Política: Diálogo y entendimiento
Escuchar más al de al lado y volver a la palabra.
El pasado miércoles el Capitolio de EEUU, donde reside la soberanía Nacional, fue asaltado por partidarios de Donald Trump. Desde luego que tras los últimos cuatro años de política de muros, de nacionalismo excluyente, de confrontación y fake news por parte del presidente de la primera potencia del mundo ahora observamos los resultados, pero… ¿Cuánta gente desde sus casas avalaría en el mundo un acto de esta magnitud? ¿Será esta acción el final de una forma de hacer política o el inicio de una reacción internacional?
Aquí vemos en el debate político cómo algunos partidos construyen realidades paralelas que no responden a las necesidades de las personas. La consecuencia es que provocan un distanciamiento y falta de diálogo generando burbujas de individuos que piensan igual, ya que destruyen las verdades comunes como sociedad. Sólo estamos cómodos hablando con quien pueda darnos la razón, porque estamos tan convencidos de lo que pensamos que no hay margen para la duda ni para hacernos preguntas a uno mismo, que es donde nace la crítica, tan necesaria.
Se ha simplificado la política a un mundo donde los políticos son o héroes o villanos, donde los seguidores no son votantes, son aficionados y donde sólo se entiende la victoria y no el diálogo.
Todo esto provoca que las personas vivamos atadas a los acontecimientos, al bombardeo constante de información en un interminable presente continuo, donde no hay capacidad de escribir un relato de la historia común como sociedad, ni pensar en futuros horizontes de unidad, ni como personas que conviven en un mismo planeta, ni siquiera como país.
La política debe estar cargada de sentimientos, el político debe amar sus ideas, pero no se puede utilizar los sentimientos de las personas contra otras personas. Es cierto que tiene un efecto movilizador mayor, pero también unas consecuencias gravísimas para nuestra convivencia y, en definitiva, para nuestra democracia. Debemos aislar a esos intolerantes que sólo quieren dividir e infundir miedo, a los que cada día insultan y agreden al que piensa diferente.
El continuo cuestionamiento de nuestros representantes, con frases como “Gobierno ilegítimo” o “golpistas”, sin añadir ningún elemento racional; el debilitamiento de nuestras instituciones, faltando a la verdad a sabiendas, sin tener un marco común de convivencia; el individualismo radical haciendo prevalecer cada uno sus intereses propios, sin una mirada en un bien común, y la utilización de la gente para confrontarla tiene consecuencias gravísimas en el día a día de las personas: amigos divididos, familias enfrentadas, insultos continuos en redes, ridiculización del rival...
Si seguimos con esta tendencia de cada vez más crispación... cuál será el punto final o el punto de no retorno. Esto nos debe recordar que cada generación debemos hacer nuestras las luchas y logros pasados para mantenerlos y mejorarlos.
Para muchos la política hoy es una mala palabra, pero no se pueden ignorar las estrategias e intereses que buscan debilitarla para dominarla por la economía o reemplazarla por alguna ideología. Sin política estamos perdidos, debemos escuchar más al de al lado, volver a la palabra y cambiar monólogos por diálogos para fortalecer nuestra democracia o lo que vimos el pasado miércoles será el inicio de algo más grande.