Por qué el PP de Casado une su suerte a la de Vox en la pandemia
Las razones del PP para que los de Abascal sigan dictándole la agenda causan perplejidad...
Una pregunta ronda los círculos políticos de medio mundo, esos que no tienen que pensar en el número de muertos de cada día ni en la escasez de las mascarillas, sino en el medio -o corto- plazo: ¿cuántos gobiernos derrocará el coronavirus y qué deterioro democrático arrastrará? En España, Vox, el partido neofascista de Santiago Abascal, lo tiene claro. El Gobierno de Pedro Sánchez con Unidas Podemos es uno de los que tiene que ser derrocado. Para eso pide cada día, basándose en mentiras y bulos, un gobierno de “emergencia nacional” o de concentración.
Nada que no fuera esperado de una formación que en Europa se alinea con Le Pen, Salvini (Italia) o Víctor Orbán (Hungría). “Su falta de ética es tan indecente que no tienen problema en presentarse en el Congreso de los Diputados, sin hacer nada en sus despachos, después de que muchos de ellos se contagiaron en el acto que convocaron el 8M en Vistalegre”, reflexiona una politóloga, poco asombrada de los hechos de los de Abascal -ahora mismo no está claro que no queden anticuerpos aunque lo hayas pasado y lo sigas contagiando durante un tiempo-, pero sí perpleja ante lo que está haciendo, de nuevo, el PP de Pablo Casado. “Será que querían justificar el seguir cobrando las dietas”, responde con ironía la misma experta sobre Vox.
La perplejidad que despierta la actitud de Pablo Casado y los suyos se debe a las misteriosas razones para que los de Abascal sigan dictándoles la agenda. Poco después de que los de Vox se hicieran la foto en el Congreso -sin mascarillas, sin protección alguna-, Cayetana Álvarez de Toledo, la todopoderosa portavoz de Casado, se marcó el anuncio de que el PP volvería al Congreso nada más y nada menos que con la mitad de sus diputados. Al final, han rectificado. Una vez que lo hiciera también la presidenta del Congreso, la socialista Meritxell Batet, anunciando que mañana hay pleno y la semana que viene el Congreso retoma su actividad.
“Quien ahora mismo transmita la sensación de estar poniendo sus intereses políticos por encima de las necesidades de los ciudadanos, saldrá castigado”, apunta un conocido demóscopo que considera que está crisis traerá consigo una revolución social y nuevas elecciones el año que viene porque el Gobierno de Sánchez no logrará que haya Presupuestos y el impacto del desempleo será brutal.
La sociedad tiene en este momento una imagen autopositiva y compara la actitud modélica y colaborativa que están teniendo sus miembros con la que muestran los líderes políticos, y hay posturas que no proceden. Ya llegará el día en el que el PP se apropie de los más de 20.000 muertos que calcula el círculo de Casado que dejará la pandemia en España y los utilice como llevan haciendo años con las víctimas de ETA, animando a activar denuncias en los tribunales. Pero si quieren ser una alternativa de Gobierno y llegar a La Moncloa, seguir el paso a Abascal no es la vía más directa. Para qué elegir a la copia pudiendo optar por el original. Quienes se frotan las manos en el partido conservador pensando en que la frustración colectiva desalojará a Sánchez de La Moncloa, no están midiendo los pasos para lograrlo.
“Casado marcha al rebufo de Abascal desde el primer momento que fue elegido, no es nada nuevo. No sabemos que datos demoscópicos les han indicado que hay que renunciar a los votos del centro y del centroderecha, y que donde va a rascar votos es en la extrema derecha de Abascal. Pero esto genera un problema grave, y es que su actitud le convierte en un líder de la oposición poco o nada fiable en un momento en el que se necesitan acuerdos”, explica un exministro socialista, que ha trabajado en anteriores gobiernos. “Cada vez que el líder del PP declara su lealtad al Gobierno, tres minutos después, en las mismas frases, en la misma respuesta, se desdice y, por tanto, se desautoriza”, subraya la misma fuente.
En esa línea, la preocupación también se ha extendido dentro del Gobierno de Sánchez, agobiados por el cielo que se ha desplomado sobre sus cabezas y los infiernos que les aguardan cuando la pandemia amaine y la crisis económica devore el país. “O el PP nos apoya o va desaparecer. Si no se muestra como un partido de Estado, como en el 77 -Pactos de La Moncloa- esto va a ser tremendo. En la sociedad hay un caldo de cultivo para que el populismo de Vox arraigue”, reflexiona una ministra de Sánchez, que no tiene problemas en reconocer que también en sus filas se han cometido errores: “No debimos abandonar el Parlamento en un momento en el que las libertades se ven limitadas, aunque sea por causas mayores. Quizá nosotros hubiéramos debido ofrecer una comisión a la semana, pedir comparecencias, aunque luego la mesa no las hubiera aprobado”.
Que un partido de ultraderecha como Vox, que cuestiona cada día las instituciones del Estado de derecho, jugando a desgastarlas, y que ahora se pasa por la nariz el confinamiento, haya querido utilizar el regreso al Congreso contra PP y PSOE, es algo que no se perdonan ni socialistas ni los populares más templados, más allá de Álvarez de Toledo. Y el miedo a que los millones de parados y afectados que va a dejar la crisis del Covid-19 impulsen a Abascal hacía arriba, les persigue.
“Seguramente, ninguno somos capaces de imaginar cómo va a ser la crisis económica de profunda. Va a ser la primera vez, por ejemplo, que en el plazo de un par de meses nos topemos con un millón y medio de parados. Eso jamás lo hemos conocido, ni en el 2008. Pero aún así, ¿quién va a confiar en un personaje y un equipo económico como el de Abascal, si eso sucede? ¿Qué instituciones económicas, qué empresarios?”, se pregunta uno de los politólogos más conocidos del país, recordando que estamos dentro de la Unión Europea.
Y pese a todo, dentro de esa UE que ahora no responde a la Europa del sur -otra vez- también hay personajes como el presidente húngaro, Victor Orbán, que se acaba de hacer con el poder prácticamente apoyándose en el coronavirus. Y pese a todo, insiste la misma fuente: “hasta los de Vox cambian. Mira lo que ha pasado en Murcia y Almería, lugares donde Vox tiene un enorme caldo de cultivo. Ahora los mismos dirigentes empresariales que manifestaron sus simpatías y tolerancia con los de Abascal, se llevan las manos a la cabeza, porque no tienen mano de obra para recoger las cosechas. Y quieren que se hagan medidas para que vuelvan los inmigrantes. Esos para los que Vox pidió que no se les atendiera durante la pandemia. Nunca se sabe, y en economía menos, porque los economistas tienen asumido que solo son capaces de predecir el pasado”.
Lo que es un hecho es que al PP de Casado las cacerolas de las 9 de de cada noche en algunas capitales en apoyo de Vox le ponen más que nervioso. Con datos o sin ellos, el líder de la oposición pierde terreno bajo sus pies poco firmes. Al menos tan poco firmes como los del Gobierno de Sánchez e Iglesias cuando abordaron una pandemia que ha dejado el cielo caído sobre sus cabezas y aún no tienen la pócima. Ni a ningún Óbelix que haya caído dentro del caldero. Sánchez está demasiado flaco y ocupado en dar discursos los sábados por la tarde. Hasta mañana, que regresa el Pleno al Congreso.