Pepe Álvarez: "Las fronteras no determinan las relaciones laborales"
El secretario general de la UGT, líder del sindicato en Cataluña durante 21 años, cree que si la organización entra en el tema catalán se dividirá.
Pepe Álvarez es un tipo simpático, muy simpático. Alegre, como sus coloridas camisas. Le apodan "el maquinista de la general" en alusión a la película de Buster Keaton, porque tiene fuerza -la demuestra con una sonrisa entre pícara e infantil con la que concluye cada respuesta-, y porque empezó en esto del mundo laboral -como fuerza de trabajo pero también como sindicalista- fabricando trenes en Barcelona.
En la ciudad condal ocupó la silla de secretario general de la UGT de Cataluña durante 21 años (1990-2011). Emigró de su Asturias natal (Belmonte de Miranda,1956) a Cataluña en 1975, y en 1976 ya hablaba catalán, y no solo en la intimidad. Pepe, José, Josep, Josep María, Pep... el secretario general del segundo sindicato de España en número de afiliados (1.057.700 trabajadores) es un charnego a favor del derecho a decidir, aunque de esto último no le guste hablar como secretario general de la Confederación, puesto al que accedió en marzo de 2016.
Hace ya un año y medio que Pepe Álvarez no emite opiniones personales sobre soberanismo en Cataluña porque está convencido de que "si la UGT entra al trapo en el tema catalán, se resquebrajaría".
Pero como secretario general del sindicato sí está compelido por los derechos laborales de los trabajadores en Cataluña. Valorará de alguna manera que el Gobierno español intervenga las cuentas de la Generalitat y se encargue de pagar de manera indirecta a los funcionarios catalanes.
Como sindicato, no solo estamos obligados a dejar absoluta libertad a nuestros afiliados sino que además. La UGT de Cataluña se parece mucho a la sociedad catalana. Tenemos gente que piensa de una manera y gente que piensa de la otra. Nacimos al pairo de la Internacional Socialista, de Europa, y no para proteger fronteras como la patronal Fomento del Trabajo.
Si entramos al trapo de una manera, de otra o de las dos maneras, lo que es seguro es que nuestra organización se va a dividir como ya ha pasado con muchas de las entidades civiles de Cataluña.
Pero personalmente tiene una opinión.
Como mi opinión personal no tiene ningún valor si no fuera secretario general de la UGT, no sé por qué tendría que situarla en el debate. El día 2 habrá que reconstruir aquello que se haya roto y será bueno que quede alguien para ayude a trabajar con la gente que piensa de una y otra manera.
Los últimos acontecimientos han generado mucha inquietud en cuanto al papel de los empleados públicos, incluso los Mossos han sido puestos entredicho.
Y tanto. Todo este proceso no puede tener como rehenes a los empleados públicos. Los funcionarios saben perfectamente a qué se comprometieron al aprobar las oposiciones y tomar posesión de su puesto y nadie les puede pedir que no cumplan con aquello que prometieron. Lo demás es una cuestión doméstica, de puertas para dentro. Una cosa es muy grave en este asunto: no se puede jugar con los sueldos de los empleados públicos.
Esto me parece muy dramático teniendo en cuenta de que estamos ante un conflicto político, no un problema. Cataluña no es un problema para España ni España es un problema para Cataluña.
Pero muchos españoles de fuera de Cataluña y muchos de dentro de Cataluña sí lo ven como un problema.
Es un conflicto que viene de lejos, tan de lejos que si miramos atrás no podremos identificar de dónde. Que en España no se ha podido abordar porque nunca hemos tenido 40 años de democracia seguidos como ahora. Lo vamos a tener que abordar. Y, para eso, todos los momentos son buenos. Este también.
Todo lo que son políticas que instrumentalizan la justicia, que eluden sus responsabilidades, solo aumentan la tensión. Seguramente todos piensan que les dará réditos en una mesa de negociación donde finalmente, por mucho que unos y otros lo eviten ahora, habrá que sentarse, verse las caras y hablar. En esa mesa de negociación, el sindicato estará para defender a los nuestros, a los trabajadores, sean de Sevilla o de Bilbao, sean de Barcelona, de Lleida o de Girona.
