¿Por qué el Tribunal Supremo es determinante para las elecciones y el futuro de EEUU?
La muerte de la juez progresista Ruth Bader Ginsburg abre la puerta a un refuerzo conservador de la corte que tiene en sus manos toda la legislación del país
El pasado viernes moría una mujer excepcional, la jueza del Tribunal Supremo de EEUU Ruth Bader Ginsburg. Su fallecimiento no sólo es un mazazo para el feminismo, para la lucha por los derechos humanos, para el progresismo, sino que abre una brecha en el Alto Tribunal que amenaza con condicionar la campaña de cara a las elecciones presidenciales del 3 de noviembre y el futuro político del país.
¿Por qué estamos ante un hecho tan determinante?
Porque la Corte Suprema de los Estados Unidos es el intérprete último de la Constitución del país. Por tanto, tiene que dar el visto bueno a las leyes que se redacten. De su aval o su persecución depende el futuro de cada articulado. Quien controle el Tribunal, controla su ideología y, al final, controla las normas. Hasta ahora, la campaña se centraba en si Trump, el excéntrico mandatario, seguía, tras sus mentiras, su nefasta gestión de la pandemia o la economía resentida. Ahora, se centra en una cruzada por la democracia, dicen los demócratas.
¿Cómo están las cosas?
La Corte se compone de nueve magistrados, con mandato vitalicio. Hasta que mueran, como le ha pasado a RBG (como era conocida por sus seguidores), siguen en el cargo. También se contempla la opción de que salgan con un impeachment planteado el Congreso, pero eso no ha ocurrido nunca. Los nombres de los componentes del Tribunal los propone el presidente y los confirma el Senado. Los magistrados son apartidistas, esa es la teoría, pero suelen comulgar con las ideas del mandatario que los ha nombrado. Le devuelven el favor, se puede decir. En este momento, había cinco magistrados nombrados por los republicanos y cuatro elegidos por los demócratas. Con la muerte de la juez, quedan en tres.
¿Cómo puede quedar ahora la balanza?
La muerte de Gibsburg deja un sillón libre. Si es Trump quien plantea un sucesor, cimentaría la mayoría conservadora, pasando de 5 a 4 a 6 a 3. Ese tribunal, temen los demócratas, bloquearía durante un par de generaciones avances progresistas, o incluso revertiría asuntos como el aborto. Lo hacen calculando las edades del resto de los miembros de la Corte, que van de los 53 a los 82 años. Sólo dos de ellos superan los 70. Los más jóvenes, además, son apuestas de Trump. Ahora hay mayoría conservadora, sí, pero el presidente, John Roberts, avalado por los republicanos, tienen un carácter “heterodoxo” que aún mantenía abierta la puerta a sorpresas, indica nuestro compañero del HuffPost USA Paul Blumenthal.
¿Ha pasado esto antes?
La situación recuerda a la de 2016: en febrero, el juez conservador Antonin Scalia murió y los republicanos se negaron a votar al candidato del presidente saliente, el demócrata Barack Obama, para sustituirlo. El candidato propuesto era Merrick Garland, pero los republicanos lo rechazaron por la cercanía de las elecciones, en las que finalmente fue elegido Trump. Tenían mayoría en el Senado y, por tanto, la sartén por el mango. Ni siquiera convocó a la audiencia de confirmación de Garland, porque era “año electoral”.
Si Trump, el candidato personalista, ajeno a la estructura del Partido Republicano, contó ese año con el arrope de todo el sistema conservador fue justo por el hueco en el Supremo, la posibilidad de nombrar a un sustituto de Scalia a su gusto, de su interés. Tiempo más tarde, el senador republicano Mitch McConnell reconoció que “el tema más importante, el que le dio a Trump 9 de cada 10 republicanos, fue el Tribunal Supremo”. El 26% de los votantes de Trump dijeron que el tribunal fue el factor más importante para votar, indica El País. La posibilidad de cambiar las cosas como determinante. En estos cuatro años, los analistas sostienen que también los demócratas han aprendido de la importancia de este flanco. Y ahora falta menos de mes y medio para los comicios.
¿Alguien hará caso a la última voluntad de Bader?
Ginsburg, en su lecho de muerte, consciente de esta situación de la Corte, pidió a su sobrina que trasladase al mundo su última voluntad: “Mi deseo más ferviente es que no se me sustituya hasta que no haya un nuevo presidente”. Trump ya ha dicho que hay que relevarla cuanto antes y, de hecho, baraja el nombre de dos mujeres afines a su causa. Sin embargo, no está claro si podría hacerlo antes de ir a las urnas. Los procedimientos en el Senado son lentos, protocolarios, y un trámite de esta naturaleza dura de dos a tres meses. Se puede forzar la máquina, reconoce la CNN, pero las consecuencias para el endurecimiento de la campaña pueden ser graves.
¿Puede mover ficha Trump incluso si pierde?
Si se impone el demócrata Joe Biden, no hay que olvidar que Trump seguirá siendo presidente hasta el 20 de enero -al mediodía, dice el protocolo- y los senadores republicanos siguen en sus escaños hasta finales de diciembre, en el bloque de la mayoría, por lo que en este periodo de interinidad también pueden elegir a alguien de su gusto. No es lo adecuado, no siempre se juega limpio en política.
Por el momento, dos senadoras conservadoras, Lisa Murkowski y Susan Collins, han anunciado su oposición a que se cubra la vacante dejada por Ginsburg antes de las elecciones. Los republicanos son mayoría en la Cámara Alta, con 53 de los 100 escaños, y necesitarían 51 votos para confirmar al nominado por Trump para el Supremo, con lo que solo pueden perder tres respaldos antes de que el presidente de la Cámara, el vicepresidente del país Mike Pence, pudiera emitir su voto privilegiado de desempate. Si aparte de Collins y Murkowski, dos senadores más de la bancada oficialista se opusieran a respaldar la nominación de Trump antes de los comicios presidenciales, los demócratas tendrían el apoyo suficiente para evitar que se produjera dicho nombramiento.
¿Cómo influye en los votantes?
Los dos partidos harán fuerza por defender una mayoría en la Corte, para así apuntalar sus promesas electorales, sus leyes estrella. Biden, por ejemplo, ya está alertando del efecto que puede tener en Sanidad, justo en mitad de la pandemia de coronavirus. Se refiere al Obamacare, blanco favorito de Trump, quien durante su campaña electoral en 2016 prometió que “de inmediato y desde el primer día” de su Presidencia acabaría con legislación. Durante estos años, los republicanos han planteado numerosos pleitos en los tribunales contra diversos aspectos de la ley. Una semana después de las elecciones de noviembre se espera que el Supremo estudie el futuro de Obamacare.
El Supremo, que algunos llaman la Tercera Cámara, es tan esencial que, en el año 2000, determinó incluso quién fue finalmente el presidente, dando la razón a George W. Bush frente a Al Gore ante un problema de recuento de votos en Florida. Leyes como las del aborto o el matrimonio homosexual han sido legalizadas de facto, también, por esta Corte.
Según una encuesta de Reuters / Ipsos publicada este domingo, el 62% de los encuestados, incluidos muchos republicanos, prefieren que el ganador de las próximas elecciones presidenciales sea quien designe a un posible sucesor de Ruth Bader Ginsburg en el Alto Tribunal.