El PSOE se anima y crecen las expectativas en Andalucía: “Nuestro mayor enemigo es la abstención”
Los socialistas reconocen las dificultosas encuestas pero confían en su maquinaria y el poder municipal.
“Las encuestas son las que son”. Esta frase sale de un miembro del Gobierno de Pedro Sánchez sobre la crudeza de los sondeos en estos momentos en Andalucía, que llegan a apuntar una mayoría absoluta del Partido Popular con Vox. Pero el Ejecutivo y el PSOE no se van a poner de perfil, sino que se van a volcar de lleno en el sur de cara al 19 de junio.
Así lo reconocen fuentes socialistas, que siguen obsesionadas con una clave: la movilización. Tienen grabado en la mente que en las anteriores elecciones se quedaron alrededor 500.000 votantes en sus casas para castigar al partido en un momento muy complicado liderado entonces por Susana Díaz. Por eso, un ministro verbaliza la situación: “Nuestro mayor enemigo es la abstención”.
Pero dentro del PSOE se ven ahora las cosas de manera un poco más optimista que hace un mes, conforme pasan los días “crecen las expectativas”, reconocen fuentes socialistas. ¿Y por qué? “Moreno Bonilla se confió demasiado al adelantar las elecciones”, señalan un miembro del PSOE-A con mando en Madrid también.
Y, además, creen los socialistas que el foco no hay que ponerlo en Vox, sino en el Partido Popular. “¿Qué ha hecho el presidente de la Junta? Nada”, comenta un miembro de la Ejecutiva socialista. Por eso, sostiene que durante la campaña hay que desnudar al candidato del PP: “Es un indolente, ha pasado de puntillas”. Para la cúpula del PSOE, Moreno Bonilla “dedica el 75% de su tiempo a criticar a Sánchez”.
La situación del partido también internamente es diferente, como explica otro histórico hombre de la maquinaria de San Vicente: “Susana Díaz lo había destrozado todo”. Por tanto, ahora caminan de la mano el PSOE-A y Ferraz, y se van a pasear por las ocho provincias ministros y dirigentes nacionales. “Andalucía es demasiado importante”, comentan en el partido.
Son unas elecciones también extrañas, como reconocen en el PSOE. Lo ilustra así una fuente consultada: “Son las primeras elecciones en la comunidad después de la pandemia, no sabemos cómo respira la gente en estos momentos”. Lo que sí tienen claro en el partido es que Moreno Bonilla no ha calculado bien el peso de Vox y el problema que va a tener al día siguiente.
El efecto Olona, sostienen en el PSOE, todavía no se puede medir bien, porque no es un producto andaluz, por lo que no se sabrá su arrastre hasta que pise más el territorio. “A Olona se la ha comido el propio personaje”, ironiza fuentes gubernamentales, que reflexionan que la gente no está tan pendiente del Congreso de los Diputados como la villa y corte madrileña.
Y, además, entienden los socialistas que la imagen que se está dando en Castilla y León va a tener repercusiones en el resto de España. Ya Vox está gobernando y han saltado muchas alarmas por las declaraciones de su vicepresidente, Juan García-Gallardo, contra la procuradora socialista con discapacidad en las Cortes en Valladolid. “Si uno escucha lo que dicen, da miedo”, comenta otro dirigente del PSOE. Por eso, entienden los socialistas “que hay que dejar hablar a la ultra derecha”, para que la gente sepa lo que tienen en mente.
En el PSOE andaluz siempre repiten que, a pesar de las encuestas, “son mucho partido” y que tienen una impresionante “maquinaria” a lo largo de toda la comunidad que ha ganado durante décadas elección tras elección. Confiando, en este sentido en un gran arma para las urnas: sus alcaldes. En San Vicente siempre presumen de estos datos: gobierna en el 60% de los municipios andaluces. De los 786 municipios del sur, 458 cayeron en manos socialistas tras las pasadas municipales (398 con mayoría absoluta). Bajo sus órdenes hay consistorios como Sevilla, Jaén, Huelva, Jerez y Granada.
El objetivo que se ha marcado el PSOE-A es volver a ser la primera fuerza en Andalucía, como en 2018, a pesar de que ninguna encuesta lo refleje. Espadas y su equipo tienen marcado en rojo un número: 33. Ese fue el número de escaños que se logró en la anterior elección y se sueña con poder incluso superarlo. Para eso hay que sacar de sus casas a los votantes que se desilusionaron pero no quisieron votar a la derecha. Son conscientes los socialistas de que Moreno Bonilla precisamente va a hacer una campaña para arañar en ese espectro.
Por ello, quieren poner en el PSOE el foco en el presidente y denunciar aspectos muy sensibles para el electorado socialista, como el deterioro de la Sanidad (con el despido de ocho mil sanitarios) y el trato a la educación pública, ya que se ha favorecido a la privada y concertada durante estos años del Partido Popular. Además, quieren desmontar esa “publicidad” del milagro andaluz, al que no acompañan los grandes datos económicos.
Esta cita supone el debut de Juan Espadas como cabeza de cartel. Muchos reconocen dentro del partido que no ha conseguido calar entre el gran público, pero creen que gana mucho en las distancias cortas y que tiene un perfil que puede asentarse también mucho en el centro. Como reconoce un miembro del PSOE: “Tiene la imagen del perfecto profesor de educación secundaria”. Su gran baza es presentarse como un hombre de gestión, que ha pasado por todos los niveles de la administración y que tuvo una muy buena aceptación durante su etapa al frente del Ayuntamiento de Sevilla.
Lo que preocupa, y bastante, en el PSOE en estos momentos es su espacio a la izquierda. Porque esto ya no se trata de un partido, sino de bloques. Las izquierdas han vivido un auténtico culebrón, con una lista de frente amplio (Por Andalucía), pero que ha nacido entre polémicas e imagen de desunión. A esto se suma que también está la candidatura de Adelante Andalucía, que lidera Teresa Rodríguez. Por ello, el PSOE también se quiere presentar como ese voto útil y único dentro del progresismo que puede hacer frente a las derechas.
El PSOE se anima poco a poco, y sólo quiere una cosa: que su votante salga de su casa. ¿Lo logrará?