¿Qué matices tendría el papel del sindicato en una Cataluña independiente?
Lo nuestro es preservar los derechos laborales de nuestros afiliados y los trabajadores. Pero no estamos en esa fase. Un día cometí un error en el que no volveré a tropezar. Me preguntaron cómo tenían que ser las relaciones laborales en una hipotética Cataluña independiente.
Independiente o no, relaciones laborales existen siempre y siempre se pueden dibujar unas bases.
Las fronteras no determinan por sí mismas las relaciones laborales de un país, sino que dependen de quién gobierne. A veces ganan los que tienen una visión y otras ocasiones ganan los otros. También porque las relaciones laborales tienen mucho que ver con lo que se produce y con el valor de lo que se produce.
¿Pero sería una Cataluña empobrecida como ha reiterado el ministro Luis de Guindos?
En la vida hay que intentar responder a las preguntas que aporten no a las que generen más incertidumbre. Lo que deben hacer los que tienen responsabilidad es sentarse a negociar.
Resulta un poco contradictorio hacer estas declaraciones y luego decir que no va a haber consulta, que no habrá referéndum. Me da la sensación de que se sobreponen los debates y, si es así, eso no ayuda a que la gente decida libremente.
El debate se aborda con debate.
Lo conveniente es que, antes o después del 1 de octubre, se abra un proceso de negociación que concluya con un acuerdo que solvente definitivamente este conflicto. El debate sobre la independencia tiene que tener algunos otros elementos.
Tema controvertido de debate es también el futuro de las pensiones. Cataluña, según la ministra Fátima Báñez, acumula el 25% del déficit de la Seguridad Social y Barcelona es la provincia más deficitaria.
El Fondo de Reserva de la Seguridad Social es de todos, también de los catalanes, y el déficit no puede situarse fuera del mismo. No me corresponde analizar las cuentas de las comunidades autónomas, pero el sistema de pensiones español sitúa al pensionista donde cobra su prestación, no donde la ha generado, por lo que el tema sería algo más complejo de lo que parece.
Simplificar está muy bien para tener un titular, para echar leña al fuego, pero nosotros no tenemos interés en introducir las pensiones en el debate.
IMPUESTOS PARA FINANCIAR LAS PENSIONES
En el debate catalán, pero sí en el político.
Los trabajos de la Comisión del Pacto de Toledo han tenido escasa profundidad. Si no hay cambios sustanciales en el debate sobre el futuro de las pensiones en España, será muy difícil el acuerdo, más aún cuando nadie ha puesto sobre la mesa la necesidad de aumentar los ingresos de la Seguridad Social vía impuestos. Llevo tiempo insistiendo en la necesidad de crear un impuesto a las empresas digitales, que obtienen una facturación muy alta con muy pocos trabajadores, lo que se ha venido denominando popularmente el impuesto a los robots.
Las líneas rojas de la UGT son claras y, como su nombre indica, rojas e inamovibles. Y ya no me refiero solo a superar el índice de revalorización de las pensiones que empobrece cada año a nuestros pensionistas, al fijar una revalorización anual del 0,25% con independencia de cuánto aumentan los precios, que por norma siempre van por delante, con un IPC que subió hasta el 1,6% en agosto.
Con todo, el gran tema del otoño van a ser los salarios, la negociación que fracasó este verano.
En julio acabamos, no había más. Este año está cerrado, totalmente finiquitado.
Lo han atribuido a la "incapacidad de la patronal".
La negociación colectiva es un simple pacto de rentas, un acuerdo marco que utilizar de referencia, y los sindicatos lo planteamos fundamentalmente para arrastrar al alza los salarios más bajos que son los que disfrutan de menos capacidad de movilización y de conseguir unos convenios dignos, son sectores donde la fuerza sindical es menor. Por eso no tenía ningún sentido firmar un acuerdo que no llevara acarreado un aumento de su poder adquisitivo.
