Qué está pasando en el Polo Norte y qué tiene de "misterio" para que la NASA lo investigue
La presencia de dos "cúspides polares" o brechas a unos 400 kilómetros de altitud inquieta por los efectos que está generando.
Un misterio al que la NASA busca explicación científica. Dos “brechas” en los polos Norte y Sur inquietan a la comunidad científica desde hace tiempo. Los especialistas ya han observado cosas desconcertantes a unos 400 kilómetros de la altura, en la ionosfera, y ahora han dado el paso a estudiarlo en el terreno.
Se trata de dos “cúspides polares” que modifican la presión atmosférica en la zona. Un fenómeno aún sin aclarar que ralentiza las naves que sobrevuelan ese punto y que desajusta las señales de radio y GPS. Investigarlo no es un plan nuevo, pero como en tantas otras situaciones, la pandemia ha trastocado las previsiones. No ha sido hasta finales de 2021 cuando la NASA se ha metido de lleno con su misión CREX-2, que trata de responder in situ qué está ocurriendo en el Polo Norte, como explica a El HuffPost Mar Gómez, meteoróloga y experta en Ciencias Físicas.
“Las cúspides polares las tenemos cerca de ambos polos y es, por así decirlo, una brecha en el campo magnético del planeta, una especie de escudo que nos protege de las partículas del sol en todo el globo excepto en esos dos puntos. Justo ahí, las partículas entran en la atmósfera terrestre, algo que se ve muy fácilmente cuando se forman las auroras boreales, pero ahora se han medido cuestiones diferentes”, aclara la especialista, que ha llegado a tratar el tema en Cuarto Milenio.
Estas cúspides llevan investigándose unos 20 años, pero los científicos han detectado alteraciones de radio, gps y sondas espaciales en los últimos tiempos. Según sus mediciones, “a unos 400 kilómetros de altura esas sondas parecen quedarse atrapadas, como si tuvieran un freno”, explica Gómez. En ese punto la densidad del aire aumenta “en un factor, 1,5, que es una barbaridad, máxime cuando lo normal es que según subes, la densidad baje”. “Si la densidad del aire debería caer y no cae es porque hay algo que lo sustenta arriba y es lo que no se sabe y lo que inquieta a la NASA”, añade. Eso sí, deja claro que no hay riesgos para la población.
La propia agencia no evita palabras como “misterio” o “extraño” al describir su programa. “No se puede simplemente aumentar la masa en una región en un factor de 1,5 y no hacer nada más, o el cielo se caerá”, apunta Mark Conde, físico de la Universidad de Alaska Fairbanks e investigador principal del experimento. Habla de “algo invisible que soporta esa masa extra”, entre varios posibles factores.
Ahí nace la misión que la NASA ha enviado al Polo Norte. Se trata de un cohete que. a su vez, integra alrededor de una veintena de pequeños cohetes. Son como 20 latas de refresco, por su tamaño, que llevan trazadores de vapor, partículas similares a las que tienen los fuegos artificiales que reaccionan con el aire y estallan a diferentes altitudes para pintar el cielo con diferentes colores.
Desde la NASA detallan que estas particulares ‘latas’ cuentan con su propio motor y se mueven en cuatro direcciones. Una vez rompan a colorear el cielo, la observación resulta clave. Por ello se han situado varios observatorios desde donde comprobar los patrones creados, por ejemplo Reikiavik (capital de Islandia) o la isla noruega de Svalbard.
¿Qué pretenden con esa ‘decoración’ colorida de los cielos en el Polo Norte? “Principalmente, determinar si la clave viene por un patrón de viento, porque ellos manejan varias hipótesis”, prosigue Gómez. “Por un lado, los efectos eléctricos y magnéticos de la ionosfera, una capa ionizada por la radiación del sol. Por otro, podría ser que el aire fuera más denso por debajo y generara vientos que sustentaran por debajo”.
La tarea no solo será costosa, sino muy compleja por las limitaciones del entorno. “Es una misión realmente difícil porque cuenta con una ventana de estudio muy corta, solamente una o dos horas cada jornada, al mediodía y cuando el cielo esté despejado”. Además, la agencia precisa que para que se den las condiciones idóneas, el horizonte no solo debe estar despejado, sino oscuro para poder contemplar el brillo de los trazadores. Por ello, el cohete se ha lanzado en temporada invernal, cuando apenas hay luz solar en las latitudes extremas del norte.
No hay plazos para responder al fenómeno. “Yo estimo que permanecerán varios meses o todo el año allí”, aventurMar Gómez, aunque las previsiones podrían irse más allá. Todo sea por aclarar el “misterio”.