Pedro Horrach: "Urdangarin es un delincuente"

Pedro Horrach: "Urdangarin es un delincuente"

Entrevista con el exfiscal del caso Nóos: "No formé parte de una operación de Estado para salvar a la infanta Cristina".

Pedro HorrachCARLOS PINA

11 de la mañana. Pedro Horrach acaba de apurarse un cigarrillo en la puerta de un hotel en la madrileña calle Virgen de los Peligros. Le toca entrevista con El HuffPost con motivo de la presentación del libro El fiscal que puso en jaque a la corrupción.

Sube al lobby del hotel. Y a la misma vez, también en Madrid, el Tribunal Supremo emite su sentencia sobre el caso Nóos: condena de cinco años y diez meses para Iñaki Urdangarin, que tendrá que ir a prisión. Se entera así, suenan los teléfonos con las alertas. La primera sensación que le viene es la de "satisfacción".

Se empieza a sentir liberado. Flashback: ocho años antes Horrach se llevó dos cajas con facturas de Diego Torres a su despacho. Empezó a sumar y restar, a hacer cuentas en un Excel, se dio cuenta que estaba ante una "malversación de libro". Nadie pensaba que esto pudiera acabar con Iñaki Urdangarin a punto ya de entrar en prisión.

Era el origen del caso Nóos. Horrach siente que al final se convirtió en el "malo" de la película frente al juez José Castro por rechazar la imputación de la infanta. Ahora dice que le han dado la razón la Audiencia Provincial y el Tribunal Supremo. Y niega en esta entrevista haber participado en una operación de Estado para salvar a la hermana del rey, a la vez que asegura que no ha pisado nunca el Palacio de la Zarzuela.

Acaba de salir la sentencia del Supremo que condena a cinco años y diez meses de cárcel a Iñaki Urdangarin, por lo que tendrá que ir a prisión. ¿Qué le parece?

Satisfecho. Coincide básicamente con la condena que ya se impuso en la Audiencia Provincial, si bien no con las pretensiones de la Fiscalía. Conozco solo el fallo, pero satisfacción.

¿Se llegó a imaginar cuando inició la investigación que llevaría a la cárcel a Urdangarin?

No, era muy difícil. En aquel primer momento ni siquiera aparecía el señor Urdangarin y no tuvimos consciencia de la trascendencia que tendría este caso hasta bastante más adelante. Trabajábamos como un caso más, era inimaginable.

Ese caso más ha sido el más mediático en las últimas décadas en España...

Así es. Ha tenido una trascendencia mediática muy importante y he sufrido las consecuencias por esa presión de los medios durante varios años en relación a mi posición respecto a la infanta. Afortunadamente me dio la razón la Audiencia Provincial y luego lo ha ratificado el Supremo.

¿Recibió presiones por parte de la Casa Real?

Lo he dicho en innumerables ocasiones: no. No he recibido ninguna llamada ninguna sugerencia ni ninguna indicación. En todo caso, tampoco las hubiera aceptado. Los fiscales, a parte del principio de dependencia jerárquica, están sometidos también al principio de imparcialidad e independencia, como los magistrados. Y, desde luego, lo hacemos valer.

¿Le dio vértigo cuando apareció el nombre de Urdagarin? ¿Qué pensó?

Creo que ninguno de los que formábamos parte de la investigación -el juez, la UDEF, miembros de la Agencia Tributaria- sentimos ningún vértigo. Lo tomamos como una investigación más hasta que saltó a los medios de forma nacional y recurrente.

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¿Qué piensa cuando analiza las facturas? ¿Cómo encuentra el delito?

A raíz de analizarlas, lo primero que observé fue un descuadre importante entre el monto de las facturas y lo que se había abonado por parte de los organismos públicos. Lo segundo y más importante: la mayor parte del dinero recibido por Nóos había acabado en sociedades vinculadas a Diego Torres e Iñaki Urdangarin. En aquel momento pensé que había un posible desvío de fondos públicos, pero sin ir más allá. Entonces solicité el secreto de las actuaciones para practicar diligencias. Se fueron acreditando esos primeros indicios y luego solicité los registros.

Conociendo ya la condena del Supremo, ¿podemos decir que Urdangarin es un corrupto?

Que es un delincuente.

¿Qué le dijeron sus superiores en la Fiscalía cuando les dijo lo que tenía entre manos?

Recibí todo el apoyo. Nada en especial, en los primeros momentos se tomó como un caso más. La presencia de Urdangarin era accesoria inicialmente hasta que tuvimos indicios fiables en los registros en los domicilios sociales de las distintas empresas en Barcelona. A partir de aquí, ninguna indicación, ninguna sugerencia.

Pero relata en el libro que se ha sentido a veces desamparado con la Fiscalía General del Estado...

Más que desamparo...

