Putin aplaza a 2023 su discurso anual al Parlamento, pese a estar obligado por la Constitución
La semana pasada anuló también la tradicional rueda de prensa con los corresponsales extranjeros, lo que acrecienta los rumores sobre el aislamiento del presidente ruso.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, no pronunciará en 2022 el discurso anual ante las dos cámaras del Parlamento, pese a que la Constitución nacional obliga al mandatario a conceder “mensajes anuales” ante un foro bautizado como Asamblea Federal.
El principal portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, ha alegado este miércoles que la agenda de Putin está “muy ocupada”, por lo que no pronunciará el discurso sobre el estado de la nación hasta el año que viene, según la agencia de noticias Interfax. “Antes del Año Nuevo, el presidente, por supuesto, no pronunciará el discurso. Ahora, por cuestión de tiempo, su agenda está muy apretada”, dijo literalmente el portavoz.
Putin, al que la prensa independiente local acusa de querer evitar preguntas incómodas sobre los reveses en el campo de batalla en Ucrania, no había cancelado dicha alocución ni siquiera durante la pandemia del coronavirus en 2020 y 2021.
Peskov explicó que el Kremlin informará después de las fiestas navideñas sobre la fecha del conocido en Rusia como discurso ante la Asamblea Federal, que incluye a la Duma y el Senado.
Según la Constitución, el jefe del Estado debe dirigirse todos los años a ambas cámaras del Parlamento para ponerles al día sobre la gestión del Estado, los programas sociales y económicos, y los planes para el año entrante.
Con todo, Peskov precisó que el presidente no mantuvo consultas al respecto con el presidente del Tribunal Constitucional, que aprobó hace dos años una controvertida reforma que permitirá a Putin presentarse a la reelección en 2024 y 2030. El portavoz le quitó hierro diciendo que no es la primera vez que pasa. El año pasado, Putin pronunció su último discurso sobre el estado de la nación en abril, algo más tarde, cuando más de cien mil soldados rusos fueron desplegados en la frontera con Ucrania, prólogo del inicio en febrero pasado de la actual intervención militar rusa.
No sobre no
La pasada semana el Kremlin anunció la cancelación también de la tradicional conferencia de prensa anual de Putin por primera vez desde que éste asumiera hace diez años la Presidencia tras un paréntesis de cuatro años como primer ministro.
El líder ruso ha evitado hacer referencia en las últimas semanas a su mayor derrota, la humillante retirada rusa del norte de la región ucraniana de Jersón -lo que incluye la capital regional-, anexionada sobre el papel en septiembre por Rusia. De hecho, el anuncio de la retirada de tropas la hizo el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, junto con el general Serguéi Surovikin, sin que el presidente los acompañara. Luego sí que acudió al Consejo de Seguridad en persona -desde febrero, lo hacía por videoconferencia- y se entiende que quiere proyectar una imagen de autoridad después de perder en Jersón, “aunque no sabemos qué es lo que dijo”, afirma EFE.
Al tiempo que admite que la campaña militar podría alargarse en el tiempo, Putin considera éxitos irrefutables la anexión de cuatro regiones ucranianas y la conversión del Azov en un mar interior, lo que permitió a Moscú tender un corredor terrestre con la también anexionada península de Crimea.
Silencioso
El silencio del mandatario es a la vez muy ruidoso y ha soltado todas las especulaciones. Por una parte, podría estar evitando relacionar los fracasos de la invasión con su figura, con el fin de no parecer débil de cara a la ciudadanía. Es por eso que estaría delegando los anuncios de las malas noticias a sus responsables militares, para que sean ellos quien sufran el desgaste de imagen.
Eso es lo que ya habían sugerido varios expertos, que el presidente ya estaría preparando a los individuos a quienes atribuir la culpa del fracaso. De hecho, la técnica de cargar al muerto a alguien más es el mismo modus operandi que utilizó a la hora de trasladar cifras malas sobre el coronavirus en plena pandemia. De esta manera, los telespectadores rusos asocian subconscientemente al presidente Putin con las buenas noticias.
Así, se sobreentiende que la de Jersón fue una derrota humillante para Moscú. Una derrota que los propagandistas de la televisión estatal tuvieron dificultados para explicar. En su informe anunciante la retirada de la única capital regional que controlaban, el general Serguéi Surovikin alertaba de que la defensa de la ciudad, ocupada desde el 1 de marzo, era “inviable”. Para más inri, destacaba que “en las condiciones actuales, tampoco es posible abastecer el contingente militar ruso desplegado en la zona”. Aunque el responsable de estas tropas aseguró que “no es una decisión fácil”, sostuvo que su prioridad era “proteger la vida de civiles y militares”.