El PP traspasa la línea roja: se echa en brazos de Vox y lo blanquea pensando en La Moncloa
Mañueco, investido presidente en Castilla y León del primer Gobierno de coalición con la ultraderecha.
Y el PP lo hizo. Mientras en Francia los conservadores están pidiendo que se vote a Emmanuel Macron frente a Marine Le Pen en la segunda vuelta, a las mismas horas el PP español ha traspasado una línea roja para sus socios europeos: se ha echado en brazos de Vox para formar el primer Gobierno de coalición. Castilla y León se convierte desde este lunes en el gran y extremo laboratorio con vistas a La Moncloa.
El ‘popular’ Alfonso Fernández Mañueco ha salido investido en las Cortes de Castilla y León como presidente de la autonomía, gracias a un acuerdo con los de Santiago Abascal, que entrarán en el Ejecutivo autonómico ocupando la Vicepresidencia y tres consejerías. Y todo ello ya con Alberto Núñez Feijóo como líder de los populares, que no ha acudido a la sesión, en tanto que sí lo ha hecho el líder de Vox, el gran ganador en términos políticos de esta negociación.
En Francia se está optando por un cordón sanitario contra la ultraderecha, mientras que el PP le ha abierto las puertas de las instituciones. No se quedará ahí, esto supone el gran ensayo para las municipales y autonómicas de mayo de 2023 (donde se esperan pactos en tromba en las comunidades y en los más de 8.000 ayuntamientos españoles). Pero, sobre todo, consiste en poner las luces largas de cara a las generales de finales del año que viene. Desde Génova 13 no se ha rechazado que la ultraderecha ocupe asientos en el Consejo de Ministros. De hecho, muchos lo dan por hecho, empezando por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
Mañueco ha dado este salto que espanta en casi toda Europa, con los conservadores en el continente rechazando pactos con los ultras que recuerdan a épocas pasadas. El próximo formalismo será la toma de posesión, para el día 19, paso previo a la formación oficial del Gobierno, en el que será vicepresidente, por parte de Vox, Juan García-Gallardo, un político sin experiencia que tiene en su currículum como principales activos sus tuits de marcado acento homófobo (a su juicio el fútbol está repleto de “maricones”), racistas y machistas. Para las tres consejerías que ocuparán los de Abascal (Cultura e Industria, Agricultura y Empleo) se ha fichado a perfiles más técnicos y menos polémicos con la intención de dar sensación de gestión.
Esto supone el blanqueamiento de la extrema derecha en España por parte del PP, que ha intentado, por otro lado, acercarse al centro mediáticamente diciendo Génova que ellos están con Emmanuel Macron y no con Marine Le Pen. Pero, la realidad es otra, el PP rompió un Gobierno con Cs, los aliados en España de Macron, para adelantar unas elecciones que han acabado con el apoyo y entrada en el Ejecutivo de Vox, el socio de Le Pen debajo de los Pirineos.
Ese blanqueamiento de la ultra derecha se ha visto en el mismo discurso del ‘popular’ Fernández Mañueco que ha calificado de “beneficioso” el pacto para la mejora de la “calidad democrática”: “Todos debemos felicitarnos”. Mañueco es el primero en dar ese paso extremo, a pesar de haber sido colocado durante años dentro del sector moderado, al igual que Alberto Núñez Feijóo y Juanma Moreno (los dos hombres que más mandan en el PP en estos momentos). Pues el salmantino ha ido más lejos incluso que Ayuso, que tiene a Vox como socio externo (aunque sufra lapsus y lo llame coalición de ven en cuando en la Asamblea de Madrid).
Esto se convierte en una alfombra roja también para un posible pacto al estilo en los próximos meses en Andalucía, la comunidad más poblada en España y que tiene previsto ir a elecciones adelantadas en junio u octubre. Ya el Centra (el CIS andaluz) ha dibujado un panorama con el PP como ganador en las urnas pero con la necesidad de pactar con Vox para conservar el Palacio de San Telmo.
Además, esta sesión de investidura en las Cortes de Castilla y León deja también otra evidencia: el PP asume los postulados y el lenguaje de Vox en aspectos ideológicos y sociales. El reelegido presidente de Castilla y León ha utilizado términos de la extrema derecha como “inmigración ordenada” y acata propuestas como una ley de “concordia” frente a la memoria histórica. Pero, además, supone asumir la denominada “violencia intrafamiliar”, con la que Vox quiere eliminar la “violencia de género” negando el hecho de que es practicada por los hombres sobre las mujeres.
Mañueco ha dicho que no dará pasos atrás y que mantendrá la ley de violencia de género, pero el hecho es que ha claudicado con la otra ley. El acuerdo firmado con Vox implica ya la tramitación de la ley de violencia intrafamiliar (antes del 31 de julio) y de la de concordia (antes del 30 de junio). En todo momento ha querido contentar a sus socios durante el discurso, y ha alabado su “generosidad”. Su plan pasa por un Gobierno “estable” que dure los cuatro años de legislatura. Y su socio se ha encargado de dejar claro que sí apoyan a Le Pen, criticando el “cordón sanitario”. Una expresión que en España no se materializa (el PSOE ofreció al PP apoyarlo en Castilla y León a cambio de romper todos los pactos con Vox en otras autonomías).
Feijóo ha pasado del a Vox “ni agua”, como hacía en Galicia, a ungir este primer Gobierno de coalición. Su llegada a Madrid ha supuesto un repunte en las encuestas del Partido Popular, pero con un número insuficiente de diputados, pudiendo sumar casi la mayoría absoluta con Vox (según la última encuesta de El País y la Cadena Ser). El gallego tiene “interés” en ir a la toma de posesión la próxima semana (el día 19), “si lo permite la agenda”. A pesar de presentarse como un político más moderado, los hechos lo están llevando a una posición más cercana a Vox incluso que Pablo Casado, que creía que no debían entrar en gobiernos con la extrema derecha.
El discurso de Mañueco, además, no ha tenido atisbos de autocrítica ni miedo a Vox. Se le ve perfectamente cómodo con la extrema derecha y durante todo el momento ha blanqueado, hasta con tono épico, esta nueva etapa con los de Abascal: “Castilla y León está en el lado correcto de la historia y por ello debe ocupar el lugar que legítimamente le corresponde, que no es otro que abriendo el camino de la recuperación y la transformación de España, es la fuerza que nos impulsa y es la fuerza que impulsará a una gran nación”.
El PP ya ha traspasado la línea roja.