Pina Bausch, bailando la angustia
¿Cómo podríamos distinguir al danzante de la danza? La pregunta no es mía, es de Yeats, y encierra una de las claves que suelen distinguir a los genios de los que no lo son: la capacidad de no establecer distinciones entre lo que uno es y lo que hace. Participando de esta genialidad, la bailarina y coreógrafa alemana Pina Bausch, muerta en 2009, ha dejado un testamento de movimientos, un vendaval de gestualidades, que se puede encontrar, en lo que es a la vez una introducción y un homenaje, en el documental homónimo estrenado en 2011 y dirigido por Wim Wenders.
¿Quién fue Pina Bausch? La pregunta es mía, no de Yeats. Esta mujer menuda, de mirada maternal y ambiciosa a la vez, fue una pionera de la danza contemporánea. Y a los pioneros, aunque fracasen, no siendo este el caso, hay que rendirles tributo cada cierto tiempo, por modesto que sea: nacida en Solingen en 1940, se formó entre Alemania y Estados Unidos, de donde volvió para convertirse con el paso de los años en el mito artístico del Tanztheater de Wuppertal. Y si terminó por conquistar su disciplina, por explorarla obsesivamente, fue gracias a su visión revolucionaria del comportamiento del cuerpo humano en el escenario, al hecho de que siempre fue capaz de no dejar a nadie acomodado en la indiferencia, que es lo más triste que puede hacer alguien que se considere artista.
En Pina, documental con tintes de elegía y carta de amor, se asiste a la conjugación de la delicadeza y el vigor, de la fragilidad y la dureza de los bailarines y bailarinas que pasan de los movimientos más esenciales a los ritmos frenéticos de los cuerpos que se extasían en grotescas repeticiones. Esta danza teatro que desarrolló Pina Bausch es un remolino de expresionismo que haría las delicias de cualquier amante del dolor y la angustia existencial. Como en las películas de Fritz Lang o en las esculturas de George Kolbe, Pina Bausch desarrolla emociones y estímulos que hacen de la danza una experiencia visual dramática y profunda, sin menoscabo del alcance de lo presentado, porque esta mujer fue una bailarina, coreógrafa y directora que atendió siempre tanto a expresiones artísticas elitistas como populares, pasando de Stravinski a las canciones de la calle con la agilidad y finura de los que saben lo que hacen.
Pero este no es un documental al uso, en el que se nos introduce un tema y se nos ponen hechos, fechas, glosas, etc., para que nos enteremos bien de todo, sino más bien un acertado ejercicio de exposición artística. A través de distintas coreografías y de pequeños, mínimos comentarios de bailarines y bailarinas que trabajaron con ella, descubrimos la personalidad de esta mujer que el tabaco terminó por fulminar: como no hay apenas palabras, asistimos a la gramática de los movimientos que conmueven, a la sintaxis de los desplazamientos que erizan la piel, para saber quién fue realmente Pina Bausch, porque, ¿para qué nos haría falta más, si hemos comprobado que la mujer que danza no se puede distinguir de su creación?
Uno de los aspectos más importantes de este documental, de visionado ineludible para los que piensen que tienen algún tipo de sensibilidad, de interés por las bellezas menos obvias, es que como experiencia visual es realmente una experiencia que aspira a condensar lo mejor de una persona y, por tanto, todo aquello que intentó conquistar. La complejidad de su estilo y su alcance se hacen patentes con cada movimiento de los bailarines, en las múltiples facetas de sus propuestas.
Otra clave del documental de Wenders, puramente visual, es la profunda relación, de marcado contraste, que se da entre la danza y los entornos en los que se desarrolla y que van desde los elementos naturales más elementales hasta espacios urbanos e industriales desprendidos de su significación por la presencia del baile, de la danza. La tierra sobre el escenario, el agua, las rocas dan paso a tranvías, plazas y edificios. La danza como exploración del mundo. Y Pina Bausch como una personalidad fascinante que habría de suscitar las atenciones de cualquier artista plástico, pues lo que hace sobre el escenario es pintar en movimiento un paisaje de cuerpos en desarrollo, en alza y decadencia.
Yeats murió un año antes de que ella naciera, y sería difícil saber la opinión que tendría al respecto, pero lo que está claro es que su pregunta no es sólo pertinente, sino que, en este caso, contestable: no, no podríamos hacer una distinción entre el danzante y la danza, entre Pina Bausch y ella misma.
PINA - A film for Pina Bausch by Wim Wenders.