Pepa Muñoz, cocinera del buen hacer

Pepa Muñoz, es mucha Pepa. Por su restaurante, el Qüenco de Pepa, situado en Madrid, pasan diariamente los apellidos más ilustres de la capital, los que aspiran a serlo y el grupo de amigos incondicionales de la cocinera —que son los más—, esos que, desde el principio, cuando las cosas no eran fáciles se pusieron los primeros en la lista de ayudar.

La última VIP, en este caso mundial, que llegó por sorpresa a su restaurante fue Jill Biden, la primera dama de Estados Unidos. La señora Biden quería degustar la comida y el producto típicamente español, algo de lo que Pepa usa y presume. Porque en su Qüenco solo comes aquello que es de temporada: de lo bueno, lo mejor. Y sus tomates, claro. Los tomates de Pepa son los más famosos de España.

Su última gran apuesta se llama campo. Pepa – y su familia— se han convertido en granjeras-agricultoras-hortofrutícolas. Su cuenta de Instagram, es ahora una lección magistral diaria de cómo cocinar en 20 minutos para toda la familia, de cómo plantar lechugas y berzas, y de cómo ser generosa con los demás a través de sus aportaciones a la organización fundada por el también cocinero José Andrés.

Hoy me apetecía escribir sobre una de las mujeres que más han hecho, sin prisa, pero sin pausa, con dedicación, cariño, respeto y con humildad infinita por causas de igualdad, libertad personal, sacrificio, trabajo y ambición bien entendida en España. Una mujer que paga 40 nóminas cada mes, que disfruta de su vocación y la ha transformado en un éxito. Una mujer que ha sido capaz de utilizar ese éxito, con una naturalidad asombrosa, para defender sin estridencias el amor, la familia, los amigos, la naturaleza y la gastronomía española.

Desde septiembre, el Qüenco ha vuelto a ser el centro culinario de Madrid, y Pepa estará pensando cómo será la temporada de setas, de lubina, o de calabazas para hacer lo que realmente disfruta: cocinar.