Podemos: de azul y ‘¡en marcha!’
Un ejercicio parlamentario maratoniano, calificado, según la perspectiva, como teatro, maniobra estratégica para acorralar al PSOE o, por el contrario, iniciativa necesaria y urgente ante la situación de excepcionalidad democrática que vive el país por la acumulación de casos de corrupción del Partido Popular en el Gobierno. Es difícil añadir alguna observación nueva a todo lo ya publicado sobre la moción de censura defendida por Unidos Podemos en el Congreso esta semana y, probablemente, la verdad (ese término tan elusivo) sobre su motivación y objetivo tenga un poco de todo lo anterior.
En todo caso, la mayor parte de analistas coinciden en que Pablo Iglesias se mostró más moderado de lo habitual, tanto en su actitud como en su retórica. Al fin y al cabo, debía revelarse como presidenciable. El lenguaje más intenso y emocional fue responsabilidad de la portavoz de Podemos, Irene Montero, que abrió el debate con contundencia, quizá para hacer todavía más evidente la moderación del candidato a presidente, además de para reafirmarse como lideresa y consolidar el perfil feminista de Podemos, menos visible hasta ahora.
Como parte de la estrategia de mesura, hubo una clara apuesta por el azul en la indumentaria de ambos. Nada es casual en la elección de vestimenta de los líderes de Podemos en ocasiones como esta. Tanto Montero como Iglesias optaron por americanas de tono azul, la de Iglesias más clara, y top y camisa blanca, respectivamente; e Iglesias lució corbata azul sobre camisa blanca el segundo día de debate de la moción. Como he explicado anteriormente, el azul, además de ser el color asociado al conservadurismo político, es el color del consenso y la paz, un color ubicuo en la actualidad que transmite confianza. Así lo entendieron recientemente tanto Emmanuel Macron como Marine Le Pen en las elecciones presidenciales francesas cuando apostaron muy claramente por este color en sus carteles de campaña para la segunda vuelta.
Para quienes han seguido la campaña de Macron en Francia, tampoco pasó desapercibida una frase que repitió Montero en su discurso varias veces: la España que está en marcha y que puede interpretarse como una paráfrasis de La République en marche!, el eslogan y nombre completo del movimiento En Marche! que aupó a Macron a la presidencia francesa. Cuesta pensar que se trate de una coincidencia. La expresión 'estar en marcha' sugiere dinamismo y progreso. Evoca, asimismo, al pueblo marchando para defender sus derechos e incluso arrebatar el poder al régimen vigente. Este último significado es todavía más patente para los franceses: su admirada (y sangrienta) Marsellesa incluye el verso Marchons, marchons! (¡Marchemos, marchemos!) en el estribillo.
Hace un año se debatía la vocación socialdemócrata de Podemos cuando decía identificarse con el modelo escandinavo y presentaba su famoso programa electoral que emulaba el catálogo de Ikea. Hoy los aparentes guiños de Podemos al macronismo – que algunos definen como centrismo radical o insurgentes de centro – son más discretos. En Marche! es una fuerza con la que, en principio, Podemos comparte poco ideológicamente hablando. Comparte, eso sí, la voluntad de superar (o dinamitar) el sistema de partidos vigente y la determinación de hacer realidad lo que a priori parece imposible: llegar al Gobierno en un tiempo récord a partir de un movimiento sin estructura partidista. En el caso de Macron, esto ha sucedido. Sin entrar en las múltiples razones de su éxito, no debería sorprender que la formación morada, siempre hábil a la hora de captar nuevas tendencias, tome nota de algunos recursos estilísticos y retóricos del macronismo.