Por qué se dice que ómicron podría acercar el fin de la pandemia tal y como la conocemos
Los primeros datos apuntan a que esta variante sería más infecciosa pero menos letal. Esta es “la evolución deseable” y “lógica” de los virus.
En poco más de diez días, ómicron ha pasado de ser la gran amenaza a la mayor de las esperanzas. Pero es pronto todavía para sacar conclusiones. La última variante del coronavirus descubierta en Sudáfrica fue catalogada como “preocupante” el pasado 26 de noviembre por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y, desde entonces, se ha hablado mucho de ella y se ha sabido más bien poco. Las últimas informaciones de la OMS, así como las que comunican los expertos sudafricanos en contacto con ella, apuntan a que ómicron podría ser más transmisible, pero al mismo tiempo producir casos más leves que los que genera la variante delta —hasta ahora, dominante en el mundo—.
Según el informe de la OMS publicado este miércoles, un total de 57 países han detectado casos de ómicron. En la Unión Europea, los 212 positivos registrados en 18 países corresponden enteramente a cuadros leves o asintomáticos. Si bien esto podría deberse a la protección de las vacunas, a que es pronto para que se haya desarrollado la enfermedad o a la falta de secuenciación, también es cierto que en Sudáfrica —el país que alertó de ómicron y donde se concentra la mayoría de positivos— la situación es similar: en el mundo no se ha comunicado (todavía) la muerte de ninguna persona infectada con ómicron.
“No estamos viendo muchos casos graves”, reconoció a la CNN Salim Abdool Karim, epidemiólogo de enfermedades infecciosas que está ayudando a coordinar la respuesta de Sudáfrica frente al covid. Aunque en su siguiente frase, el doctor añadía: “Hay que tener mucho cuidado con esto, porque todavía es muy pronto”.
Esas cuatro últimas palabras son las que más repiten los expertos. “La evidencia preliminar, en gran parte anecdótica, sugiere que ómicron puede ser menos virulenta que delta”, señaló hace unos días Francois Balloux, director del Instituto de Genética del University College de Londres. “Esto sería una buena noticia si se confirma, en principio”, apuntó Balloux en un comunicado.
Lo que dice la “teoría de evolución de los virus”
Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), explica de dónde surge esta idea de que ómicron pueda dar al mundo una “buena noticia”. Para ello, hay que recurrir a la “teoría de evolución de los virus”, que indica que “lo que busca un virus es persistir, y eso lo consigue con mecanismos que aumenten su infectividad al tiempo que producen una enfermedad más leve”, aclara el inmunólogo.
Aun haciendo mucho hincapié en que “es muy pronto todavía para afirmarlo”, el doctor López Hoyos comenta que esta sería “la evolución deseable” y “lógica” del coronavirus. “No quiere decir que vaya a producirse, ni que el virus desaparezca, sino que se convierte en endémico y se queda entre nosotros como otra infección más”, explica el inmunólogo. “Eso no significa que podamos relajarnos y pensemos que esto ya está acabado, ni mucho menos”, matiza el experto. La OMS ya alertó de que, aunque la variante resultase menos letal, si se confirma que es más transmisible y produce más reinfecciones, generará un mayor número de casos graves totales, con sus correspondientes hospitalizaciones y muertes.
Raúl Ortiz de Lejarazu, profesor de Microbiología y ex director del Centro Nacional de Gripe de Valladolid, coincide con López Hoyos. Pese a que “es muy pronto” para poder predecir la evolución del SARS-CoV-2 y, más concretamente, de su variante ómicron, que el virus se haga más infectivo pero menos nocivo sería “un camino natural que recorren los virus que saltan de especie”, explica. “Lo contrario sería un suicidio biológico”, apunta Ortiz de Lejarazu.
Esto sería similar a lo que se produjo con las epidemias de SARS en 2003 y MERS en 2012. “Infectaron a menos personas pero mataron más”, cuenta el doctor López Hoyos. La mortalidad que induce el coronavirus actual (SARS-COV-2) se sitúa en torno al 2%, mientras que los virus del SARS y el MERS tuvieron porcentajes de entre el 10% y el 40% de mortalidad, de ahí que se expandieran menos y durante menos tiempo por el planeta.
Algo parecido ocurre con los diferentes brotes de ébola que ha habido en el mundo. “¿Por qué se paran solos?”, plantea el presidente de la SEI. “Porque la gente que enferma de ébola tiene unas diarreas sanguinolentas que los obligan a quedarse fundidos en la cama; de ese modo, la gente no infecta, y el virus apenas se propaga”, responde.
En el lado contrario de la balanza, están los catarros comunes (algunos, producidos por coronavirus) y el virus de la gripe, que emergen de forma estacional y ‘conviven’ cada invierno con la población, sin provocar colapsos hospitalarios pero sí miles de casos, y centenares o incluso miles de muertes cada año en España, y en el mundo.
“Lo que buscan los microorganismos patógenos es hacerse más infectivos y menos letales”, recalca López Hoyos. El covid lo conseguiría si finalmente produce una enfermedad leve, “la gente no hospitaliza, se relaciona y se facilita el contagio”, resume el inmunólogo, logrando así el objetivo del propio virus y, al mismo tiempo, de sus víctimas, la población humana.
Cabe insistir en que todavía no se sabe si esto ya está empezando a producirse, si llegará a suceder, o cuánto tardará. “Otros coronavirus han tardado años en ‘domesticarse’; la diferencia es que antaño no había vacunas y hogaño sí”, explica Ortiz de Lejarazu, que apunta a dos requisitos para poder decir que la llegada de ómicron “no es tan mala noticia”: el primero es que se confirme “como una variante más infecciosa pero menos virulenta capaz de imponerse a Delta”; el segundo, que no tenga “excesivo escape a la inmunidad vacunal”. Con todo, recalca el experto, “debería continuar la vacunación en todos los países del mundo que tienen coberturas muy bajas, porque el mejor caldo de cultivo [para el virus y sus nuevas variantes] es la tasa alta de infección”.
Los organismos internacionales estiman que ómicron podría hacerse dominante en Europa entre enero y marzo del próximo año, aunque, de nuevo, los datos son todavía “muy prematuros”, incide López Hoyos.
A la espera de conocer qué ocurre con la nueva variante, su transmisibilidad, su letalidad y su posible escape vacunal, lo que sí saben los expertos es cuál sería ahora mismo “el mejor de los escenarios”: que el virus “deje de generar hospitalizaciones como hasta ahora” y acabe “haciéndose endémico”, apunta el doctor Marcos López Hoyos. El deseo es ese. Que se cumpla está todavía por ver. “En ciencia siempre hay que esperar”, concluye el inmunólogo.