MIURA o cómo España quiere quitarse sus complejos en la carrera espacial
El programa de cohetes "pone a España en el mercado", apuntan varios expertos a 'El HuffPost. Por delante, muchos retos inmediatos y la ilusión de tener a otro astronauta nacional.
Su nombre, de absoluta reminiscencia taurina, suena a hazaña. Y en cierta medida no es caprichoso que el último hito en la carrera espacial española se haya bautizado como MIURA. Con el programa de cohetes presentado en sociedad, España quiere dejar de ser “la más pequeña de las grandes” entre las potencias europeas y aspira a crecer. Es solo un primer paso, pero va “en la dirección correcta”, reconocen los expertos consultados por El HuffPost.
El Miura-1 tiene como objetivo inmediato llegar al espacio a finales de 2022, etapa inicial de un proyecto que aspira a llevar personas para 2024, con el Miura-5. Más allá de los paseos suborbitales y orbitales, el fin es otro, “situar a España en el mercado, que no es poco”, confiesa José Miguel Mas-Hesse.
Este investigador del Centro de Astrobiología CSIC-INTA, pone en contexto lo que significa el paso adelante: “Por nivel, España debería tener capacidad de desarrollar lanzadores, pero nunca ha cuajado, ni en los 60 ni en los 90. Si se consolida, nos podemos situar en un mercado emergente como es el de lanzadores de pequeños satélites”.
Para Javier Gómez-Elvira, director del Departamento de Cargas Útiles y Ciencias del Espacio del INTA, “la industria española se está metiendo en el New Space, un mercado que abre el acceso espacial a una comunidad mucho mayor”. Miura es un ejemplo es esto, lo ha desarrollado la empresa privada PLD, con una gran parte de financiación propia y sin una dependencia total del Estado. “Por fin se ha apostado por algo que en España se había dejado de lado desde hacía muchos años, es la puerta para que muchas otras empresas entren”, continúa este alto responsable del INTA.
“No, no vamos a competir con los gigantes, no vamos a rivalizar con SpaceX”, matiza Javier Santaolalla con su habitual buen humor al compararlo con el gigante espacial creado por Elon Musk. Pero el divulgador y doctor en Física de Partículas sí se fija en Raúl Torres, cofundador de PLD para demostrar “hasta qué punto la gente ya no tiene miedo al fracaso. Empezó desde un garaje y ha acabado siendo referencia en gestión de la colaboración público-privada. Un gran paso para quitarnos tantos complejos ante los grandes”.
Qué es España en la carrera espacial
Los complejos existen. Los ejemplifica, como nadie, Mas-Hesse cuando dice que “a España se le ve como el más pequeño de los grandes o el más grande de los pequeños en la Agencia Espacial Europea (ESA). Se podría decir que somos la quinta potencia en aportación, con una contribución neta del 7-8% europeo”. Y añade que si MIURA sale bien, ese porcentaje probablemente crecerá.
De momento, el rol español podría cambiar pronto, si se cumple el presagio “y lo que estamos viendo últimamente” de Jorge Pla-García a su vuelta de las pruebas de selección de astronautas de la ESA en Alemania. “España está haciendo una apuesta fuerte y tengo la sensación de que se está valorando positivamente al otro lado. Los aspirantes a astronautas españoles sospechamos que pueda haber un compatriota ‘con la escafandra’ porque hay mucho interés en la posición de España”, comenta ilusionado este doctor en Astrofísica e investigador del CSIC-INTA. Podría ser él, su colega Javier Santaolalla o 1.342 aspirantes más de la ‘piel de toro’.
Los próximos retos de España
Esa ‘escafandra’ con bandera española es uno de los retos inmediatos que afronta el país, quizás el más llamativo a nivel mediático. La consolidación del programa MIURA es otro, de una larguísima lista de ‘frentes abiertos’ que tiene España a través del INTA, la ESA y otros centros.
“Es una gran pregunta —responde Santaolalla—, quizás lo inmediato sea saber aunar tanto talento repartido por los cinco continentes. Básicamente, consolidar un buen tejido espacial y eso pasa por reforzar el apoyo gubernamental, compaginar inversión privada y pública y cuidar mucho la cantera. Las carreras espaciales no tienen especial tradición y el auge de estos proyectos puede generar más vocaciones, igual que puede hacer la divulgación espacial que por suerte ahora está de moda”.
Sabe de lo que habla. El mismo día que se realizó la entrevista, RTVE estrenaba en su app Play La última frontera, un espacio conducido por él mismo sobre la conquista del espacio y el proceso hasta convertirse en astronauta. El documental, en cuatro episodios cortos, “va más allá del espíritu de búsqueda; hay un viaje hacia los orígenes, porque aunque parezca paradójico un viaje al espacio es una búsqueda de nuestro origen”.
El papel de España no se puede entender, únicamente, en función de sus progresos individuales. “Ahí el horizonte es limitado. Es poco probable que se pase de algo mucho más sofisticado que Miura, porque para eso ya estamos en la ESA. La inversión es muy elevada y conseguir el retorno a nivel nacional es complicado”, razona Mas-Hesse.
En su rol colaborativo, España tiene grandes retos inmediatos para dejar de ser “la pequeña de las grandes”. La lista de tareas es inmensa, apunta Gómez-Elvira, tratando de enumerarlas: “En 2022 se lanza EXOMARS, la misión de la ESA a Marte para buscar restos de vida en la que España ha intervenido notablemente, PLATO, prevista para 2026 con el fin de buscar y estudiar sistemas planetarios extrasolares, ARIEL, más allá en el tiempo, el satélite Solar Orbiter...
La Agencia Espacial Española, una nueva vieja historia
La mirada no solo se va al cielo al hablar de aventuras. Hay una, menos apasionante en lo mediático pero igualmente clave, que se juega en los despachos: la puesta en marcha de la Agencia Espacial Española. Ya existe, al menos en lo formal, con la presentación hecha por el Gobierno a finales de mayo. Sin embargo, poco o nada se sabe desde entonces.
“Se acabará haciendo porque no podemos competir a nivel internacional si no tenemos un organismo que nos ampare y coordine”, reflexiona Mas-Hesse, advirtiendo de que no va a ser inmediatamente. “El Gobierno lo anunció justo antes de un cambio de ministro y aunque retomen el tema, tardarán; yo personalmente dudo que se llegue a hacer en las últimas etapas de una legislatura, más que nada por falta de tiempo”.
Tampoco es una batalla novedosa. “Viene de hace 20-30 años, cuando se intentó que el INTA asumiera estas responsabilidades, pero no cuajó y desde entonces, nada. Es algo anómalo porque somos el único país europeo que no tiene un organismo central así, hasta los más pequeños lo tienen, pero aquí el sistema está muy dividido”, remata el investigador del CSIC-INTA.
Pla-García admite su importancia aun reconociendo que “de forma práctica no cambiaría gran cosa”. Sí le parece fundamental una idea en la que inciden todos, la “unificación de un sector que está muy dividido entre Defensa, Transportes, Economía, Ciencia o Industria, más centros especializados y empresas... Está todo tremendamente diversificado”.
“Nos lastra no tener aún esa agencia. Es un handicap para definir una estrategia”, pide Gómez Elvira, que lo tiene claro: “Nuestras empresas son punteras a nivel tecnológico, debemos ponernos en valor”. Y ahí entra en juego MIURA.