Por qué separarte es lo mejor que te ha podido pasar
Primeros auxilios psicológicos para crisis existenciales post ruptura
Las cosas empiezan. Las cosas terminan. Es así. Y nos llevamos fatal con los finales. Está claro que unos mejor que otros, pero todos los seres humanos sentimos cierta ansiedad y malestar ante los cambios, la incertidumbre y la falta de control. Y si hay algo que revuelve tu vida de principio a fin es terminar una relación de pareja. Sobre todo si ha sido una relación en la que ha existido verdadera intimidad, compromiso e ilusión.
Dicen que la muerte remueve la vida, y es que cuando termina una relación, hay algo que muere en ti: ese proyecto común que compartíais, y la versión de ti mismo que habitó en ese tiempo y espacio, el cuerpo que se unió al de esa otra persona hasta casi sentirse uno. Ya no eres ese, ya no eres esa, ahora sois otros, distintos, a veces incluso desconocidos.
¿Y por qué separarme es lo mejor que me ha podido pasar?
- Porque tú no te uniste a esa persona pensando que el viaje tenía billete de vuelta. Porque seguramente esa persona tampoco lo tenía previsto. Y ahora os ha salido caro, porque ya no podéis acogeros al pack ida/vuelta.
- Y una ruptura es una mierda, así, sin rodeos. No pretendo discutir eso. A veces convivir es difícil. Deshacer una convivencia es desagradable y desgarrador por definición. Con un poco de suerte, ambos seréis personas maduras, razonables, equilibradas y con sentido común. Con un poco de suerte. Ante la falta o escasez en cualquiera de esos ingredientes, la magnitud de la tormenta aumenta exponencialmente.
- Te decía que ya no te puedes acoger a la oferta de ida y vuelta ("si lo llego a saber..." "con lo que yo he hecho por él/ella..." y sus variantes). Pero es que esa es precisamente la buena noticia, que te atreviste a comprar el billete de ida, te permitiste conocer a alguien, exponerte y entregarte, poner ilusión, construir algo ... porque esa relación te aportaba algo ¿o no? (si tu respuesta es no, vuelve al punto 1 y pregúntate por qué compraste solo el billete de ida). Si esa relación tenía continuidad y proyección de futuro, por algo sería. La vida consiste en eso, en entregarte y poner amor y pasión a cada momento. Y vamos viendo. A veces se gana y a veces siempre se aprende
Vale, aún no te he convencido de que separarte es lo mejor que te ha podido pasar ("Venga sí, es verdad, mereció la pena, pero estoy fatal").
- Tiene que pasar un tiempo de reconstrucción, de duelo, de recolocar ("¿y cuánto tiempo es eso?"). Habrá muchos factores que lo modulen. Ponle que el primer año va a ser difícil. Si llevabais un tiempo juntos os va a resultar raro y muy movilizador pasar las primeras navidades separados, el primer aniversario (si eráis de los que celebrabais el cumplemes no te quiero ni contar), tu primer cumpleaños, el suyo, San Valentín, las torrijas que os comíais en Semana Santa, vuestra canción, su colonia, y hasta esas manías tan cotidianas que jamás pensaste que serías capaz de extrañar. Los rituales y las costumbres están impregnadas de afectos y recuerdos. Además, la memoria es selectiva, y nos trae una y otra vez aquello pendiente de elaborar o digerir, de modo que habrá un tiempo en el que cualquier estímulo o percepción sutil te hará encontrar un elemento de unión, un motivo para la nostalgia. Si esto te ocurre, sí, mereció la pena.
- Y la vida te traerá nuevas oportunidades y nuevas experiencias, y si tú pones de tu parte, más fácil será todo. Y puede ser que otra persona se cruce en tu vida y de nuevo te animes a comprar el billete de ida hacia una nueva experiencia y te ilusiones por una nueva relación. Pero ojalá tardes un poquito en esto, porque las heridas han de curar, y mientras lo hacen, duelen, escuecen, incluso supuran, y ese no es un buen lugar para empezar desde 0. El desamor es una cicatriz que cierra de dentro hacia fuera, y para que sane bien se tiene que sentar junto a la soledad, mirarse de frente. La soledad asusta, inquieta, produce sensación de desarraigo, desazón, de fría y dolorosa amputación. Pero la soledad te propone algo muy valioso: la oportunidad de entrar en contacto contigo mismo, de reconciliarte con tu realidad actual, de preguntarte ¿y ahora qué? Sin nada que perder, sin miedo a perderte.
Encadenar relaciones sin llegar a estar nunca solo es una manera más de enfrentar la pérdida, como lo son recurrir a sustancias o actividades que te permiten evadirte. Son formas de afrontar el duelo, todas son legítimas y válidas, pero unas resuelven más que otras. Si realmente quieres elaborar tu dolor míralo de frente, está ahí para impulsarte, transformarte y darte pistas. Asusta, lo sé.
- Pobre de mí. Y si aún estás en un punto de victimización, está bien, es una fase más. Estamos hechos de palabras, y la narrativa interna nos aporta versiones que nos permiten leer la realidad, y en un primer momento , la reacción al conocer una ruptura es ¿quién tiene la culpa?. Lo malo de los juegos de buenos y malos es que siempre hacen que nos perdamos una parte de la película, siempre nos creemos que el malo es el otro (así nos han enseñado a preservar nuestra identidad y autoestima. Antes no se llevaba la inteligencia emocional ni la asertividad, qué le vamos a hacer). Seguir en el papel de ultrajado, hace que tu vida gire en torno a tus argumentos y tu discurso de la ruptura, un discurso cada vez más elaborado que vas exponiendo y adaptando a cada audiencia. Pero desde ahí no se construye. Y a no ser que seas el protagonista de una película de Disney, la realidad es que tendrás tantos motivos para lamentarte como razones para hacerte cargo. Mira hacia delante, toma el control, hazte cargo de tu vida.