¿Por qué Trump está separando a familias?
Esto es lo que hay detrás del lado más oscuro del presidente.
En sólo una semana 2.000 niños han sido separados de sus padres de la mano de las políticas migratorias más estrictas de la Administración del presidente de EEUU, Donald Trump. Sí, en sólo una semana, la comprendida entre el 19 de abril y el 31 de mayo. No es un caso aislado, esta situación se ha convertido en algo cotidiano en Estados Unidos. Así, el mundo entero está siendo testigo de las desgarradoras imágenes y desesperados llantos de las familias que, desesperadas, claman piedad al presidente. Pero lejos de ablandarse, el líder estadounidense está sacando a relucir su lado más oscuro.
¿Dónde está el origen de estas separaciones?
En la promesa electoral del presidente Trump: poner fin a la ilegalidad en la frontera sur. Hizo de esta iniciativa su bandera y, desde que ha accedido a la Casa Blanca, ha ido endureciendo su política migratoria: de veto en veto hasta llegar a esta situación. Ahora ha dado un paso más y Estados Unidos ha puesto en marcha en los últimos meses la llamada política de "tolerancia cero".
Esta política, que fue anunciada por el fiscal general Jeff Sessions el pasado 6 de abril, se basa en dos elementos: en acusar a los adultos de cargos criminales por ingresar a Estados Unidos sin la documentación adecuada y en separar a los hijos de esos acusados, debido a que las leyes vigentes prohíben alojar a menores junto a adultos acusados de crímenes.
A través de un comunicado, el departamento de Justicia señaló aquel 6 de abril que la política va dirigida a las oficinas de la Fiscalía de los distritos sur de California, Arizona, Nuevo México, el oeste y el sur de Texas. Según informó en dicho texto, en base a datos del departamento de Seguridad Nacional, entre marzo de 2017 y marzo de 2018, el número de migrantes que cruzaron la frontera sur de forma no reglamentaria aumentó en un 203% mientras que, entre febrero y marzo de este año, el crecimiento fue del 37%, el mayor de mes a mes desde 2011.
"La situación en la frontera suroeste es inaceptable", subrayó entonces Sessions, quien culpó al Congreso de haber "fallado en aprobar una legislación efectiva que ayude al interés nacional que cierre las vías peligrosas y financie por completo un muro por toda la frontera sur".
¿Qué es lo que se está viendo de esta 'política cero'?
El lado más oscuro de la política de Trump, la separación de cientos de familias y que niños de corta edad —incluso de un año— hayan quedado recluidos sin sus padres. Especialmente duras son las grabaciones de sonido difundidas el pasado lunes por el portal Propublica. En ellas se escucha a varios niños llamar a voces a sus padres, ante la indiferencia de unos agentes fronterizos que incluso llegan a ironizar con la "orquesta" de gritos. Una niña salvadoreña de seis años implora que alguien la lleve al menos con su tía y explica que se sabe de memoria su número de teléfono.
Horas después de estas grabaciones, las autoridades fronterizas de Texas han hecho público un vídeo del centro de detención de McAllen, en Texas, en el que se ve a decenas de personas, entre ellas, mujeres y niños, enjauladas en habitáculos.
El material fue grabado en el curso de una visita de periodistas y legisladores demócratas. El periodista de la CBS, David Begnaud, ha descrito los habitáculos como "jaulas" hechas de alambradas, que le recordaban las que su padre usaba para guardar a sus perros.
No sólo los periodistas estadounidenses están haciéndose eco de las brutales imágenes, más allá del país el impacto es máximo:
¿Qué dicen en EEUU?
La gran mayoría se echa las manos a la cabeza. Menos el Gobierno, claro. Trump se reafirma: "Estados Unidos no será un campo de inmigrantes, y no será un complejo para mantener refugiados. No lo será", ha dicho llegando incluso a mencionar la crisis migratoria en Europa para justificar sus criticadas medidas internas. Según el mandatario, entre los inmigrantes que buscan entrar al país hay personas "que pueden ser asesinos y ladrones, y muchas cosas más. Queremos un país seguro, y eso empieza en la frontera. Y así será".
El fiscal general, Jeff Sessions, no ha dudado en citar la semana pasada la Biblia para justificar la medida y la secretaria de Seguridad Interior, Kirstjen Nielsen, ha insistido el lunes en que la Administración "no se va a disculpar por hacer su trabajo". "No podemos fingir que todos los que vienen a este país como una familia lo son de verdad", ha alegado.
Pero hasta ahí los apoyos en terreno estadounidense. Las críticas emergen entre los republicanos como la del congresista por Florida, Mario Díaz-Balart, que ha aseverado que es "totalmente inaceptable, por cualquier razón, separar a propósito a menores de sus padres ". "No podemos permitir que esto siga pasando y debe pararse", ha insistido Díaz-Balart. Hay más: incluso la primera dama, Melania Trump, ha reconocido a través de un simbólico comunicado que "odia" ver cómo las familias son separadas. También se han posicionado en contra el resto de primeras damas vivas —Rosalynn Carter, Hillary Clinton, Laura Bush y Michelle Obama—, en una unidad sin precedentes.
Algunos incluso se han atrevido a desafiar las órdenes del presidente. El gobernador de Colorado, John Hickenlooper, es uno de ellos: ha prohibido el uso de recursos estatales para separar familias de inmigrantes que llegan a la frontera sur de Estados Unidos. Hickenlooper, demócrata y ya en sus últimos meses en el cargo, ha explicado que existe "unanimidad en condenar esa clase de actividad" y ha destacado que ese nivel de "amplio consenso con la misma pasión y sentido de urgencia es raro".
¿Y fuera de EEUU?
La consternación es máxima. Incluso la ONU se ha manifestado. Su secretario general, António Guterres, ha abogado por preservar la unidad familiar y por no "traumatizar" a los niños. "Los refugiados y los migrantes siempre deberían ser tratados con respeto y dignidad y de acuerdo con el Derecho Internacional existente", ha añadido.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Raad al Hussein, también ha cuestionado una práctica que implica un "abuso" contra la infancia y que, en su opinión, puede provocar "daños irreparables" y de por vida para los menores afectados. Para Zeid, es "inconcebible" que un país "busque disuadir a los padres infligiendo un abuso así sobre los niños".
Por su parte, la directora ejecutiva del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Henrietta Fore, ha subrayado que los menores "deben ser protegidos" y "tienen que estar con sus familias". "Hay formas efectivas de garantizar el orden y el control soberano de las fronteras sin someter a las familias al trauma psicológico de la separación entre padres e hijos", ha declarado, por su parte, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi.
Las asociaciones de médicos o los obispos de Estados Unidos también se han pronunciado en contra de una práctica que la Unión Americana para las Libertades Civiles (ACLU) ha tachado de "cruel" y que ha recibido la condena unánime de las organizaciones internacionales defensoras de los Derechos Humanos, en la medida en que todas ellas creen que no se está teniendo en cuenta el interés último de los menores.