Por qué no quiero ser parte de #MeToo pese a que también he sido víctima de acoso sexual
Cuando vi por primera vez el hashtag #MeToo (Yo también) en las redes sociales, me sentí muy triste y se me saltaron las lágrimas: "¡Sharon! Con lo indemne y perfecta que parece", "la dulce Helen, no puede ser". Me sentí muy triste por mis amigas.
Pero pasado un rato comencé a retorcerme. Parece que todos mis conocidos (incluso algunos hombres) estaban escribiendo #MeToo. Y poco a poco empecé a ser inmune a esas publicaciones y empecé a sentirme mal conmigo misma e incómoda.
¿Por qué? En parte porque las personas escribían historias junto al hashtag a modo de explicación. Había todo tipo de historias, desde quienes se sintieron degradadas cuando en su adolescencia un hombre les silbó por la calle, hasta otra persona que describía la terrible historia de cuando fue violada por su jefe. Dos historias muy diferentes, el mismo hashtag.
La campaña #MeToo pretende arrojar luz sobre el horrible hecho de que, al parecer, todo el mundo ha sido víctima de acoso sexual en algún momento de su vida. Pero, ¿acaso esto no está restando importancia a las historias que verdaderamente han de ser contadas?
Hay muchos motivos por los que no he publicado #MeToo, aunque también tengo historias que contar, desde el hombre que se agachó detrás de mí en las escaleras mecánicas para mirar debajo de mi falda, hasta el DJ de la radio que me preguntó si podía tocarme el pecho izquierdo. Hasta que una noche lo hizo.
Yo estaba preparada para dar las noticias y él cumplió su deseo. Efectivamente, se acercó por detrás de mí y me pilló desprevenida, metiendo su mano debajo de mi sujetador y dejándome horrorizada segundos antes de que sonara la música de las noticias. Me recompuse como pude para leer los titulares que aquel día fueran noticia en Perth. De esto hace ya varios años.
Más tarde, se lo comenté a algunas personas y mi manera de afrontarlo fue reírme de la situación. No me reiría si ocurriera hoy. Las cosas en los 90 eran muy diferentes.
Nunca antes lo había pensado hasta hoy. Para mí es una historia más, algo del pasado. Curiosamente, mi colección de historias relativas a #MeToo ocurrieron durante los más de 25 años que trabajé como periodista, y no en mi efímera experiencia como modelo.
No me uno al hashtag #MeToo porque no quiero que mis historias tapen lo que creo que son historias realmente horribles, historias de personas que realmente han sufrido. Por supuesto la historia del "hombre que se agachó para mirar por debajo de mi falda" puede parecerle horrible a algunas personas, pero no es algo que me quite el sueño.
Sí, soy consciente de que ese incidente puede causar un impacto más fuerte a otra persona. Cada persona tiene una definición distinta de lo que es el acoso sexual. A algunos no les causa estragos, como es mi caso, mientras que otras personas lo sufren durante años.
Bret Easton Ellis, una maravillosa escritora estadounidense, escribió una vez acerca de una fiesta donde un hombre drogado se acercaba a todas las personas y les decía "Eres muy guapa. Y tú también eres muy guapa. Y tú también..." y así sucesivamente. La autora comentó algo así como "pero si todo el mundo es guapo, eso quiere decir que nadie lo es".
Me gustaría encontrar a una persona que nunca se haya enfrentado al acoso sexual sea del tipo que sea, un silbido, una agresión directa o alguno de esos escenarios en los que el jefe dice "si me tocas, el trabajo es tuyo".
De modo que, mientras las personas sigan publicando #MeToo en sus redes sociales, lo que realmente me hará saltar de la silla será que alguien escriba #NoNeverMe (No, yo nunca).
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Australia y ha sido traducido del inglés por María Ginés Grao