Por qué caen los árboles en el Retiro: los factores de riesgo del parque madrileño
Este fin de semana un niño de cuatro años murió al caerle encima un pino.
El caso del niño de cuatro años muerto el pasado sábado tras caerle un árbol encima ha reabierto el debate sobre el estado de conservación del parque madrileño del Retiro. En los últimos años, los incidentes con árboles caídos o ramas partidas se han multiplicado en cuanto el clima ha ofrecido su lado más adverso. Ya en 2014 falleció otra persona por la misma causa.
El parque más emblemático de la capital presenta varios factores de riesgo que no siempre se pueden esquivar. Por ahora, la única medida tomada por el Ayuntamiento de Madrid ha sido la activación del protocolo por clima adverso, que el sábado se había activado media hora antes del suceso. Cerrar el parque es uno de los puntos que contempla dicho protocolo que continuará durante toda la Semana Santa.
"El Retiro es un jardín histórico. Muchos de los árboles son muy antiguos y en los últimos 100 años se han estado plantando sin mucho criterio", señala Mariano Sánchez, conservador del Real Jardín Botánico de Madrid y miembro de la Mesa del Árbol del Ayuntamiento de Madrid, un órgano consultivo creado por el Gobierno actual de Ahora Madrid. "Hay 19.000 árboles y son demasiados porque son muy grandes y se molestan unos a otros", afirma Sánchez.
Suelos débiles, raíces poco arraigadas, viento y lluvia
Javier de la Puente, presidente de la Asociación de Amigos de los Jardines del Buen Retiro añade que se ha estado plantando muy mal durante muchas décadas. "Hay árboles en praderas de césped y eso es una barbaridad", afirma de la Puente, que es ingeniero forestal y de montes.
Estas praderas necesitan mucha agua que cala a 25 centímetros del suelo, según explican los expertos. "Por tanto, las raíces de los árboles no hacen el esfuerzo de expandirse para buscar los nutrientes y se conforman con lo que les llega de la superficie", señala de la Puente.
Juan García, de Ecologistas en Acción, apunta además que los árboles que más problemas están causando son los pinos piñoneros. "No son especies de ciudad, vienen de terrenos muy agrestes y desarrollados donde se tienen que expandir mucho, pero cuando los traemos a terrenos urbanos se acomodan y las raíces se vuelven perezosas", explica.
Esto crea un problema de anclaje al suelo porque el pino tiene una copa muy grande y hace un efecto de vela. "Es como un velero. Si hace mucho viento, el velero va muy rápido. Así que hay que sujetar muy bien el casco", afirma Sánchez.
El efecto de vela se puede evitar podando los árboles para que el aire pueda entrar entre las hojas. Pero esto no siempre funciona porque el pino que el viento succionó el el sábado estaba podado.
El clima no ayuda
Las abundantes lluvias de las últimas semanas también han agravado el problema. "Normalmente la lluvia suele mojar 20 o 30 centímetros de tierra. No suele profundizar más. Pero con todo lo que ha llovido el agua ha podido penetrar hasta 50 centímetros. Y el agua con el viento hace que las raíces se separen de la tierra", explica Sánchez.
Además, a la hora de revisar un árbol, los expertos señalan que no se puede saber lo que está pasando a 50 centímetros del suelo. "En una revisión se pueden ver muchas cosas, cómo están las ramas, si hay cavidades, etc, pero no sabemos qué está pasando tan abajo", asegura Sánchez.
Muchos y muy grandes
El conservador del Botánico añade un factor más de riesgo al arbolado del Retiro: las especies son muy grandes. "Puede haber 19.000 árboles si algunos son de porte grande, otros de porte mediano y otros pequeño. Pero si la mayoría son grandes, tenemos un problema: no caben las copas y hay que podar. Y al podar se generan muchos problemas en las ramas", explica. Sánchez afirma que la alternativa es cambiar las especies e introducir ejemplares medianos y pequeños.
El futuro
"A mí me gustaría que hubiese un protocolo de obligado cumplimiento en cuanto a la plantación de los nuevos árboles para que dentro de 50 años se sepa quién autorizó la plantación, cómo se hizo, qué medidas se usaron para el agujero...", señala de la Puente.
Todo esto está contemplado en el Plan Directivo del Retiro, aprobado en marzo de 2016. "Pero es un plan a 40 años vista", asegura Sánchez.
Problema heredado
De la Puente propone revisar la fuerza de tracción de todos los árboles del Retiro y determinar cuáles son peligrosos y cuáles no. "Pero siempre hay que tener en cuenta que los árboles son seres vivos y es muy difícil saber si están enfermos", afirma el ingeniero.
Sánchez cree que es el momento de tomar la decisión de talar los árboles dañados. "Hay unos 140 árboles peligrosos. Se han estado podando para intentar conservarlos, pero si hay que talar, hay que talar", señala.
A pesar de ser ecologista, García se muestra de acuerdo con esta decisión. "Un árbol no es eterno, tiene un ciclo vital", afirma, aunque admite que se trata de un tema muy polémico y reconoce que en muchas ocasiones le han llamado arboricida por mostrarse partidario de eliminar los árboles enfermos.
"Dentro el ecologismo hay distintas visiones. Hay quienes se oponen a la tala porque las aves anidan mejor en las cavidades de los árboles viejos. Pero nosotros creemos que hay que tener en cuenta muchas variables y que hay que priorizar la vida humana y que no haya daños a las personas y bienes", señala.
La seguridad ante todo
"Si los árboles están mal, hay que eliminarlos. Eso sí, habrá que buscar los medios para que no sea tan traumático, hacerlo de forma paulatina y hablar con la población y explicar los motivos por los que hay que hacerlo", afirma García.
En cuanto a la conservación del parque, de la Puente asegura que en los últimos años las situación del Retiro ha cambiado radicalmente. "Me consta que se están haciendo cosas, pero eso no quita que estemos expuestos a un riesgo porque es un problema de muchísimos años que no se puede compensar a corto plazo", afirma.