¿Falta de apoyo?

Te sientes solo en estas investigaciones. En este caso se personalizó la investigación en mí, cuando lo conveniente es que no hubiera esa personalización porque actuaba en representación de una institución. En este caso, lo que eché en falta es que la propia institución asumiese la responsabilidad de la investigación algo más.

También echa en falta que se le reconozca que inició la investigación sobre Urdangarin, que en general se le atribuye al juez José Castro.

Lo único que reclamo es que el 99% de investigaciones de corrupción en toda España se ha iniciado por parte de la Fiscalía Anticorrupción.

Con el juez Castro siempre fue de la mano en el tema de Urdangarin hasta la imputación de la infanta.

Así es.

¿Siempre vieron claro lo de Urdangarin?

Sí, sí. El juez es un gran trabajador, fuimos de la mano hasta la situación procesal de la infanta.

¿El rey Juan Carlos no sabía nada de los negocios de su yerno?

No lo sé. Lo que no se puede probar no existe. Afortunadamente sigue vigente el principio de presunción de inocencia. Pesa sobre las acusaciones el probar o no la participación de una determinada persona. Cuando no hay indicios suficientes, lo demás es mucho presuponer.

Tendría que regularse la inviolabilidad del rey

¿No habría que reformar el artículo de la Constitución sobre la inviolabilidad del monarca?

Tiene su razón de ser sobre denuncias falsas. Sin embargo, creo que es excesivo y tendrían que regularse límites a esta inviolabilidad.

Una pregunta muy directa: ¿formó parte de una operación de Estado para salvar a la infanta Cristina?

Esto es lo que se me ha achacado. No. No puedo decirlo más claro, más alto puede. No, no recibí instrucción, sugerencia o llamada para condicionar. Al revés, lo he repetido hasta la saciedad. Eduardo Torres Dulce, en aquel momento fiscal general del Estado, dijo expresamente 'no estoy aquí para tapar a nadie'. Punto.

No he estado en el Palacio de la Zarzuela

¿Usted ha estado en el Palacio de la Zarzuela?

Ja, ja, ja. No.

¿Se reunió alguna vez con los abogados de la infanta?

Sí, en más de una ocasión, como me he reunido con el abogado de Iñaki Urdangarin o el de Diego Torres. Me he reunido con todos los abogados personados en la causa.

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La revista Interviú publicó un informe suyo con una supuesta hoja de ruta para salvar a la infanta.

Se trata de un informe puramente interno sobre una serie de reflexiones. Tuvo como destinatario exclusivamente al fiscal Anticorrupción de aquel momento, Antonio Salinas. Nada más, que se considere una hoja de ruta me parece absurdo.

¿Cree que la infanta Cristina no sabía nada de lo que estaba pasando?

Vamos a ver. Hay un principio básico en el Derecho: conocer no significa participar. No se ha demostrado que conociese, no hay ni un solo indicio en la causa que avale que conociese. Pero, aunque hubiese conocido, eso no es participar.

Siempre defendió que no fuese imputada la infanta, algo que hizo el juez Castro. Luego la absolvería la Audiencia Provincial de Baleares. Para usted fue eso una "pequeña satisfacción".

Fue una satisfacción. Especialmente porque se condenó en costas a la acusación pública por temeridad. Es decir, la acusación estaba infundada. Esa fue la satisfacción y tenga presente que los mismos elementos que tenía la acusación pública para sentar a la infanta en el banquillo y que han sido decretados temerarios son los mismos que manejaron el juez de instrucción y la Audiencia Provincial para resolver los recursos contra la imputación. Era temerario todo.

En un primer momento usted y Castro estaban de acuerdo en no imputar a la hermana del rey.

Eso se refleja en la documentación de la propia causa. Incialmente el sindicato Manos Limpias solicitó la imputación de la infanta y el propio juez la desestimó. Fue un año y pico después cuando se produjo el cambio de criterio, sin que se hubiera aportado, desde mi punto de vista, ningún elemento que justificase el cambio de decisión.

En la imputación de la infanta influía la presión mediática

Ahí comienza su guerra con el juez Castro. ¿Cómo le comunica que la quiere imputar?

En aquellos momentos no existía mala relación, todo era cordial. Me comunicó que pensaba imputarla y yo le dije que recurriría, por tanto tendría que decidir la Audiencia Provincial. Así acabó la conversación.

Ha llegado a decir que los interrogatorios de Castro eran incongruentes, como el de Ana María Tejeiro, para intentar justificar la imputación de la infanta.

Sí, sí. Todo lo que he dicho públicamente antes lo he puesto por escrito en informes que he remitido al instructor y al tribunal. Para mí sí porque no había nada que motivase esa imputación.

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Refleja también en el libro su creencia de que ese cambio de criterio de Castro fue fruto de la presión mediática y social que había.

