Pasada la tensión de Irma, los cubanos se desquitaron con humor y conga
La Habana ha sido azotada con crudeza, pero toca respirar porque todo ha pasado y ponerse manos a la obra. Una filosofía de vida estupenda.
La zozobra y preocupación con la que los habaneros vivieron el imprevisto acercamiento del huracán Irma a la ciudad dejó paso horas después al característico humor cubano, que afloró tras la tensión y llevó a decenas de personas a hacer de las calles inundadas una improvisada fiesta.
En un recorrido por las zonas de La Habana que se anegaron por la penetración del mar, un fotógrafo de la Agencia Efe plasmó el domingo en imágenes la otra cara del huracán en una muestra de cómo los habitantes de la isla se sacudieron la tragedia y recuperaron la sonrisa.
A la pachanga contribuyó que en una tienda cerca del hospital Hermanos Ameijeiras la inundación provocó que para regocijo de los presentes salieran flotando calle abajo varias cajas del famoso ron planchao, una popular y barata marca del destilado que se vende en cajas tipo tetrabrick y que ameniza muchas tardes en el Malecón.
A pocas cuadras de allí, en la calle San Lázaro, unas cuarenta personas con el agua a la cintura arrancaron en una improvisada rumba afrocubana al ritmo de palanganas y cubos convertidos en tambores, comandados por "Fátima", una conocida transexual de la comunidad LGTBI cubana.
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Mientras, el Parque Maceo, en pleno Malecón, se convirtió en una piscina gigante en la que los muchachos jugaban al ratón y al gato con los atribulados policías que trataban de hacerles cumplir las orientaciones de la Defensa Civil que prohíben salir a la calle en el estado de alarma ciclónica en el que se encontraba ayer La Habana.
Al final, los agentes no tuvieron más remedio que quitarse la ropa y entrar a sacar a los jóvenes para ponerlos a salvo.
Familias al completo paseaban con toda naturalidad con medio cuerpo sumergido en el agua y en otros puntos como el túnel que une el Malecón con la Quinta Avenida del barrio de Miramar, algunos jóvenes se aventuraron a zambullirse de cabeza en el agua.
El escenario preferido para la selfie fue la intersección de la calle 23 del barrio del Vedado con el Malecón, donde hasta hoy mismo rompían con fuerza las olas de hasta ocho metros que dejó Irma en La Habana.