Por qué es tan polémico el nuevo plan de Macron sobre inmigración
O cómo el Gobierno francés va acercándose (peligrosamente) a posturas como la de Sarkozy o Le Pen.
Si Emmanuel Macron ha sido bautizado como el presidente del ‘sí pero no’, es por algo. Ahora es un ‘sí a los inmigrantes, pero depende de cuáles’ lo que entona el mandatario francés.
Este miércoles, 6 de noviembre, el Gobierno galo presenta sus 20 medidas sobre la inmigración “para luchar contra el fraude y los abusos” -en palabras del primer ministro, Édouard Philippe- en medio de las críticas que cuestionan a Macron por virar (demasiado) hacia la derecha en esta materia.
Cuotas de entrada de inmigrantes en función de las necesidades del mercado laboral, tres meses de espera hasta que los demandantes de asilo puedan acceder a la Seguridad Social… estas son sólo dos de las 20 flamantes medidas que ha anunciado el Gobierno francés, y que no han gustado nada a las asociaciones que trabajan con inmigrantes y solicitantes de asilo.
El Gobierno lo plantea como un “equilibrio [...] entre la máxima severidad y la máxima apertura”, pero otros lo ven como una forma de “arruinar la vida” a los solicitantes de asilo. “Bajo la apariencia de un plan algo tecnocrático, es una reforma que arruina la vida de la gente”, denuncian las asociaciones a la edición francesa del HuffPost.
Se refieren, en concreto, a una de las nuevas medidas aparentemente anodina que puede cambiar la vida de los migrantes: el subsidio para los solicitantes de asilo (ADA, en francés) dejará de ser dinero físico para convertirse en una tarjeta únicamente de pago. Por tanto, los demandantes de asilo en Francia sólo podrán utilizarla en lugares que acepten pagos con tarjeta.
“El objetivo es que este subsidio sirva exclusivamente para satisfacer sus necesidades y no para generar economía informal”, explica al HuffPost Francia Didier Leschi, director de la Oficina francesa para la Inmigración y la Integración (OFII). Y, sin embargo, otros consideran la medida “totalmente desconectada de las necesidades del terreno y de las personas”. Así lo estima Florent Guéguen, director de la Federación de actores de la solidaridad (Fnars).
Teniendo en cuenta que los solicitantes de asilo no tienen derecho a trabajar y que el subsidio asciende a 190 euros al mes por persona o 470 por familia, Guéguen no ve cuál es la utilidad de esta medida más allá de dificultar la vida a los recién llegados. “No podrán retirar dinero del cajero y sólo podrán pagar sus gastos cotidianos con tarjeta, sin pasarse del montante diario que les corresponde”, señala. “Muchas veces compran en mercadillos o hacen pequeñas compras que no se pueden pagar con tarjeta. Ya no podrán comprar una barra de pan. ¿Os lo imagináis, vivir sin dinero?”, plantea. “Para nosotros, el objetivo es disuadir a las personas para que no pidan la ayuda”, critica Guégen.
No obstante, esta no es la única medida polémica. A partir del próximo verano, Francia establecerá anualmente “objetivos cifrados o cuotas” de entrada de inmigrantes por motivos de trabajo en función de las necesidades de su mercado laboral, para tratar de cubrir los oficios para los que no hay una mano de obra local cualificada.
En una entrevista al canal BFMTV este martes, la ministra francesa de Trabajo, Muriel Pénicaud, insistió en que el número de esos inmigrantes profesionales “por oficio y por territorio” irá “en función de las necesidades” del mercado de trabajo francés, y recordó que la prioridad seguirá siendo la formación de los jóvenes y los parados que hay en Francia para que puedan ocupar esos puestos de trabajo.
La izquierda ve que con esta medida el presidente trata de emular a su predecesor, el conservador Nicolas Sarkozy, que ya intentó establecer un sistema de cuotas, o de plegarse a las exigencias de la extrema derecha.
Lo cierto es que Macron tiene en mente que su rival para las elecciones presidenciales de 2022 será Marine Le Pen, líder de Reagrupamiento Nacional (antiguo Frente Nacional) y no quiere que la ultraderecha monopolice el tema de la inmigración, como ha venido haciendo hasta ahora.
Precisamente esto echaron en cara al presidente cuando anunció el endurecimiento del acceso a la sanidad que incluye su nuevo plan migratorio. A partir de ahora, los demandantes de asilo deberán esperar tres meses antes de poder acceder a la Seguridad Social; antes de este plazo, sólo tendrán derecho a cuidados “urgentes y vitales”, señala Le Monde.
Macron trató de argumentar su giro hace un par de semanas en la revista conservadora Valeurs Actuelles con unas declaraciones bastante contestadas. “Si yo no hago este trabajo, la gente ya no nos dejaría defender el derecho de asilo. Dirían: ‘Ya no podemos más, miren, se lo quedan todo’”, señaló sobre la limitación de la cobertura sanitaria. Y sobre las cuotas de inmigrantes: “Prefiero a gente que venga de Guinea o de Costa de Marfil legalmente que redes clandestinas búlgaras o ucranias”.