Terapia de grupo ‘popular’
El PP sale de su congreso con subidón en torno a Feijóo pero sin medidas concretas y sin saber cómo resolver la relación con Vox.
El sol brillaba a todo trapo en Sevilla al mediodía de este sábado. Caras de satisfacción, abrazos, palmaditas, besos. La herida se ha cerrado y se ha borrado la melancolía. Los populares se han conjurado para olvidar la pesadilla de los dos últimos meses, borrar a Pablo Casado y dar la bienvenida a Alberto Núñez Feijóo. Conservadurismo gallego para insuflar ánimos en un partido que se devoró internamente por los puñales que siempre salen en el PP madrileño.
Primavera andaluza para atemperar y para lanzar a Alberto Núñez Feijóo, el hombre con más autoridad moral dentro del Partido Popular y que, por fin, ha dado un paso adelante. A su estilo, con su impronta, por aclamación, alcanzando un 98,35% de votos y sin mancharse las manos durante la campaña.
Feijóo llega a Génova 13 para hacer, según ha prometido, una política “de adultos”. Algo que no sabemos exactamente en qué consistirá, porque este congreso no nos ha dejado ideas concretas ni medidas a aplicar en estos momentos. Ni se sabe si esa política de adultos que defiende consiste en seguir el camino abrazado en Castilla y León de formar gobiernos con la ultraderecha (algo que no es muy adulto precisamente dentro del Partido Popular Europeo).
El gallego se ha vendido como un hombre de Estado durante estas 48 en el palacio de congresos y exposiciones de Sevilla, como el dirigente que puede traer un cambio “profundo y tranquilo” frente al actual Gobierno. Un nuevo presidente del PP que entronca mucho con el estilo de Mariano Rajoy (con menos humor) y que tiene como plan lograr “la mayor de las mayorías”. Él viene de cuatro mayorías absolutas en Galicia, pero en España ese concepto desapareció en 2015.
Feijóo se ha estrenado con un discurso que ha gustado mucho entre los suyos, pero que él ha elaborado pensando en todos los españoles. Con mucho lugar común y expresiones como que ser español es que te emocione escuchar el himno. Lo que no ha adelantado es si, por ejemplo, apoyará el decreto de medidas urgentes para paliar los efectos económicos de la Guerra. Él se ha puesto como límite el sentido común, el interés general y la Constitución. Si aplica la Carta Magna, se tendría que ver en breve un pacto con el PSOE para renovar el Consejo General del Poder Judicial.
Esta terapia de grupo se ha relajado mucho una vez Pablo Casado decía que va a dejar su escaño. A los barones les estorbaba su presencia, quisieron cortarle la cabeza aquella noche en Génova 13. Una vez despejó el camino, su sombra ya no es tan alargada. Y llegaron los “querido Pablo”, “amigo”... aunque su mentor José María Anzar lo chafó todo por videoconferencia: “Donde quiera que esté…” Pues estaba allí, pero ya a nadie le importa lo que haga.
Isabel Díaz Ayuso se ha pasado dos días muy contenta (aunque desde que apareció Casado ya la cara no era tan espléndida). Pero, ojo, todo muy tranquilo, pero algunos mensajitos dan que pensar de cara a la relación de la madrileña y el gallego. Ella dijo: “Estamos aquí no para ganar un congreso, sino para ganar elecciones”. Y él ha soltado otra frase que cada cual puede interpretar. “Mi compromiso no tiene fecha de caducidad”. El estilo de los se ha demostrado que es muy diferente, pero sí tenían en común algo: echar a Casado.
Aquí ahora el eje territorial que va a mandar es Galicia-Andalucía. Juanma Moreno ha conseguido que su mano derecha, Elías Bendodo, se convierta en el coordinador general del partido (de facto, el número tres). Es un momento muy especial para el sur, que pondrá pronto las urnas. Previsiblemente en junio o en octubre y se convertirá en la primera gran prueba de fuego electoral para Feijóo -con un Vox que está al alza en esta comunidad-.