Por qué a China le cuesta tanto dar marcha atrás a su política de ‘cero covid’ ahora
En unas protestas casi sin precedentes, los chinos piden una tregua en la agresiva estrategia frente al coronavirus, pero al Gobierno se le atraganta la salida.
Cuando el pasado mes de febrero China asombró al mundo (de nuevo) al implementar a rajatabla su política de ‘covid cero’ para los Juegos Olímpicos de invierno –provocando escándalos incluso entre los atletas–, numerosos epidemiólogos tacharon el objetivo de cero contagios de “muy difícil”, “prácticamente imposible” y “con poco sentido”.
Australia, Nueva Zelanda y Singapur ya habían dado marcha atrás en esta política que trata a toda costa de evitar la entrada del coronavirus y, llegado el caso, de impedir su expansión dentro de las fronteras nacionales. Tras el colapso económico y al ver que el resto del mundo se acostumbraba a la ‘nueva normalidad’ pandémica, estos tres países vieron poco realista su meta, y a finales de 2021 abandonaron la idea de seguir persiguiendo uno a uno los contagios.
China mantiene desde 2020 esta política, y no ha dado muestras de dudar de ella ni en los Juegos Olímpicos ni durante los draconianos encierros por covid que se llevaron a cabo en Shanghái en la primavera de 2022. Gente aislada pasando hambre y sin acceso a atención médica, suicidios, padres separados de bebés, mascotas muertas… La indignación por lo ocurrido en Shanghái creció y se extendió, pero ha sido ahora, en noviembre, cuando el hartazgo de la población china ha estallado.
Las muertes del incendio en Urumqi (y muchas más)
El punto de inflexión fue la muerte de diez personas en el incendio de un edificio en Urumqi (en el noroeste del país) el pasado jueves. La gente denunció que el incendio y los heridos no pudieron ser atendidos a tiempo por culpa de los bloqueos por covid. Aunque las autoridades insistieron en que las puertas del edificio no estaban bloqueadas, en este tiempo era habitual poner tablones en las puertas de las viviendas de personas confinadas, algo polémico por el peligro que comporta.
No era la primera vez que, aparentemente, el remedio –de cero covid– resultaba peor que la enfermedad –el propio covid–. La agencia EFE recuerda que en China ha habido hospitales que han denegado el acceso de pacientes que no contaban con una prueba PCR negativa, causando al menos dos abortos en mujeres embarazadas en Xian a principios de año. Ya en septiembre, 27 personas murieron también en un accidente de un autobús que iba de madrugada a un centro de cuarentena, lo que hizo preguntarse a la sociedad por la verdadera utilidad de las estrictas políticas chinas.
Las protestas actuales contra la política de ‘cero covid’ cumplen prácticamente una semana y ya hay quien habla de la mayor revuelta popular china desde Tiananmén, en 1989. El folio en blanco se ha convertido en el símbolo por excelencia de las movilizaciones, denunciando al mismo tiempo la censura ante la falta de derecho a manifestarse en China. Voces autorizadas plantean incluso que las protestas podrían hacer tambalear al todopoderoso presidente Xi Jinping.
Por otro lado, los epidemiólogos se preguntan si, en la práctica, China puede sostener a medio plazo los exhaustivos rastreos y aislamientos de contactos covid cuando, por primera vez, hay más de un millón de personas en observación, y las cifras siguen subiendo.
¿Por qué no cede China y retira su política contra el covid?
Porque es un régimen autoritario, sí, pero probablemente también porque esa retirada supone ahora un coste sanitario bastante alto.
Con una población de más de 1.400 millones de personas, la mortalidad por covid en China sigue siendo baja, pese a haber sido el origen y epicentro de la pandemia a comienzos de 2020. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), China ha registrado desde entonces 30.192 muertes por coronavirus, frente a los 116.000 fallecidos que ha habido en España, con 47 millones de habitantes.
La inmunidad falla
Ahora, la capacidad de respuesta inmunitaria de la población china frente al virus está en entredicho. En primer lugar, porque el virus no ha circulado apenas, con lo cual la gente no ha desarrollado la inmunidad natural tras superar la infección; en segundo lugar, porque la vacunación no ha sido un punto fuerte dentro de la estrategia china.
El Gobierno chino no ha autorizado el uso de vacunas de ARN mensajero –como las de Pfizer y Moderna–, apostando todo a las vacunas nacionales, como las de Sinovac o Sinopharm, aparentemente menos efectivas frente al coronavirus.
Además, hay un sector de la población que se ha resistido especialmente a la vacunación, y es precisamente el más vulnerable: los ancianos. Según recoge The Washington Post, sólo el 40% de los chinos mayores de 80 años han recibido la dosis de recuerdo de la vacuna, un porcentaje que asciende hasta el 66% en el caso de los mayores de 60.
La capacidad asistencial ante tal oleada, en entredicho
Hace sólo unos días, la consultora Airfinity, reconocida por sus estudios sobre el covid, publicó un artículo en el que señalaba que si China pone fin ahora a su estrategia de ‘cero covid’, podrían morir entre 1,3 y 2,1 millones de personas. Principalmente debido a la falta de inmunidad híbrida entre la población (inmunidad natural por infección + inmunidad vacunal), lo cual provocaría una oleada sin precedentes de casos graves que colapsaría el sistema sanitario. Según las estimaciones de Airfinity, China podría registrar entre 167 y 279 millones de casos de covid, lo cual daría como resultado hasta 2 millones de muertes.
Los cálculos de la agencia Bloomberg van en la misma línea, al apuntar que si el país abandona de repente sus restricciones, 5,8 millones de personas requerirían cuidados intensivos, algo impracticable en un país con sólo 3,6 camas UCI por cada 100.000 habitantes.
¿Cuál es la vía de salida?
Según la doctora Louise Blair, responsable de Vacunas y Epidemiología de Airfinity, la clave es que China acelere la vacunación antes de levantar la estrategia de covid cero, especialmente entre los mayores. Luego, tendría que forjar una inmunidad híbrida progresiva para hacer frente a las siguientes olas de covid con un menor impacto.
“Esto se ha mostrado efectivo en otros países y regiones”, señala Blair. E incluso en Hong Kong: “Mientras que los esfuerzos por vacunar a los vulnerables antes de abrir [la región] probablemente suavizaron el impacto de la primera ola, su protección se ha visto reforzada por la inmunidad híbrida de las infecciones en masa posteriores, lo cual ha dado lugar a oleadas con mucho menos impacto y mortalidad por covid”.