¡Por fin historias contadas por mujeres!
Que las mujeres cuenten sus propias historias y estas formen parte del imaginario es algo inusual hasta la fecha.
Lo confieso: me aburren las películas de hombres. Podrá sonar muy borde (ya estoy acostumbrada a que cualquier cosa que diga contraria a lo establecido me convierta en el mismísimo Hitler) pero es una declaración de lo más sincera. Os prometo que lo intento y pongo todo mi empeño. Yo me siento ahí delante de la tele, del ordenador o de la pantalla de cine ataviada con manta, dulces y hasta cuerdas de sujeción, pero es ver aparecer a los mismos tipos chulescos de siempre, aderezados con disparos, bombas, carreras de coches o despachos de lujo en Manhattan y mi boca se abre automáticamente. Sabe que en las próximas dos horas necesitará reservas de oxígeno a mansalva y no hay palomitas ni refrescos que valgan: a los veinte minutos empiezan las cabezadas.
He visto tantas historias contadas desde una única perspectiva (la masculina) que estoy empachada, mi cuerpo ha dicho basta. El cerebro, que es muy sabio, debe tener un sistema de autodefensa que se enciende cada vez que escucha una música épica: “¡alerta, alerta! ¡ya está aquí el pesado de Russell Crowe para vengar a nosequién y matar a nosecuántos!, ¡cierren compuertas y escotillas: que no pase ni una demostración de virilidad más!”. Qué pereza da ver los mismos relatos una y otra vez cuando aún tenemos temas vírgenes por explorar.
Pero este año estamos de enhorabuena ¡por primera vez en la historia hay tres mujeres candidatas a ganar el Globo de Oro a la mejor dirección! Chloé Zhao, Emerald Fennell y Regina King, dos de las cuales también están nominadas a mejores guionistas. Esto no es fruto de la casualidad ni tampoco se debe a Mercurio retrogradando, es una clara muestra de un cambio en la industria audiovisual y de los gustos y necesidades del público. Tenemos sed de otras perspectivas, necesitamos diferentes puntos de vista que enriquezcan nuestra visión del mundo. No es que la mirada masculina tenga nada de malo, es que comer todos los días el mismo menú no es sano. Que las mujeres cuenten sus propias historias y estas formen parte del imaginario es algo inusual hasta la fecha, por ser muy pocas las que han tenido acceso a los medios y recursos para hacerlo. Apoyar la diversidad de miradas no es un capricho de unas cuantas sino un beneficio para toda la audiencia. Nutrirnos de una sola forma de ver el mundo reduce nuestras opciones a la hora de elegir, contrastar y desarrollar una opción personal y también nos vuelve más intolerantes a la hora de aceptar posturas diferentes.
Esto no significa que todas las historias contadas por hombres carezcan de interés. Existen perspectivas masculinas que nos ofrecen otros retratos de hombres, como la de la candidata a Mejor Serie Dramática, The Mandalorian, cuyo protagonista es cuidador y se ocupa del Bebé Yoda. También algunas que muestran roles femeninos inteligentes y decididos, como la historia de Gambito de dama, interpretada por Anya Taylor-Joy, candidata a mejor actriz en comedia y miniserie, y que encarna a una ajedrecista valorada por su talento y no un papel secundario de mujer florero.
Las preferencias de la audiencia están cambiando en el mundo entero, por eso no es de extrañar que en España la sustitución de Pablo Motos por Nuria Roca como presentadora eventual de El Hormiguero haya causado tanto furor. La audiencia ha agradecido ver ¡por fin! a dos mujeres charlando en prime time. Y es que en contenidos televisivos nos pasa exactamente lo mismo, estamos saturadas de ver solo a presentadores masculinos. Pablo Motos es el Russell Crowe de la televisión: versión mini, pero igual de tostón. Ojalá esta tendencia se vaya ampliando cada vez más y podamos disfrutar, no solo de la perspectiva femenina sino también de las de otras culturas, tendencias sexuales y clases sociales. Cuanta mayor diversidad, mayor libertad.