¿Por qué mueren y por qué matan los yihadistas? Investigadores de la UNED logran hablar con ellos y estudiar su devoción
El equipo que comanda desde Psicología el profesor Ángel Gómez desarrolla la Teoría de la Fusión de la Identidad, la conexión visceral de los extremistas con valores que creen sagrados y valen para ellos más que la vida.
Al calor de sus barbaries -atentados suicidas, decapitaciones, cercos y asedios, sharia- siempre recurrimos a lugares comunes: "Están locos", "son unos enfermos", "han de estar mal de la cabeza". Pero no. Los combatientes del Estado Islámico están predispuestos a matar y a morir porque tienen una fuerza espiritual que los convierte en devotos, se aferran a unos valores que entienden como sagrados y por los que todo les vale la pena. Es lo que ha demostrado un grupo de investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) que ha realizado por primera vez un estudio directo sobre estos combatientes, entrevistas en zona de guerra con islamistas y también con quienes les plantan batalla y que dan la medida de la conexión visceral que lleva a gente mentalmente sana a comprometerse con ideas irrenunciables, hasta el punto en el que el concepto de violencia se difumina: es un medio.
Según el profesor Ángel Gómez, miembro del Departamento de Psicología Social y de las Organizaciones y quien lidera este trabajo, hace ya 12 años que comenzaron con sus investigaciones y ha sido este otoño, tras varias publicaciones previas, cuando han logrado la mayor visibilidad, el aval de exponer en la revista Nature Human Behaviour su Teoría de la Fusión de la Identidad. "Trata de ser un predictor del comportamiento extremo. Elaboramos una medida con la cual captamos a aquellas personas que entienden que ellas mismas y el grupo son una misma cosa, la identidad personal y la identidad del grupo se superponen, y eso nos daba una disposición a luchar y morir por el grupo", explica.
Fue en 2015 cuando sus estudios, hasta entonces más centrados en el laboratorio, dieron un vuelco. Gómez coincidió en Oxford con Scott Atran, el llamado antropólogo del ISIS. "Le interesó mucho nuestro trabajo porque habíamos elaborado una opción muy sencilla para medir esa fusión de la identidad, a través de un círculo pequeño y uno grande que el participante acerca o aleja en función de su manera de ver las cosas. Eso nos da a entender el grado de unión con el grupo y es capaz de predecir determinados comportamientos", ahonda el profesor.
Atran pertenece a Artis International, una organización norteamericana que ya investigaba en ese campo y, lo más importante, tenía lo que le faltaba a la UNED: acceso directo a la población real que querían estudiar, a los yihadistas. "Nosotros estudiamos cómo es la naturaleza del extremismo, sea de terrorismo, de bandas, violencia en el deporte... pero raramente tenemos acceso a este tipo de muestras", se lamenta Gómez. El profesor español dice que en España es "extremadamente complejo" llegar a hacer entrevistas directas como necesitaba su estudio. "Me he reunido con todo el mundo menos con el rey y el presidente, pero ahora son ellos los que se sorprenden de que yo tenga acceso a terroristas del ISIS allí", abunda. Gómez enfatiza que, si tuviera aquí las facilidades que ha encontrado en EEUU, "haría investigación aquí", pero de momento depende de Artis para progresar.
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¿CÓMO ACCEDIERON A ELLOS?
Los norteamericanos tienen fondos, contactos políticos y colaboración con otras universidades, "lo que hace que sea posible recoger estos datos". Con su apoyo y la base de trabajo que los componentes de la UNED llevaban en la mochila tras más de una década, lograron dar pasos sobre el terreno. Primero hablaron con soldados iraquíes, kurdos y peshmerga, los que combaten al Daesh en la zona de Irak, a los que se preguntaba sobre cómo veían ellos al adversario, su radicalidad y su voluntad extrema. Luego vino el avance definitivo: que miembros del Daesh contestasen a las preguntas de unos psicólogos.
¿Cómo se hizo? Sin afinar geográficamente, Gómez explica que se tomaron puntos de la frontera iraquí donde se encontraban miembros del ISIS -muchos de ellos francotiradores- defendiendo territorio de lo que pretendían fuera su califato. Allí se envió a dos entrevistadores un antropólogo y una experta en estudios árabes, "que tenían que viajar a diario una hora y pico por la mañana y luego volver por la noche, porque no podían quedarse alojados donde estaban", y así fueron hablando, día a día, con los terroristas. "Llegas allí y el participante de tu estudio ese día puede estar o no estar, puede que lo hayan matado o tienes que entrevistarlo durante una hora después de que ha estado 10 o 12 más jugándose la vida... Ha sido complicado", constata.