Lo reflejé en los escritos. En esa decisión influían elementos que tenían que ser ajenos a la valoración judicial, como era la presión mediática. Así lo creía y así lo creo.

Se queja de que se ha convertido usted en el "malo" de la película y el señor Castro es el "bueno"...

Creo que es obvio. Si mira a los medios de aquella época, yo era el bellaco y el juez era el héroe. No es una afirmación gratuita.

También le llamaban conspirador...

De eso, de títere del Gobierno, de marioneta de la Casa Real... Injurias y calumnias, una tras otra, en los medios de comunicación. Siempre he defendido mi profesionalidad en la adopción de mis decisiones y creo que se instaló un prejuicio entre los medios de comunicación, que al final terminó condicionando alguna decisión judicial.

Para los medios, yo era el bellaco y el juez el héroe

El juez le dijo que la sociedad demandaba también la imputación...

Creo que se les fue de las manos a los medios de comunicación. Lo que leía u oía no reflejaba nada la realidad de la investigación, todo se maximizaba hasta niveles absurdos. Cualquier posición de la Fiscalía o de la Agencia Tributaria se le achacaba un ánimo torticero. Desde ese punto de vista sí sufrimos mucha presión.

Uno de los puntos que más le dolió fue que Castro pusiera en duda a los técnicos de Hacienda.

Sí, y así lo manifesté. Se puso en duda la actuación de todos los que no fueran el juzgado de instrucción.

¿Pero usted no estaba compinchado con Hacienda?

No. Son instituciones radicalmente distintas. Se nombraron peritos para auxiliar al juzgado en la investigación de la parte tributaria relativa al tema Nóos. Eran peritos imparciales y libres, magníficos profesionales. Por cierto, a los que los medios no trataron bien y luego la sentencia de la Audiencia Provincial les dio la razón.

¿Desde cuándo no habla con Castro?

No sé decirle. Tres años... o cuatro.

Y relata que llegó un momento en el que Castro y usted actuaban como dos cabezones.

Sí, creo que los dos somos cabezones.

Dice que fueron muy duros esos meses del juicio, que era como un Gran Hermano.

Es la sensación que tenía. El sistema de grabación televisiva parecía Gran Hermano, las cámaras enfocando con planos largos y cortos... No era lo habitual.

Desde que inició la investigación, ¿se ha sentido espiado o seguido por el CNI?

No, no. Nunca me he sentido amenazado. Es cierto que en algunos momentos a Castro y a mí nos avisó la Policía Nacional de posibles interferencias en nuestra labor. Se nos ofreció la posibilidad de tener protección, pero es que no la necesitamos.

En el periodo final del juicio decidió que se iba a tomar una excedencia...

Sí.

¿Por la presión? ¿Estaba cansado?

Ya eran años como fiscal. Estaba algo saturado, necesitaba cambiar de aires.

Ahora tiene despacho de abogados, ¿la vida mucho mejor?

No sé qué decirle, también muy complicada. Pero no con esa exposición mediática, te sientes más liberado.

Me han llamado corrupto, cabrón, hijo de puta

Esa investigación ha acabado llevando ya casi a la cárcel al primer miembro de una familia real. ¿Ha valido la pena?

En todos los casos en los que he participado creo que han valido la pena, con errores y frustraciones en algún momento. Espero al menos que hayan valido la pena a efectos de ejemplificación a nivel general y que hayan servido para poner de manifiesto que se actúa ante los casos de corrupción.

¿Le sigue doliendo la cabezo cuando le hablan del caso Nóos?

Últimamente sí. La pieza separado 25 empezó en el año 2010, han pasado ocho años. Estoy algo saturado de este tema.

Le costó también parte de su salud...

En algún momento sí. El hecho de que todas las actuaciones esté siempre expuestas públicamente hace que tengas un plus de responsabilidad y, por otra parte, las críticas constantes hacen arañazos aunque uno tenga la piel muy dura.

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Hace autocrítica en el libro y reconoce que le echaron demasiada pasión.

Sí, visto en perspectiva. Demasiada pasión, quizá tendríamos que habernos mantenido un poco más alejados del tema.

¿La acusación por parte de Manos Limpias era para utilizarla en un chantaje económico?

No lo sé, el juicio está pendiente de celebrarse. Lo que sí sé es que fue temeraria, como dijo la sentencia de la Audiencia Provincial. Si es temeraria, es porque les interesaba poco la Justicia o menos que otro tipo de motivaciones.

¿Cuál ha sido el momento más duro personalmente?

Uno fue cuando la Audiencia Provincial ratificó la imputación de la infanta, por las críticas que recibí. Me han llamado corrupto, cabrón, hijo de puta... Me han enviado hasta cartas con esos calificativos.

¿Su sensación ahora mismo?

Que, por fin, me he liberado.