¿Por qué las mujeres son las peor paradas de la cultura en la crisis del coronavirus?
Una mirada feminista a la crisis en la cultura en tiempos de Covid-19.
En este extraño mes de abril, con confinamiento global a causa de la crisis del Covid-19 y con miles de muertes y millones de contagios, es pertinente aprovechar el tiempo de reflexión para valorar también lo que la cultura está significando en nuestras vidas estas semanas.
Es la cultura la que parece estar siendo un bote salvavidas en el confinamiento, proporcionándonos libros, cine, teatro, conciertos, series, exposiciones online, charlas en directo con autores y autoras… Yo apuesto por, al menos, dos cosas positivas sobre las que deberíamos reflexionar cuando esto acabe: la importancia vital del Estado del bienestar, con un sistema sanitario público fuerte; y la importancia que tiene la cultura, muy a menudo olvidada en nuestro día a día. Sería importante un cambio de conciencia que ponga en valor las creaciones de los y las artistas y que son motor de lo que somos como país y como sociedad, y defender el incalculable valor que tienen como patrimonio de todos y todas.
Desde una perspectiva feminista, abogo también por hacer una lectura de los datos que arroja la crisis actual sobre las creadoras. Las feministas defendemos la importancia de hacer lecturas de datos e informes con perspectiva de género; lo decimos porque ocurre siempre que disgregar los datos entre hombres y mujeres, y hacer un análisis teniendo en cuenta las dificultades añadidas que tienen ellas, es la única manera de encontrar soluciones reales a esta brecha.
Pedían las Guerrilla Girls a los museos en 2013 que “liberaran a las mujeres artistas” para que las sacaran de la cárcel donde las mantenían, los almacenes, fuera de la vista de todos y todas, sin ser expuestas.
La no visibilidad de los trabajos de mujeres artistas supone una menor presencia en el mercado de arte y un menor valor económico de sus obras. Las galerías las exponen y representan menos, las ferias no las muestran y los museos no las compran, o adquieren sus obras pero las guardan en los almacenes. Esto no es ninguna novedad, es una denuncia reiterada desde el feminismo en el arte y desde asociaciones como MAV -Mujeres en las Artes Visuales- desde hace décadas.
En la encuesta reciente publicada por la asociación y realizada a sus socias para analizar el impacto de la crisis del Covid-19 en ellas, los datos arrojan cifras como que más de la mitad de las encuestadas, sobre todo las autónomas (que son un 42,6% del total), han sufrido pérdidas económicas derivadas de la crisis: casi un 60% calcula esas pérdidas entre 5.000 a 18.000 €.
Según cuenta el informe, estas pérdidas vienen, principalmente, de la cancelación de cursos y seminarios (45,4%), de exposiciones en museos y salas de arte (26,1%), de proyectos artísticos fuera de la ciudad donde residen (23,5%) y de exposiciones y venta de obra de arte en galerías (19,3%).
MAV agrupa a un gran número de mujeres que trabajan en las artes visuales desde distintos ámbitos; así, entre las que contestaron la encuesta, casi la mitad (48,7%) son creadoras, un 36,1% gestoras y comisarias, un 28,6% docentes y, en menor porcentaje, galeristas, críticas de arte y mediadoras, entre otras.
Son datos dramáticos si tenemos en cuenta que antes de la crisis de coronavirus, ellas ya eran minoría en las exposiciones o ni siquiera un 30% en las grandes ferias de arte. Lo precario del sector artístico, cuya crisis anterior supuso el cierre de un gran número de galerías y la drástica reducción de los presupuestos en los museos y centros de arte, se encuentra ahora ante un conflicto imprevisto y que hacer peligrar la supervivencia de los creadores y especialmente de las creadoras. En el estudio de MAV, el 60% de las encuestadas reconocen aportar entre el 50% y el 100% al presupuesto del núcleo familiar, y un 43% del total tiene, al menos, una persona sin ingresos a su cargo.
Otra de las cuestiones que está poniendo sobre la mesa esta crisis es que, pese al uso reiterado e innecesario de términos bélicos para referirse a la pandemia (guerra, lucha, enemigo, guerrero, muralla…), son las tareas tradicionalmente menos valoradas las que están siendo fundamentales para frenar al virus: son las tareas de los cuidados, las limpiadoras y cuidadoras en centros geriátricos, la medicina y la enfermería, la atención a nuestros mayores, las personas que trabajan en los supermercados, en las farmacias… Frente al lenguaje masculino y bélico, son las tareas más precarias (y feminizadas) las que resultan básicas ahora.
En estos días de confinamiento, donde disponemos de tanto tiempo para pensar y disfrutar de aquellas cosas para las que habitualmente no tenemos tiempo (como, por ejemplo, conocer a más mujeres artistas) no dejemos de reflexionar sobre lo importante que es apoyar la cultura pero hacerlo también con perspectiva feminista. La precariedad de las creadoras, gestoras, comisarias… seguirá ahí cuando esto acabe, y es labor de todos y todas ayudar a frenar la brecha de género también en las artes visuales. Porque todos estamos confinados pero no todos tendremos los mismos privilegios y oportunidades para seguir con nuestra vida una vez que esto pase.