Por qué los contagios entre jóvenes también deberían importarnos
Ni ellos están completamente exentos de peligro ni lo están sus padres, sobre todo si nacieron entre 1952 y 1961.
El macrobrote de Mallorca parecía el gran ensayo de lo que podía ocurrir en verano, y las cifras de contagios de los días posteriores en España lo han confirmado. Entre el 26 de abril y el 23 de junio, la incidencia de coronavirus no dejó de bajar, pasando de 235 a 92 casos por 100.000 habitantes. A partir del 23 de junio, la curva cambió de sentido, y desde entonces no ha parado de subir, situándose ahora la incidencia media nacional en 152 casos por 100.000.
Si se observa la tasa de contagios por franjas de edad, que Sanidad ha empezado a incluir en sus informes, las cifras son mucho mayores. Las personas de entre 20 y 29 años registran una incidencia acumulada de 449 casos por 100.000, tasa que baja hasta 406 entre los jóvenes de 12 a 19 años. Cantabria y Cataluña —probablemente por ser destinos vacacionales— son las que acumulan índices más altos, en general y en estos grupos de edad, con tasas de incidencia superiores a 1.000 entre los jóvenes.
No habrá UCIs saturadas, pero...
Los epidemiólogos eran conscientes de que esta situación podía producirse por las vacaciones de verano y la menor cobertura vacunal de los jóvenes, pero eso no quiere decir que no estén inquietos. Aunque no se espera un colapso hospitalario ni cifras de muertes como en anteriores olas, hay otros elementos en juego.
Por un lado, los jóvenes no están cien por cien exentos de sufrir complicaciones por la covid, y además esta avalancha de casos amenaza con saturar los servicios de vigilancia epidemiológica y de Atención Primaria. Por otro, y quizás esto es lo más preocupante, pueden contagiar a sus padres y a su círculo más cercano, sobre todo si estos no tienen la pauta completa de vacunación. “Ya se están describiendo casos así”, alerta José Jonay Ojeda, especialista en Salud Pública y portavoz de SESPAS.
Los expertos —y los datos— insisten en que las cuatro vacunas aprobadas por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) que se utilizan en España funcionan, pero la efectividad absoluta no existe, y el riesgo de enfermedad aumenta si el individuo sólo tiene puesta una dosis, especialmente en un contexto de transmisión de la variante Delta, que en un mes podría ser la dominante en Europa.
Según los últimos datos de Reino Unido, tanto Pfizer como AstraZeneca proporcionan una buena protección frente a la variante Delta (tienen entre un 60% y un 88% de efectividad), pero su porcentaje de efectividad se reduce hasta el 30% con una sola dosis.
Los nacidos entre 1952 y 1961, especialmente vulnerables
En España hay un grupo de edad que ha escalado posiciones de vulnerabilidad de forma casi circunstancial: son las personas de entre 60 y 69 años. Mientras que, en la cincuentena, el 77,5% de la población está completamente vacunada, sólo el 50,8% de las personas diez años mayores tienen toda la pauta puesta. Atendiendo a estas cifras, los nacidos entre 1952 y 1961 son ahora la población más vulnerable frente al covid en España.
El desfase se debe a que este grupo de edad ha recibido mayormente la vacuna de AstraZeneca, cuya ficha técnica fija entre 10 y 12 semanas el margen entre la primera y la segunda dosis. Algunas comunidades, como Andalucía, Madrid y Galicia, ya han decidido adelantar a la semana 10 u 11 la segunda dosis de AstraZeneca, y Castilla y León ha ido más allá, poniendo el segundo pinchazo ocho semanas después del primero. Castilla-La Mancha, Cataluña, Murcia y la Comunidad Valenciana también se plantean hacerlo, y el epidemiólogo José Jonay Ojeda lo considera “una decisión acertada”.
Para el portavoz de SESPAS, el primer reto de cara a las próximas semanas es “completar la pauta vacunal de aquellos colectivos que son vulnerables por edad y por patología”, sobre todo en la franja de edad de los 60. El segundo sería “articular un sistema de vacunación en menores de 40 años” rápido y efectivo. Las “dificultades” que plantea Ojeda para este caso son evidentes: en verano la gente se mueve, sea o no joven, y esto complica el proceso de vacunación.
En su opinión, la mejor estrategia de vacunación tendría que pasar por la Atención Primaria por el trato cercano e individualizado que ofrece a sus pacientes, pero Ojeda reconoce los límites de esta importante pata de la Sanidad que está “infradotada”.
Otra alternativa, propone el epidemiólogo Pedro Gullón, es acelerar los sistemas de autocita para que la población pueda planificar su verano en función de su fecha de vacunación. Baleares y Cataluña han abierto el sistema de autocita para jóvenes de entre 16 y 29 años, sin tener ya en cuenta franjas de edad. En Canarias, islas como La Gomera, La Graciosa o El Hierro ya están vacunando a población entre 12 y 16 años. Ceuta y Melilla van también con ventaja, vacunando a los menores de 30, y Madrid permitirá desde el próximo miércoles que personas de 30 años en adelante pidan su cita.
Para Gullón, ahora mismo el reto es “grande”, porque “mientras esos grupos poblacionales se van vacunando, se tiene que seguir manejando el rastreo de contactos y los casos leves, además de tratar de controlar las patologías habituales”, enumera. “Y todo eso impacta en los servicios de atención primaria y salud pública”, advierte el especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública.