¿Cómo no tener pensamientos negativos?
Los pensamientos incómodos sobre situaciones pasadas y futuras son al ser humano como las malas hierbas a un jardín. Siempre habrá.
Querido lector/a, no me andaré con rodeos. Tener pensamientos incómodos es tan inherente al ser humano como lo son las “malas hierbas” a los jardines: algo con lo que tenemos que lidiar.
En cambio, lo que también quiero que te quede claro es que la forma en la que nos relacionamos con ellos puede hacer o bien que seas preso de los mismos y que te pases pensando gran parte de tu tiempo en todas las situaciones en las que lo has pasado mal antaño, recreando lo que podría haber sido y no fue, inventando guiones sobre posibles escenarios catastróficos en el futuro, recordándote las veces que te has equivocado en tu vida y aventurando las que te equivocarás. O por el contrario, reflexionar sobre lo que te ha ocurrido para aprender de ello, por supuesto, y así afrontar lo que la vida trae y manejar mejor las situaciones si es que se vuelven a presentar.
Normalmente, para lidiar con los pensamientos que nos incomodan usamos estrategias aprendidas que tienen ver con cómo afrontamos los problemas que tenemos “fuera”. Éstas en muchas situaciones funcionan pero a la hora de usarlas para resolver problemas “dentro” dicha solución acaba generando un círculo vicioso como bien expone Russ Harris (2007) en su libro La trampa de la felicidad.
Normalmente si te pica un mosquito, te rascas y en un primer momento alivia. Pero frecuentemente el picor va a más, ya que las células de la piel liberan una sustancia que se llama histamina que envía más señales al cerebro y eso hace que te rasques más llegando a hacerte una herida. Es decir, la solución que es rascarse para obtener alivio en un momento dado se ha convertido en problema porque ha causado una herida. Con los pensamientos incómodos utilizamos normalmente estrategias de evitación. Solemos intentar pensar en otra cosa o distraernos para que ese malestar disminuya. En un primer momento, como ocurre cuando nos rascamos, funciona, pero transcurrido un rato, los pensamientos vuelven y nos hacen sentirnos igual de mal o peor porque a esta frustración le añadimos la decepción que nos produce su vuelta. ¿Qué ocurre entonces? Que sufrimos más, ya que invertimos demasiado tiempo atrapados en este círculo y poco dedicándonos a disfrutar y vivir las cosas que nos importan y queremos. O lo que es lo mismo y que seguro te suena: a estar aquí y ahora.
En 1987 Wegner y sus colaboradores hicieron un experimento conocido como El experimento del oso blanco para estudiar cuál era el efecto de suprimir pensamientos de forma intencionada y descubrieron que cuanto más intentamos no pensar en algo más lo tenemos presente. No pienses en un oso blanco. Te prohíbo pensar en un oso blanco, Con todas tus fuerzas evita pensar en un osos blanco... ¿en qué estás pensando ahora mismo?
Pues eso.
Cómo romper el círculo vicioso
Como he empezado diciendo, los pensamientos incómodos sobre situaciones pasadas y futuras son al ser humano como las malas hierbas a un jardín. Siempre habrá. Puedes pasarte el día arrancando malas hierbas, tratando de controlar que no salgan aquí y allá, enfadándote si ocurre, buscando información para que no pase... Pero lo único que conseguiremos es invertir demasiada energía y tiempo en evitarlas, restándoselo al cuidado de las plantas de tu jardín. Al desatenderlas, éstas pueden acabar poniéndose mustias y muriendo. O por el contrario puedes ser consciente de que siempre habrá malas hierbas y dejarlas que estén, ya que no están afectando realmente a las plantas del jardín y centrar tu atención y cuidados en las cuidar de las mismas.
Si acabas de dejar una relación o ha fallecido alguien lo más normal es que pienses en esa persona porque forma parte del proceso de duelo pero si no ha ocurrido ¿De qué te sirve pensar constantemente en que tu relación de pareja va a acabarse o alguien querido va a fallecer si tu relación es buena o estás tomando un café con alguien a quien quieres? Si vas por la sabana y aparece un león es normal que tengas miedo, pero si te imaginas la situación estando en una terraza tomando un café en Madrid ¿de qué te sirve sentir ese miedo y estar en esa situación? Al final solo sirve para que acabes tomándote el café frío.