Salvador Illa, el hombre que nunca pierde los nervios
Así es el titular de Sanidad y única autoridad delegada con la prórroga del estado de alarma.
El despertador suena muy temprano. A las 8 de la mañana en punto arranca todos los días la reunión de Salvador Illa con su núcleo más duro en el Ministerio de Sanidad. Sobre la mesa los datos, los informes, la evolución de la pandemia. La dichosa curva. Han sido unos meses muy duros y ya se empieza a materializar esa desescalada. Y a partir de ahora será la única autoridad delegada en virtud de la prórroga del estado de alarma.
A Illa no lo conocía casi nadie fuera de los ambientes políticos catalanes hasta el pasado mes de enero. Pedro Sánchez tenía sobre la mesa una lista con nombres de ‘ministrables’ del PSC, pero al final posaba su dedo sobre el secretario de Organización de los socialistas catalanes, el gran ‘fontanero’ de Miquel Iceta. Su papel había sido clave en las semanas anteriores durante la negociación de ERC para sacar adelante la investidura.
Siempre discreto, en la sombra, entre bambalinas. Su nombre se colaba en el primer Gobierno de coalición desde la II República y el primer análisis que se hacía entonces apuntaba a que al PSC le había tocado un ministerio ‘maría’, sin apenas competencias y muy difícil para poder lucirse políticamente. Todo el mundo entonces minimizaba los ecos que llegaban desde Wuhan (China).
Illa desembarca en el número 18 del madrileño y goyesco Paseo del Prado sin haber gestionada nada en materia sanitaria. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona, su currículum político tenía como medallas haber sido alcalde durante diez años de su localidad natal, La Roca del Vallès (Barcelona) y haber tenido cargos técnicos en el Ayuntamiento de Barcelona y en la Generalitat durante la época de Pasqual Maragall. En la mochila, el conocimiento de cómo funciona la administración desde dentro.
¿Pero cómo es el político detrás de los focos? ¿Cómo vive lo que está pasando? ¿Quién es Salvador Illa? Un alto dirigente socialista contesta y hace este retrato: “Lo está llevando bien. Destacaría su carácter serio, riguroso, responsable, discreto, dialogante y buen gestor”. Y algo que repiten la decena de fuentes consultadas: nunca pierde los nervios, siempre con aplomo, hasta en los momentos más difíciles y de tensión.
“Tiene un talante conciliador y dialogante”, explican fuentes el Ministerio de Sanidad, que subrayan que Illa siempre tuvo claro que para salir adelante de esta situación había que “ir de la mano” de las autonomías: todos los días habla con varios consejeros además de en las reuniones oficiales. Desde las autonomías se destacan esas formas, aunque luego no puedan estar de acuerdo con las decisiones. Las autoridades madrileñas señalan, según fuentes de la Puerta del Sol, que el ministro a puerta cerrada es un hombre “afable, correcto, sobre todo al principio del proceso”.
En el entorno de Illa reconocen que han sido “meses muy duros”. Tanto profesional como personalmente, lleva sin ver a su mujer y a su hija desde hace tres meses. A pesar de ello, el ambiente de trabajo es “bueno”, reconocen fuentes de Sanidad, y también ha quedado constatada la excelente relación que han establecido el ministro y del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. Los dos han conectado perfectamente.
Moncloa: “Se ha revelado como un comunicador ideal”
Illa habla además constantemente con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. “Es una persona con mucho temple”, resaltan fuentes de La Moncloa, que destacan que aguanta la presión y es muy tenaz. “Sus formas son siempre exquisitas. Se ha revelado como un comunicador ideal frente a la ansiedad política y social circundante”, añaden las fuentes, que apostillan: “No pierde la compostura jamás, un gran encajador”.
Según estas fuentes ‘monclovitas’, “el factor que hace que mucha gente empatice con él es su apariencia discreta, incluso neutra”. “No está para lucimientos. Está para cumplir y dar la cara la cara ante la madre de las pandemias”, señalan desde el círculo más cercano de Sánchez, a la vez que ponen en valor que es un trabajador infatigable con sesiones hasta la madrugada y levantándose al amanecer.
Pero ese talante y ese diálogo no hacen de Illa precisamente que sea un político débil, advierten compañeros que lo conocen mucho. Una persona con la que ha trabajado codo con codo muchos años y se considera muy amiga dice: “Riguroso, serio, buen negociador. Un temple a prueba de bombas. Pero es muy firme. Sin perder la compostura ni las formas, pero te puede fastidiar vivo”.
Esto lo han podido comprobar algunos diputados en el Congreso durante sus comparecencias. Sin elevar el tono ni hacer aspavientos deja frases lapidarias para placar al contrario: “Predecir el pasado es fácil y la quiniela el lunes la acertamos todos”, le lanzaba esta semana a la portavoz del PP, Cuca Gamarra, en la Comisión de Sanidad tras escuchar las acusaciones de la derecha de haber mentido. O cuando contestó a un periodista holandés sobre la actuación de los españoles.
Y esta es una de las cosas que peor lleva Illa, las constantes críticas de que ha mentido y de que los números no son los ciertos. Siempre responde públicamente que esos datos los facilitan precisamente las autonomías. Los populares reconocen las formas del ministro, pero según fuentes del partido conservador, la gestión ha sido nefasta y ha habido criterios políticos en la desescalada, como con el caso de Madrid.
A pesar de este tono grisáceo, Illa es un auténtico apasionado de la política. Tiene vocación pública y siempre está muy atento a lo que pasa en el partido. Fue clave para la etapa que vive el PSC, cuando decidió aceptar la llamada de Miquel Iceta para reconstruir un PSC en bajísima horas por la gestión de Pere Navarro. Su figura también la recuerdan mucho dentro del partido por ser uno de los negociadores de los socialistas catalanes con la gestora que tomó Ferraz durante un tiempo, bajo el halo de Susana Díaz, para restablecer el protocolo de colaboración entre los dos partidos hermanos. Y sería clave a poco tiempo también en la maquinaria del ‘sanchismo’ durante las primarias para ganar de manera abrumadora en Cataluña.
A pesar de los momentos tan duros, ha seguido con precisión estos días lo que pasaba en Badalona tras la dimisión del alcalde socialista. Hay un lema en la sede del PSC, el Casal Socialista Joan Reventós, que es “el que digui el Salvador” (Lo que diga Salvador).
Su vida al socialismo está ligada desde que era un veinteañero, afiliándose en 1995. Con mucho cariño guarda en su memoria la etapa como alcalde de La Roca, en la que se levantó La Roca Village, un outlet que compite en visitas con los monumentos más visitados de toda Cataluña. Pero no solo recuerdos, el hombre tranquilo tiene también que desestresarse y la mejor manera es correr. Lo ha vuelto a hacer desde que se permitió hacer deporte y dar paseos, aunque ahora por el suelo mesetario y no por su adorado paseo marítimo de Barcelona. Uno de sus rincones favoritos, como su pequeño huerto en casa.
Illa, el hombre que no pierde los nervios ni en plena pandemia. Sólo lo hará cuando vuelva a jugar el Espanyol… y marque un gol.