La patronal jugó desde el primer momento a los porcentajes y más tarde intentaron trasladar a la opinión pública que son comprensivos con los salarios más bajos, una contradicción cuando limitan su subida.
CLÁUSULA DE GARANTÍA SALARIAL
El principal escollo para conseguir un acuerdo ha sido la negativa de la patronal a incorporar una cláusula de garantía salarial en los convenios colectivos.
La cláusula de garantía salarial ha estado siempre presente en los convenios colectivos, antes y durante la crisis, aunque siempre ha sido cuestionada por la patronal. Ahora, después, es cuando la patronal se la quiere quitar del medio. Esta cláusula es lo que finalmente ha impedido el acuerdo.
¿Por qué es tan fundamental esta cláusula para los sindicatos?
La cláusula vincula el acuerdo salarial al aumento de precios de ese año de modo que si los precios se disparan los trabajadores no pierden poder adquisitivo con el consecuente empobrecimiento de buena parte de las ciudadanía que podría derivarse. Aunque hay mucha gente que no lo entiende así, como este es un acuerdo que no es un convenio, tenía poco sentido ir a movilizaciones generales. Muchos se habrán extrañado.
Hay que suprimir las subvenciones a la contratación... Hacer que dejen de ser un coste más de la Seguridad Social.
¿Qué va a pasar en 2018 con la negociación colectiva?
Queremos que los salarios más bajos suban más. Hemos planteado un mínimo convenio de 1.000 euros. No menos de 1.000. Este es el título de nuestra campaña estrella: Ponte a 1.000. Si en un convenio el salario son 800 euros, planteamos subirlo a 1.000 euros. Requiere un cambio de planteamiento, queremos dar un salto cualitativo, pero más allá todavía no hemos cerrados qué otros porcentajes de subida vamos a pedir. Con esos 1.000 euros mínimos por convenio, podemos incluso ablandar la cláusula de revisión salarial.
¿Renunciarían los sindicatos a incluir la cláusula de revisión salarial en la negociación colectiva?
Renunciar no, pero la cláusula de garantía salarial tiene menos importante cuando se da un salario mínimo que en relación a un aumento colectivo. Haremos menos hincapié en la cláusula de revisión salarial cuando la flexibilidad pactada pueda trasladarse a los convenios colectivos y a sus tablas salariales. Finalmente, se trata de volver a enriquecer la negociación colectiva, de que vuelva a ser el centro de las relaciones laborales.
¿En qué fechas?
Vamos a acelerar el proceso hasta final de año. Le hemos dado una cierta discreción, sería bueno hacerlo así, también porque estos procesos suelen ir acompañados de movilizaciones.
UN OTOÑO CALIENTE
Si avanzan en las negociaciones, ¿van a olvidarse los sindicatos de lo que han anunciado como el otoño caliente?
No, no nos olvidamos. El otoño viene calentito. Tenemos mucho por lo que protestar. Los temas están, de hecho, encima de la mesa: Aena, Seguridad Privada, Renfe, Adif, Policía....
Todos por el mismo motivo: demanda de alzas salariales, de recuperación de poder adquisitivo.
En definitiva, el sector público ha venido siendo arrastrado a la baja por los recortes en los Presupuestos Generales del Estado. O el Gobierno va a por una política presupuestaria que permita recuperar salarios perdidos durante la crisis o va a ir habiendo cada vez más sectores protestando.
El otoño más fuerte de la última década, después de las movilizaciones de 2012.
Más fuerte que en la última década, seguramente, porque hay más acumulación de riqueza para repartir que nunca. En España venimos de tres años de crecimiento económico, que ha caído, en términos marxistas, del lado del capital. Han sido las empresas, los empresarios, los únicos beneficiarios de ese aumento de la riqueza en nuestro país.
Buena idea: repartamos.
Las dos maneras que hay de hacerlo son vía distribución de la riqueza y vía Presupuestos Generales del Estado.
PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO
Los PGE que tanto trabajo va a costar aprobar después de que el PNV haya puesto en duda su apoyo a raíz de los últimos sucesos en Cataluña. Y hay quien dice que van a ser una réplica casi exacta de los aprobados, tardíamente, en 2017.
