta topar con una violencia superior. Es doloroso, pero es así. Naturalmente hay personas que creen en los reyes magos, en Papá Noel y también que el zar Putin puede pedir perdón y pagar los daños.

Creo que Europa debe recuperar el Tribunal de Nuremberg

Creo que Europa debe recuperar el Tribunal de Nuremberg y que toda la prensa, las radios, las televisiones y  las redes sociales abran y cierren cada uno de sus programas con el nombre y las fotografías de los personajes que esperamos que sean juzgados y condenados.

Ucrania y sus ciudadanos deben vivir, estos no.