"Nos llevamos la primera sorpresa, que luego se convertiría en uno de los objetos de estudio: tanto los combatientes entrevistados como los propios prisioneros del EI nos respondieron que no estábamos centrando bien la pregunta, pues la cuestión más relevante para el conflicto no es la percepción de la fuerza física de un grupo, sino la percepción de su fuerza espiritual", indica el profesor, algo que no es lo mismo, matiza, que religiosidad, pese a que se tienda a confundir.
En las entrevistas, añade, se usaban "conceptos teóricos que podían predecir determinado tipo de comportamiento", pero que a la hora de hacer las preguntas se tornaban más sencillos: medidas, escalas, dibujos... Algo práctico para un cuestionario que hasta se podía responder en una tableta. Además, el grupo comandado por Gómez desarrolló una función para no necesitar conexión a Internet, "porque allí donde estás recogiendo datos no hay nada", que guardaba las respuestas y se recuperaban en el momento en que hubiese red. Cuando los entrevistadores volvían a zona segura y conectada, los datos estaban ahí, disponibles para los investigadores de España y EEUU.
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Cuando Gómez habla de "predecir" comportamientos se refiere a que, con estas respuestas, se puede saber cuáles son las personas que serían más extremas, que a la hora de decir "voy a hacer algo por mi grupo" serían los que más se arriesgarían. Por qué, por ejemplo, un ejército cualquiera, "no tiene esa fuerza, no tiene esa condición" que lleva a actuar por encima de todo. "No es que los miembros del Estado Islámico busquen la muerte, sino que saben que está ahí y puede ocurrir con una certeza bastante alta. Muchos de nuestros entrevistados han perdido a gente que estaba ahí, aproximadamente la mitad de los participantes en el estudio han sido heridos en alguna otra batalla", indica.
LOS "ACTORES DEVOTOS"
De sus investigaciones surge la figura novedosa del "actor devoto", que es una combinación de dos cosas: "de un compromiso extremo con un país, la familia o el grupo de personas que está contigo pegando tiros, y de un valor que para ti es sagrado, que se vuelve irrenunciable. Puede ser también la democracia, la libertad, la justicia... Cuando hay personas que comparten ese compromiso con tanta fuerza se convierte en sagrado. Puede que el compromiso sea con personas que conoces, pero también que no, que sea con tu país. Es algo mucho más intenso que la mera identificación con el grupo".
Gómez rechaza, tajante, esa idea de "locura" por parte de quien comete atentados como los del 11-M o el pasado verano en Barcelona. Puede haber, como en todo, personas con algún tipo de trastorno en estos grupos, pero "estas personas pueden estar fusionadas con tu grupo o con su familia y matar por ellos, sin que eso signifique algo más". Entonces, hasta el concepto de lo que es violento o dañino cambia. "Estas personas no tienen por qué tener un comportamiento extremo en otras situaciones, es algo contextualizado y depende de la situación, tiene que estar relacionado con el vínculo que ellos tienen hacia un valor", matiza.
También explica que esa fuerza espiritual hace que el sentimiento de poder se entienda, por ejemplo, en el caso de los llamados lobos solitarios que atentan en Occidente. "Habitualmente, dice, una persona cree que algo que haga de forma individual no va a tener un efecto tan grande para cambiar el mundo y dice: "¿Para qué voy a hacer esto?". Pero en el caso del que está fusionado cree que sí, que el comportamiento de él mismo va a poder tener un efecto por sí solo, esa fuerza personal que hace que se motive, tiene una alta percepción de invulnerabilidad, menos miedo al riesgo, y piensa que no les va a ocurrir nada", ahonda.
Gómez matiza, además, que esta teoría que han logrado armar sobre el ISIS no es algo "ni positivo ni negativo", porque es una fuerza que puede mover en sentidos muy diversos. "Para los terroristas o combatientes, ellos realmente no están realizando un comportamiento violento, sino que es algo que ayuda a su grupo, altruista, perciben que están defendiendo hasta la muerte aquello por lo que creen y eso no algo malo". En el extremo está la persona que "se tiraría de un tren para salvar a otra persona", que trabaja en una zona de conflicto ayudando a personas que lo necesitan sabiendo que le puede costar la vida, quien se enrola en el ejército y muere por su país...
Tras el éxito de la publicación en Nature Human Behaviour, el profesor de la UNED y su gente de Psicología se plantea seguir desarrollando su modelo con datos de terroristas de varios países. Este verano han recogido datos de civiles de Mosul (Irak) que ha vivido durante la ocupación del ISIS y también tienen abierta una investigación en Barcelona con escáneres cerebrales a personas que presuntamente pueden ser extremistas, "para identificar un poco el funcionamiento, cómo piensan, qué parte del cerebro se les activan y cuáles no...". "Porque no se trata de un lavado de cerebro, ni de un proceso sectario. Por eso tiene tanta fuerza, porque las personas son realmente conscientes de la importancia de su capacidad personal dentro del grupo", concluye.