Así se cerraron los primeros presupuestos del Gobierno de coalición
Un lunes de infarto, llamadas 'in extremis'… y una foto que se hizo de rogar
No fue un teatro. Podemos estaba dispuesto a no apoyar los presupuestos el lunes por la tarde. Pablo Iglesias tenía en mente que no sólo había que acordar el borrador del anteproyecto, sino que dentro de ese marco de pacto había que incluir medias sobre los alquileres y el Ingreso Mínimo Vital. Y si el PSOE no cedía, estaba dispuesto a dejar en solitario a los socialistas con las cuentas y no hacerse la foto.
Han sido 24 horas de infarto hasta aprobar los primeros presupuestos del Gobierno de coalición. Las cuentas con mayor gasto social de la historia de España en mitad de la segunda ola de una pandemia que nadie se imaginaba. El Consejo de Ministros daba luz verde al final el lunes al mediodía con satisfacción por ambas partes. Pero hubo momentos de tensión, de encallamiento.
Durante los últimos meses los equipos negociadores habían ido cerrado los diferentes capítulos. La delegación socialista, encabezada por la ministra de Hacienda y portavoz, María Jesús Montero y, la ‘morada’, capitaneada por Nacho Álvarez, una de las personas más cercanas a Pablo Iglesias y secretario de Estado de Derechos Sociales. Entre los dos se ha generado un clima de confianza pero también ha tenido fuertes discrepancias y choques, siempre desde el respeto y con buenas maneras, según fuentes conocedoras de las negociaciones.
Los socialistas y los miembros de Unidas Podemos eran conscientes de que estas cuentas son cruciales tanto para el país como para la supervivencia de la coalición —siguen gobernando con las aprobadas por Cristóbal Montero en 2018—. Acordar estos presupuestos en el Congreso supondría casi aguantar de facto todo lo que queda de legislatura. No podía no haber acuerdo, pero en ningún caso ha sido tan fácil como muchos piensan. Ahora esperan contar con los apoyos necesarios en las Cortes.
Todo esto en unos días de máxima tensión, con el Consejo de Ministros reunido de forma extraordinaria el pasado domingo para aprobar un nuevo estado de alarma con toque de queda. Una vez el presidente del Gobierno compareció ante los españoles el domingo al mediodía y tras este shock, tocaba centrar las energías en las cuentas públicas con el horizonte de que se aprobasen el martes.
Durante el fin de semana hubo varios contactos y siempre con el tema caliente de una regulación de los alquileres, algo que los socialistas seguían insistiendo en que tenía que ser llevado en una ley del Ministerio de Transportes, dirigido por José Luis Ábalos, y desvincularse del pacto de los PGE.
El borrador de presupuestos estaba casi cerrado el lunes, pero Podemos seguía exigiendo compromisos en esos alquileres y en temas del Ingreso Mínimo Vital. Y, de repente, saltaba una noticia por la mañana que dejaba a Unidas Podemos descolocado. El presidente llevaba desde primera hora reunido a puerta cerrada y por vía telemática en el Senado con los líderes autonómicos en la Conferencia de Presidentes.
Un órgano que tenía como invitada estrella a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen. En la Cámara Alta, Sánchez aprovechaba su turno para anunciar a los presidentes autonómicos que los presupuestos irían este martes al Consejo de Ministros y que llevarían incluidos 27.000 millones de euros correspondientes a los fondos europeos. Además, el jefe del Ejecutivo verbalizaba que la mitad de los proyectos pagados con esos montos impulsados por Bruselas serían ejecutados por las autonomías.
Todo el mundo dio por hecho que estaba ya todo cerrado entre el PSOE y Unidas Podemos. Pero no era así, según fuentes gubernamentales. “No hay acuerdo”, repetían firmemente desde Unidas Podemos. “No era un teatro”, señalan personas conocedoras de las negociaciones. Iglesias estaba dispuesto a no apoyar el anteproyecto si no se tenían en cuenta esas reivindicaciones.
Los equipos negociadores se enfrentaron a unas horas cruciales llenas de llamadas, presiones e intercambios de papeles. Y no solo los actores del Gobierno, también recibían algunos ministros mensajes de diferentes agentes implicados en estas materias, como de las plataformas de inquilinos y bancos.
La idea de Unidas Podemos era arrancar una legislación a nivel estatal en la regulación del alquiler, algo que tienen muy pocos países europeos y que se convierta en pionera. El PSOE era más reticente (especialmente Nadia Calviño), pero en las negociaciones acabó aceptando algunos de los postulados de Unidas Podemos. Se empezaba a intuir esperanza: se acercaban para consensuar que se llevaría al Consejo de Ministros en un plazo de tres meses la Ley de Vivienda que limitará los precios del alquiler en las zonas tensionadas. Otro punto del acuerdo: Ábalos e Iglesias trabajarán codo con codo para sacar este cambio.
No hubo reunión presencial entre Sánchez e Iglesias, como sí ha ocurrido en otras ocasiones, para desatascar la situación, pero sus equipos los mantenían informados de todo. Algunos de los implicados temieron por el pacto al final de la mañana y durante la tarde, pero poco a poco se fue enderezando la situación.
Y, según fuentes conocedoras, serían varias llamadas las que terminaron por cuajar ese gran acuerdo. Una fue sobre las nueve de la noche entre María Jesús Montero y Nacho Álvarez, que tras tiras y aflojas terminaban de consensuar el acuerdo entre socialistas y ‘morados’. La otra llamada fundamental se produjo entre José Luis Ábalos -titular de Transportes y ‘número tres’ del PSOE- e Irene Montero -ministra de Igualdad-.
Tras un día de pura tensión y adrenalina, el pacto estaba hecho. Pasadas las diez de la noche trascendía a los periodistas políticos el acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos, se parían los primeros presupuestos generales de la coalición. Todo listo.
Faltaba terminar de diseñar la puesta en escena. Ahí entraron de lleno los dos todopoderosos jefes de gabinete: Iván Redondo -mano derecha de Sánchez- y Juanma del Olmo -el gran estratega de Iglesias-. Los dos estuvieron hablando hasta la madrugada, diseñando la foto entre los dos jefes, preparando el gran día. Pero se dio más suspense. La prensa se acostaba sin saber qué pasaría con la imagen tan buscada. A la vez, era una noche muy larga en Hacienda terminando de cuadrarlo todo y Montero y los suyos acabaron muy tarde para tenerlo todo listo.
A las 7.59 de la mañana los periodistas recibían un mensaje de la Secretaría de Estado de Comunicación: habría foto con Iglesias y Sánchez a las 9. ¡Todos levantándose de la cama! Sería antes del Consejo de Ministros. Pablo Iglesias le daba a este acto una importancia vital, entiende que supone una nueva etapa en la vida económica española. Al abrir su armario lo tenía claro: la ocasión merecía traje y corbata. Para él lo que pasaba este martes era mucho más importante que un 12 de Octubre.
Los estrategas de La Moncloa decidieron que ese acto fuera en la sala Tapies y con el libro amarillo -que contiene las cuentas y que se desvelará íntegramente este miércoles en el Congreso- vertebrara la secuencia. Sonrisas, flashes, los dos líderes muy contentos, no se veían desde el Consejo de estado de alarma del domingo. Ya había hijo presupuestario y supervivencia política. Discursos ante las cámara y antes de salir por la puerta… ¡choque de codos con alegría!