Nancy Pelosi, la jefa
En un discurso cargado de emoción, la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU anuncia que rechaza liderar a los demócratas. Quedan su fuerza, carisma y talante.
Todos en el Congreso de Estados Unidos saben que Nancy Pelosi tiene nervios de acero. Es capaz de conservar la calma en medio del caos y pasará a la historia no sólo por ser la primera mujer en haber presidido la Cámara Baja, sino también por el temple con el que dirigió al Partido Demócrata en momentos tan difíciles como el asalto al Capitolio de 2021.
Incluso este jueves, cuando en un discurso cargado de emoción, anunció que no volverá a optar al liderazgo demócrata en el hemiciclo, ha demostrado su fuerza, carisma y talante. “Nunca pensé que pasaría de ser ama de casa a presidenta de la Cámara de Representantes”, dijo Pelosi desde el Capitolio, donde confirmó su salida de la primera línea de la política, después de que su partido haya perdido el control de la Cámara Baja.
Quienes la conocen destacan su habilidad para medir los tiempos políticos y salir victoriosa de situaciones extremadamente tensas. “Pelosi nunca está bajo presión. Puede que otros estén gritando y estresados, pero ella siempre mantiene la calma. Analiza al resto de personas, ve qué quieren e intenta llegar a un acuerdo”, apuntó a EFE una fuente cercana a la congresista por California que la vio en acción durante una década.
Bajo presión
La mejor prueba de su carácter son unos videos publicados en octubre que muestran cómo capitaneó la respuesta demócrata al asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. En esas grabaciones aparece al teléfono con autoridades federales y estatales para desplazar a fuerzas de seguridad y, también, capturan sus intentos para que el Congreso ratificara la victoria de Joe Biden en las elecciones de 2020.
Aquel día la violencia no le tocó directamente, aunque un grupo de asaltantes irrumpieron en su oficina y profirieron amenazas de muerte contra ella. Hace un mes, esas amenazas regresaron a su propia casa. Un hombre entró en su domicilio familiar en San Francisco al grito de ”¿Dónde está Nancy?” -lo mismo que gritaba la turba de simpatizantes del expresidente Donald Trump en el Capitolio- y agredió con un martillo a su marido, Paul Pelosi.
Ella había dicho que ese suceso podía afectar su decisión de seguir o no en la política, y ahora ha comenzado a materializarse con su retirada del liderazgo demócrata.
La resistencia frente a Trump
Pelosi ha tenido que soportar desde hace años virulentos ataques, muchos de tinte machista, contra su persona, su edad (82 años) o su privilegiada situación económica. Lejos de achantarse, ha demostrado valentía e ingenio, dos cualidades que la convirtieron en el rostro de la resistencia a Trump.
Mientras Trump estaba en la Casa Blanca, Pelosi se convirtió en la demócrata de mayor rango en Washington al ser elegida para presidir la Cámara de Representantes en 2019, tras haber desempeñado esa labor entre 2007 y 2013.
Con la sabiduría que solo da la experiencia, la política supo ganar a Trump con su propio juego. Famoso se hizo, por ejemplo, el aplauso sarcástico que Pelosi dirigió al entonces presidente en el discurso del estado de la Unión de 2019.
También quedará para los libros de historia el momento en que Pelosi agarró las hojas del discurso que Trump dio ante el Congreso en 2020 y que, con un gesto de desdén, fue rompiendo a una altura suficiente para que lo capturaran las cámaras de televisión.
China y Taiwán
Consciente de su poder, Pelosi no se ha limitado solo al Congreso y ha querido forjarse un legado en la política exterior de Estados Unidos, especialmente en la relación con China. La líder ha cargado repetidamente contra la política de China hacia el Tíbet, Hong Kong o Taiwán y ha abogado por la liberación de activistas presos.
Ha despertado la ira de China en numerosas ocasiones. En 1991, desplegó junto a otros congresistas una pancarta en la plaza de Tiananmen para honrar a los manifestantes que habían perdido la vida y, este año, hizo un viaje a Taiwán que elevó la tensión entre Pekín y Washington a niveles no vistos en décadas.
La demócrata también ganó fama por su oposición a la guerra de Irak (2003-2011) y es una de las pocas legisladoras que ha viajado a Corea del Norte.
De criar cinco hijos a liderar su partido
Pelosi no se muerde la lengua y, en parte, eso se debe a la infinidad de batallas que ha tenido que luchar como mujer dentro y fuera de su partido, dijo a EFE otra fuente familiarizada con la carrera de la demócrata.
Nacida en 1940 en Baltimore (Maryland), de donde su padre fue alcalde, Pelosi se crió entre las altas esferas, pero sólo se volcó en la política cuando sus cinco hijos habían crecido. Llegó al Congreso en 1987 y, entonces, era sólo una de las 23 mujeres que ocupaban la Cámara Baja, que tiene 435 escaños.
Con una popularidad creciente anunció en 2002 su deseo de competir por el liderazgo demócrata en la Cámara Baja. Según contó ella misma años después, la respuesta que recibió de sus compañeros de partido fue: ”¿Quién ha dicho que puede presentarse?”. “Me dijeron que no era mi turno y yo les dije bueno, hemos esperado 200 años”, señaló Pelosi, quien acabó siendo la primera mujer en presidir la Cámara Baja.
Fue el inicio de una carrera política a la que hoy ha puesto un punto y aparte de la forma más solemne posible, hablando desde la tribuna del Congreso y ataviada con el broche que sólo se pone para las grandes ocasiones: el del “Cetro de la República”, el bastón de mando de la Cámara de Representantes.
“Es la hora de que una nueva generación lidere el caucus demócrata”, dijo Pelosi, quien no se va del todo porque se queda, de momento, en su escaño.