Los PGE del 18 tienen que servir para recuperar niveles de salud, educación y de protección social por lo que se refiere a la ley de dependencia. Nos olvidamos, además, de los cuatro millones de desempleados de España, cuando la mayoría de ellos tampoco recibe ninguna percepción económica. Es ahí donde hay que invertir los PGE.
Ahora que estamos saliendo de la crisis, aunque la riqueza no se esté trasladando a la ciudadanía, según denuncian los sindicatos y otras organizaciones civiles.
De 2009 a 2015 el PIB ha subido dos puntos y esos puntos han cambiado de manos. Hemos pasado de un 52/48, una balanza en que ganaba el trabajador, a un 48/52, donde sale muy bien parado el empresario. Esa acumulación de riqueza es la que queremos empezar a repartir. Hay que gastar los PGE haciendo mayor inversión en la industria.
El Gobierno en su modelo de crecimiento se ha olvidado de la industria.
Este Gobierno sin modelo de crecimiento, para el que el crecimiento lo hace el viento. Se ha olvidado de la industria. Yo casi diría que en España, siendo justos, pocas veces hemos tenido un Gobierno preocupado por la industria. Ni los de uno ni los de otro signo. Urge un cambio de tendencia. Por eso hemos planteado la creación de una Subcomisión en el Congreso de los Diputados que lo aborde.
España no mejorará la calidad del empleo ni los salarios sin una apuesta clara por la industria. Necesitamos un pacto de Estado en esta materia. Y hay que hablar de energía, que es otra cuestión clave para la industria.
El Gobierno sigue un poco de espaldas a los postulados de la UE en cuanto a energía. El Paquete de Invierno de la Comisión parece que va con todos los Estados miembro menos con nosotros.
Aquí se va a lo que salta. Si no llueve, la falta de lluvia es la culpable de la subida de la luz. Si no hace viente, se le echa la culpa al viento. Hay que hacer un país plenamente competitivo en estos temas. Hacerlo.
¿Cómo?
Pues seguramente quitando poder a las empresas eléctricas que miran para sus intereses en lugar de hacia los colectivos. Seguramente también haciendo partícipes a las empresas concienciando de que estos temas no son secundarios, son fundamentales, procurando pactos en el Congreso y en el Senado que impliquen mayorías.
Un buen juego, el de las mayorías, en el Parlamento más plural de nuestra historia reciente.
Este Parlamento nos da mucho juego. Parlamento, Gobierno y patronal: yo apuesto por esa vía triple que nos permita desbloquear la negociación colectiva estos últimos meses del año. Los procesos parecen que son irreversibles, porque ha habido una campaña muy fuerte de propaganda a favor de la reforma laboral pero se abre un campo que nos dará juego. Antes de final de año tenemos que ver si esto es lo que conviene. Igual que respecto a los convenios colectivos, hablaremos de Seguridad social y de Pacto de Toledo. El pacto social está parado seguramente porque el Ministerio está dando prioridad al político.
REFORMA LABORAL
Pacto a pacto y punto por punto, así quieren ustedes derogar la reforma laboral.
Es lo que está empezando a hacer que el Ministerio se mueva. No tenemos una mayoría en el Congreso que esté de acuerdo en derogar el cien por cien de la reforma laboral. Nos encontramos muy cerca, pero hay que concitar apoyos en algunos grupos. A veces entre los amigos no se ponen de acuerdo y eso nos impide hacer reformas.
Esos elementos que generan más consenso en el Parlamento ¿cuáles son?
Todo lo relacionado con la negociación colectiva, la prevalencia del convenio empresarial sobre el sectorial, que quizá sea el tema que más problemas nos ha generado. En cuanto a contratación, no se trata solo de derogar sino de cambiar unos elementos por otros. Aquí será más difícil el acuerdo mayoritario, porque poner de acuerdo al PDeCat a Unidos Podemos y a Bildu ya no están sencillo. Pero todo es necesario para sumar acuerdos que posibiliten los pactos. Por eso, hablamos de trasversabilidad y de puntos concretos.
