Privatización y chiringuitos, hits del Madrid de Ayuso
El PP madrileño profundiza a toda velocidad en el ultraliberalismo que Esperanza Aguirre instaló en su feudo, ahora en manos de su alumna aventajada.
Una presidenta empoderada y fanática, un consejero -Javier Fernández-Lasquetty- obsesionado con privatizar la sanidad, un jefe de Gabinete -Miguel Ángel Rodríguez- que ya se ve en Moncloa haciendo el traspaso de poderes con Iván Redondo y un chiringuito unipersonal para un cerebro privilegiado como el Toni Cantó, que se suma al largo historial de chiringuitos de la comunidad.
Menos de dos meses han bastado, desde que el PP ganó las elecciones el 4 de mayo, para mostrar la urgencia con que el Gobierno de Ayuso está actuando para lograr sus objetivos antes de que acabe la legislatura en 2023. Con el ideario y la estrategia de FAES apuntalando el populismo, el PP madrileño profundiza a toda velocidad en el ultraliberalismo que Esperanza Aguirre instaló en su feudo, ahora en manos de su alumna aventajada.
Privatizar la Sanidad pública es la gran obsesión del actual consejero de Hacienda. Fernández Lasquetty tiene la oportunidad de resarcirse de la humillación que le supuso perder el pulso contra la marea blanca y los tribunales en el 2013, que dio al traste con su plan para privatizar la gestión de seis hospitales públicos y 27 centros de salud. “Aún hoy sigue pensando que la Big Pharma -como se conoce a las grandes farmacéuticas- era la mano negra detrás de la marea blanca. Que fueron ellas las que manipularon a los sanitarios para hundir su plan. Ocho años después sigue repitiéndolo”, afirma un diputado de la oposición muy preocupado por el deterioro que están provocando en la Sanidad Pública.
“Minar la Sanidad es muy fácil a través de los recursos humanos, bajando los sueldos sobrecargando de pacientes y empujando al personal sanitario a buscar otras salidas laborales mas dignas”, explica otra diputada de Más Madrid. Sorprende leer los resultados del CIS post electoral de la comunidad de Madrid y comprobar que Ayuso salió elegida por su gestión de la pandemia y su tirón personal. Justo ahora que se han anunciado cierres masivos de centros de atención primaria aprovechando los meses de verano y después de meses tensionando al personal facultativo.
En Madrid, casi 400.000 personas no tienen médico asignado y un millón y medio están sin adjudicación de médico estable, pero sin embargo eso no sirvió para atenuar la contundente victoria de Ayuso. “La fatiga pandémica más el dilema entre enfermedad o precariedad fueron definitivos”, reconocen fuentes del partido de Errejón, conscientes de qué en la capital y su comunidad, los próximos dos años van a ser duros. “La política tabernaria de verdad se practica en la asamblea de Madrid. Es mucho peor que en Congreso de los Diputados. Desde la época de Esperanza Aguirre, se quedó impregnado en el ambiente. Y la recuperación de las fuerzas progresistas va a ser dura” añaden desde la oposición que ahora lidera Mónica García.
Los chiringuitos
Quien más se ha beneficiado de la gestión de la pandemia de Ayuso han sido las empresas concesionarias del Zendal, que aparte de recibir 153 millones de euros -el triple del precio estimado inicialmente- siguen tirando del presupuesto regional. A pesar de ser nuevo, la comunidad adjudicó a Ferrovial por la vía de urgencia el mantenimiento del hospital, primero por 1,3 millones desde diciembre a mayo, y ahora por 1,5 millones más para otro seis meses.
“La consejería de Sanidad es un cúmulo de chiringuitos en sí misma. Cada hospital tiene sus propios proveedores, aunque también hay unos cuantos comunes a todos para asegurarse el clientelismo”, explica un diputado de la Oposición en la Asamblea.
