Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia: la nueva especialidad MIR por la que pelean los expertos en salud mental
La pandemia dispara las consultas de menores. Siete de cada diez problemas mentales comienzan antes de los 18 años.
Siete de cada diez problemas mentales comienzan antes de los 18 años y uno de cada cinco adolescentes padece algún trastorno de desarrollo emocional o de conducta, según la OMS. La pandemia ha disparado la atención psiquiátrica a adultos y menores, pero si algo ha conseguido —dentro de lo malo— es darle a la salud mental el reconocimiento que merece.
Las devastadoras secuelas que la covid ha dejado a su paso han hecho visible una realidad que, todavía a día de hoy, no ha conseguido despojarse de los tabús. Según el Consejo General de Colegios Farmacéuticos, la crisis sanitaria actual ha aumentado el consumo de ansiolíticos, antidepresivos y somníferos hasta un 4,8% más que el año anterior y un 15% durante el confinamiento estricto.
La vulnerabilidad de adolescentes y niños preocupa especialmente debido a los “múltiples cambios físicos, emocionales y sociales a los que están expuestos”, añade la organización internacional. “Los trastornos mentales representan el 16% de la carga mundial de enfermedades y lesiones en las personas de edades comprendidas entre 10 y 19 años. La mitad comienzan a los 14 o antes, pero en la mayoría de los casos ni se detectan ni se tratan, a pesar de que la depresión es una de las principales causas de enfermedad y discapacidad entre adolescentes a nivel mundial”, constatan.
Una especialidad con “identidad propia”
Con todo, España es uno de los pocos países de su entorno que aún no cuenta con una especialidad MIR en psiquiatría infantil y adolescente, algo por lo que los expertos llevan tiempo peleando. Grecia, Italia, Portugal, Alemania, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Bélgica, Francia, Holanda, Irlanda o Reino Unido son algunos de los estados que sí la han implementado.
“Lo último que sabemos es que está en trámite y que siguen pendientes del informe del Consejo de Estado, según avanzó la ministra de Sanidad, Carolina Darias, hace aproximadamente un mes”, apunta Elisa Seijo, presidenta de la Sociedad Asturiana de Psiquiatría y vocal de participación de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y del Adolescente (AEPNyA).
“Tenemos una especie de emoción contenida”, reconoce. El camino hasta la fecha no ha sido fácil, pero los pasos para regular lo que consideran “una necesidad” han ido en la buena dirección.
En 2006, se aprobó una proposición no de ley relativa al reconocimiento de la especialidad de Psiquiatría Infanto-Juvenil y tres años más tarde, el Ministerio de Sanidad anunció su creación. Sin embargo, y a pesar de que fue aprobada en febrero de 2012, la moción por la que se instaba al Gobierno a ponerla en marcha no prosperó.
“Fue un mazazo”, reconoce Fernando González Serrano, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente (Sepypna). “Desde hace más de 20 años hay un consenso entre todos los especialistas de psiquiatría, tanto de adultos como de niños, en la necesidad de perfilar esta especialidad, pero desde el Ministerio de Sanidad no se ha llevado a cabo por causas de distinta índole”, añade.
La cosa no quedó ahí. En enero de 2018 se dio el pase al proyecto de real decreto que crea el título de ‘médico especialista en Psiquiatría del Niño y el Adolescente’ y por el que se sustituye el actual título de ‘médico especialista en Psiquiatría’ por el de ‘Psiquiatría del Adulto’.
Ahora, tras haberse aprobado en el Congreso por unanimidad una proposición no de ley del PSOE sobre salud mental —en la que se incluye la creación de la especialidad—, parece que, por fin, el trámite verá la luz más pronto que tarde. “Tengo las expectativas puestas en que este equipo ministerial lo saque adelante antes del verano”, detalla el experto. “Nos han transmitido su firme compromiso y hay buena disposición”.
“Cuesta mucho comprender como algo que suscita el apoyo general de grupos políticos, sociedades científicas, asociaciones de pacientes y familiares y del resto de especialidades, que nos reclaman desde Europa y que es una necesidad no cubierta y una deuda pendiente, no se apruebe”, sostiene en la misma línea Celso Arango, director del Instituto de Salud Mental y Psiquiatría del Hospital General Universitario Gregorio Marañón.
Para todos ellos esta especialidad tiene “suficiente entidad propia para ser individual y concreta”. “Lo repetimos constantemente, los niños no son adultos en pequeño y los especialistas debemos estar formados”, reclama la vocal de la AEPNYA.
Falta de homogeneidad entre comunidades
La demanda, en todo caso, “no significa que a día de hoy este colectivo esté desatendido”, puntualiza. Esta necesidad tiene que ver con varios factores.
En primer lugar, con la falta de homogeneidad entre comunidades a la hora de implantar los dispositivos de tratamiento adecuados para los pacientes. “En Asturias tenemos ocho áreas de salud y en cada una hay reglas distintas. Hay diferencias incluso en la misma comunidad”, explica Seijo.
Por otro lado, esta misma heterogeneidad también se extiende al ámbito formativo de los profesionales. “Yo trabajo en una consulta pública de Euskadi pero llevo la gestión de todos los centros de salud de Vizcaya”, expone González. “Nos encontramos con que, como no está regulada la formación en psiquiatría y en psicología infantil, para hacer una cobertura de una sustitución por baja o interinidad pueden llamar a alguien de adultos que no tenga formación en infantil y que sea un desastre”, comenta.
“No hay estabilidad en las plantillas y esto puede generar un riesgo en la respuesta al paciente con una medicalización excesiva, por ejemplo. Algo que se resolvería con un tiempo suficientemente largo de formación sólida”, añade.
Para Seijo, esta regulación aseguraría una mejor atención, una identificación precoz y garantizaría un tratamiento eficaz. Aspectos fundamentales para el correcto desarrollo y evolución de los menores. “Hay que tomar conciencia de la gravedad de los problemas derivados de las carencias en la atención especializada”, recalca.
Consultas disparadas por la pandemia
La pandemia ha incrementado de manera preocupante las consultas de estos grupos. “A partir de verano, después del confinamiento duro, hemos visto un incremento claro de las demandas en consulta infantil y las llegadas a urgencias de adolescentes con problemáticas relacionadas con la salud mental”, describe el presidente de Sepypna. Un porcentaje que ha sido significativamente alto en trastornos alimenticios.
“Nos preocupa que los equipos de salud mental seguimos siendo los mismos y, si ya estábamos saturados, ahora más”, añade. Si bien, el experto achaca el aumento de las visitas al desbordamiento generalizado de la sociedad y no a un incremento en sí de las enfermedades mentales, e insiste en que lo principal es la prevención.
Según la OMS, un 20% de los niños sufren trastornos de salud mental y es un hecho que no atajarlos puede tener consecuencias que se extiendan hasta la edad adulta.
Para González, lo principal es reforzar la atención psicológica y adoptar medidas y acciones de tipo preventivo, antes de que se deriven a salud mental. “Que se traten estos temas en los centros escolares, que se forme a los docentes para hacerlos frente”. Visibilidad.