Por qué la diadema está de moda
Cómo llevar y dónde comprar el accesorio estrella del otoño.
Están por todas partes, pero no es la primera vez que marcas y compradoras sucumben a la fiebre de la diadema. La última vez que este accesorio gozó de tan altísimas dosis de popularidad fue por culpa de Blair Waldorf, una de las protagonistas de Gossip Girl (emitida entre 2007 y 2012).
La rica estudiante estadounidense paseaba por las calles de Upper East Side de Nueva York luciendo todo tipo de modelos, colores y tejidos, pero por aquel entonces la diadema se consideraba un accesorio pijo, de estética preppy y hasta con un punto cursi. También era su símbolo de poder, una especie de corona para la abeja reina del instituto.
No fue, ni mucho menos, la primera en lucirla. La actriz Catherine Deneuve la hizo suya en los sesenta y Hillary Clinton y Lady Di la colaron en todo tipo de actos institucionales en los noventa.
Para conocer su origen hay que remontarse hasta la antigua Roma, donde la lucían tanto hombres como mujeres, ellas con motivos más enjoyados y ellos, a modo de cintas. De hecho, fue Julio César quien otorgó a la diadema el estatus de joya con sus hojas de laurel de oro.
Hoy ya no es sinónimo de prestigio histórico, de uniforme pijo o de inocencia. Ahora las cosas han cambiado y la gran culpable de que sea uno de los complementos que no pueden faltar en tu armario este otoño es de Miuccia Prada. La diseñadora italiana subió las diademas a la pasarela en su desfile para presentar la colección Primavera/verano de 2019 y ahí empezó el boom. De aquello ha pasado casi un año (la colección se presentó en octubre de 2018 en Milán), pero este verano hemos visto cómo este accesorio se colaba en los escaparates de marcas más asequibles como Zara, H&M o Asos.
“Me atrevería a decir que esta es una de las cada vez menos habituales tendencias que empiezan en la pasarela y se filtran a la calle, ya que, últimamente, las tornas se han invertido”, explica Laura García del Río, jefa de moda de la revista Woman Madame Figaro.
También es habitual verlas en Instagram, en perfiles de influencers como el de Chiara Ferragni, o copando alfombras rojas. No hay más que repasar las invitadas de los Oscar del pasado marzo. Las diademas han vuelto a la pequeña pantalla de la mano de Lucrecia, el personaje de Élite que quiere (y puede) recordar a Blair Waldorf. Huelga decir que se han convertido en el recurso favorito en muchas bodas.
Hay tantas formas de lucir una diadema como personalidades. Pueden aportar un toque de sofisticación a un look más desenfadado o conseguir el efecto contrario si quieres rebajar un estilismo más formal. Satinadas, de terciopelo, a modo de turbante o, como en el caso de Prada, con mucho volumen... Hay de todas las clases.
“Es un accesorio que pretende aportar personalidad, y por eso invita a buscar la originalidad, sobre todo en la manera de lucirlo. Cuando algo se convierte en tendencia o superventas, un gran número de gente termina llevándolo, así que la forma de desmarcarse no está tanto en el qué sino en el cómo se lleva”, destaca García del Río.
La estilista propone varias formas de combinarlas: un modelo enjoyado con una camisa, vaqueros y zapatos de tacón kitten, mezclarla con un vestido de princesa y deportivas, o combinar una versión de terciopelo trenzado con un traje sastre. “Como viene siendo el modus operandi estos años, la clave la dan los contrastes con un cierto deje irreverente. Lo streetwear (moda de la calle) se mezcla con lo formal; lo punk con Blair Waldorf; lo seductor con lo naïf”, señala la estilista.
Sarah Spellings, editora de la revista The Cut, tiene claro qué es lo más importante a tener en cuenta cuando te pones una diadema: la confianza. “Si hay algo que tienen en común los niños y los aristócratas —ambos han llevado este complemento sin importar las modas— es la confianza”, explica la periodista, que insiste en que si te sientes atraída por la idea de ponerte una diadema, “podrás defenderla”.
Hay modelos para todos los gustos, incluso si crees que este accesorio no es para ti. “Las acolchadas no se bajan del podio, ya sean lisas o trenzadas, y en materiales que van del raso al terciopelo”, explica la editora de Woman. También cotizan al alza las de joyas, perlas o cualquier tipo de pedrería. Aún así, García del Río apunta: “Las que Prada presentó en verano, con sus reminiscencias a Ana Bolena y al estilo renacentista, siguen marcando el paso”.
Tan importante como la ropa que elegimos es cómo llevamos el pelo. ¿Melena suelta o recogido? Una vez más, se apuesta por la individualidad. “Es tan libre como personal. Prima más la morfología del rostro y lo que mejor le siente a cada uno”, insiste la estilista de Woman. Ondas, melena lisa, semirecogido, coleta... No hay excusas para no dar a la diadema, al menos, una oportunidad.