Normal que el cargo de nueva creación para Toni Cantó resulte pecata minuta. ¿A dónde van 75.000 euros de sueldo anuales? Por lo pronto darían para pagar el salario de tres enfermeros o enfermeras, que a pesar del riesgo está en una media de 1700 euros brutos al mes.
El chiringuito que ahora más se recuerda fue el que Aguirre le montó a Santiago Abascal. El hoy líder del ultraderechista Vox ya reconoció ante Alberto Reyero, hoy el nombre maldito para Isabel Díaz Ayuso, el hombre que fue de UPyD y luego Ciudadanos- que había cobrado 252.818 euros por la Fundación para el Mecenazgo y Patrimonio Social en 2013. Una fundación sin actividad.
Pero los organismos hechos a medida forman parte de la cultura orgánica del PP. La época de Aguirre e Ignacio González, con el auge de la corrupción, los chiringuitos eran lo menos grave. Como explicó en su día Isabel Gallego en el “Caso Púnica”, la directora de comunicación de la Comunidad de Madrid, en tiempos de Aguirre y González, algunos consejeros tenían “su propio chiringuito para promoción personal”.
En la prensa local de Madrid abunda “el menudeo de las denuncias de favoritismo y concesiones curiosas. Como la entrega de la seguridad del Zendal a Ariete, una empresa de una persona que fue concejala del PP en Alarcón. Eran 1,3 millones de euros, más los 800.000 que había recibido hasta ahora y ya salió en la prensa” reconoce una diputada de Madrid, pero nunca pasa nada. Entre los partidos progresistas mantienen que la capital es un lugar tan duro, tan descarnado, donde si pierdes el trabajo lo pierdes todo -casa, colegios, apoyo social -y donde ha calado el trumpismo, con lo cual hay una masa abstencionista importante que se ha resignado.
Quizá lo que la izquierda no ha hecho en estos veinticinco años, desde que los socialistas perdieron el poder en Madrid tras el tamayazo, es una autocritica de sus partidos, desde el lugar malhadado que la Federación Socialista de Madrid, a lo que ha pasado con IU, Podemos y veremos en el futuro Más Madrid. Más que que los ciudadanos caigan en el recurso fácil del populismo o la abstención, las llamadas fuerzas progresista lo que deberían hacerse mirar es qué les pasa a ellos.
Telemadrid, en el foco
Las cosas no tienen visos de que vayan a cambiar mucho. Además del escándalo de Cantó, respaldada por el enorme apoyo electoral que ha tenido, se ha lanzado a rematar lo que en la anterior legislatura no pudo hacer. Entre los objetivos de Ejecutivo IDA, está Telemadrid, la tele pública que Miguel Ángel Rodríguez quiere convertir en altavoz partidista a pesar de estar financiada por todos los madrileños. La reforma de la ley que garantizaba su neutralidad, se votará la próxima semana, con el fin de destituir a su director y poner en su lugar a un lugarteniente contando que no habrá acuerdo entre los distintos partidos para nombrar uno de consenso. Vox tiene en su mano que el PP se salga con la suya. “Está jugando a que si y a que no, pero finalmente siempre apoya, pues lo que pretende es cambiar cromos. Seguramente dará su apoyo a Ayuso a cambio de un pin parental o la aprobación de alguna de sus banderas”, dice una diputada socialista.
Ganaría así MAR una de sus batallas, logrando controlar un jugoso instrumento de comunicación regional como son la radio y la tele madrileñas. El jefe de gabinete de Ayuso ha visto abonado el camino a Moncloa, su lugar en el horizonte, al que sueña volver desde que salió como ministro portavoz del Gobierno en julio de 1998.
A estas alturas de la jugada, que los sueños de un personaje como Miguel Ángel Rodríguez tengan la más mínima posibilidad de hacerse realidad, produce escalofríos. Pero quedan dos años. Al Gobierno de Ayuso y al Gobierno de Sánchez.