Así también dejamos tiempo a la patronal para darse cuenta de que la reforma no nos lleva a ningún sitio. Los cambios cuestan. Pero todos sabemos que los países que funcionan bien son los que cuidan mucho las relaciones laborales. Y el primer ejemplo es Alemania.
El país de los minijobs, por otro lado, el inicio del inicio de la precariedad. Los modelos laborales han cambiado radicalmente. Hoy en día los sindicatos están en las empresas pero resulta que los trabajadores ya no están en las empresas. Cada vez pesan menos los modelos laborales tradicionales y más la mal llamada economía colaborativa.
Mejor sería llamarla economía especulativa.
Colaborativa o especulativa, está ahí y viene para quedarse.
Bueno, hay de todo. Urge una regulación, tanto desde la perspectiva legal como desde la organizativa. Desde el punto de vista organizativo, UGT ha lanzado una plataforma, titulada Precario no, gracias, que pretende empezar a encuadrar sindicalmente a estos trabajadores. Está colgada en la web del sindicato. Para nosotros, también es una nueva experiencia porque ni siquiera es una afiliación clásica y además somos plenamente conscientes de que en sus condiciones no es fácil dar el paso de pagar una cuota.
Todo este proceso nos ha pillado a los sindicatos un poco a contrapié porque venimos de unos años duros, en que nos hemos centrado mucho en la recuperación de empleo y en que se nos ha intentado desprestigiar mucho. Además, la gente que trabaja en esta economía es gente muy joven que ni siquiera se plantea formar parte de un sindicato.
Pero tenemos que organizarnos, porque no podemos hablar de ellos sin que formen parte de nosotros, no podemos solventar sus preocupaciones sin conocerlas directamente.
¿Qué ocurre? Creo que se ha relajado la Inspección de Trabajo y que hay una especie de falsa modernidad. ¿Por qué el Estado va a dejar de percibir impuestos de estas actividades? ¿La nueva economía no va a cotizar? ¿Quién va a pagar la salud y la educación? Este es el debate de fondo.
Con todos mis respetos, yo no tengo por qué subvencionar el reparto de comida a domicilio con mis impuestos. Y tengo mis serias dudas de que los choferes de Uber no estén siendo mantenidos, por la tarifa plana de 50 euros.
O creas las condiciones objetivas o no va a haber manera de hacerlo. Y son sectores poderosos, hay una fuerte corriente de opinión que nos señala como antiguos y arcaicos a quienes defendemos unas condiciones laborales y de seguridad legales también para este sector.
A mi me parece muy bien que la comida se reparta a domicilio, pero tendré que pagar lo que vale, y el que lleva la comida a domicilio tendrá que tener unas condiciones de seguridad para estar en la calle... Estos aspectos hay que ponerlos sobre la mesa. Hay que hacer el salto tecnológico pero sin desmontar el estado de bienestar.
De arcaicos nada, parece. Pepe Álvarez escribe un blog desde hace...
Desde hace 15 años. Fui el primer líder sindical de Europa en tener un blog. Creía antes poco y ahora creo bastante, es una herramienta que uso semanalmente, a mí personalmente me ayuda a centrar el debate, a revisar mis pensamientos y opiniones, pero sobre todo es un instrumento para que los afiliados y afiliadas del sindicato tengan acceso directo a la opinión del secretario general.
En UGT entonces no es necesaria esa renovación generacional y digital que ha hecho CCOO.
Si se puede tener una pata en cada generación, mejor. En la UGT tenemos que compensar la imagen del secretario general con la presencia y la actividad de muchas personas de otras generaciones, también con la presencia de la mujer. Estoy muy contento de tener vicesecretaria general, que sea una persona de 40 años y de gran valía. Eso ayuda a conformar un equipo que efectivamente haga compatible las distintas generaciones. Tampoco siempre los más jóvenes son los más modernos en los debates. El apalanque no es una cuestión de edad, sino de posicionamiento.