París bien vale una multa
Es el momento de corregir las leyes de Igualdad y la injusticia que supone poner límite a la representación de las mujeres.
La perversidad del modelo androcéntrico no tiene límites, y la inocencia de muchas de las políticas de igualdad tampoco.
El Ayuntamiento de París ha sido multado con 90.000 euros por tener contratadas a un “exceso de mujeres”, concretamente a once respecto a cinco hombres, lo cual hace que representen el 69% de los cargos. El mismo machismo que durante siglos no ha tenido ninguna consideración y no dejaba que las mujeres ocuparan puestos de responsabilidad y representación, de hecho durante muchos años ni siquiera permitió que fueran a la escuela ni a la universidad, y tampoco que ejercieran los mínimos derechos ciudadanos en democracia a través del voto, ahora se queja de que haya muchas mujeres y no duda en utilizar las leyes que tanto critican y no aplican, como son las leyes de Igualdad que establecen una representación mínima del 40% para cada uno de los sexos, a la hora de multar al consistorio de París.
Porque nos debemos de olvidar, por ejemplo, que el primer Gobierno de Rajoy tenía un “exceso de hombres”, concretamente eran nueve ministros y cinco ministras, que representaban el 35,7% sin contar al Presidente, porque si lo contamos también a él, el porcentaje de mujeres en el Gobierno era del 33,3%. La Ley de Igualdad de 2007, vigente en 2011, exigía un mínimo del 40% que no se aplicó y que tampoco supuso ninguna multa o sanción. Todo lo contrario.
En París no han mirado la valía de esas mujeres “en exceso” ni tampoco si había hombres con su formación para desarrollar esas responsabilidades. De hecho, es imposible que se planteen esas cuestiones cuando ya les parece mal que ocupen un 40%, y ahí se utiliza toda su argumentación para hacer justo lo contrario, y generar la duda sobre la capacidad de las mujeres al decir que están ahí por ser cuota, no por ser válidas para el cargo.
La situación no es nueva, ya lo intentaron, por ejemplo, cuando yo era el delegado del Gobierno para la Violencia de Género en el Ministerio de Igualdad (2008-2011), y la derecha junto a algunos medios de comunicación intentaron hacer política con el hecho objetivo de que en la Delegación había más mujeres que hombres, y que la proporción superaba la referencia del 60/40. Lo que no se pararon a considerar es que no eran nombramientos, sino funcionarias que estaban allí porque habían decidido libremente solicitar esos puestos, cosa que no hicieron los hombres funcionarios que, al parecer, eso de la igualdad les daba igual. Pero todo eso era secundario, lo importante era generar duda e intentar cuestionar la Ley de Igualdad y a quien impulsa ese tipo de políticas, al presentar estas iniciativas como un “ataque contra los hombres”.
Porque fue eso lo que hizo el PP en las elecciones municipales de 2007. Concretamente, en el municipio tinerfeño de Garachico presentó una candidatura al ayuntamiento con el 100% de la lista formada por mujeres, situación que supuso su anulación por la Junta Electoral al incumplir la Ley de Igualdad, y que llevó a la escenificación de su indignación por actuar en contra de las mujeres, cuando en verdad todo fue una trampa para “reírse” de la Igualdad. El mismo partido que tanto las defendía como candidatas, tan sólo cuatro años después presenta un Gobierno con el 33% de mujeres y el silencio del resto de compañeros y compañeras.
Las cuotas no son la igualdad, sino una forma de alcanzarla a través de dos referencias. La primera, situando a las mujeres en los lugares de donde la injusticia de la desigualdad las ha apartado históricamente; y la segunda, desmontando prejuicios y mitos al demostrar con sus acciones, y con lo que significa su presencia desde el punto de vista simbólico, que la construcción machista que las presenta como incapaces es parte de la falacia social y cultural. De manera que, además de realizar su trabajo tan bien como los hombres, sirven de ejemplo para muchas otras mujeres y para la sociedad.
Quizás, en lugar de quejarse de lo preparadas que están las mujeres en Igualdad, deberían preocuparse de por qué los hombres no se forman en esta materia. Porque todavía hoy siguen siendo una minoría, alrededor del 5-10% en las conferencias, cursos, jornadas y congresos sobre Igualdad y contra la violencia de género. Quizás se debería establecer una obligación para que se formarán también en estos temas, y así, al conocer la situación de fondo, no se quejarían tanto ni harían trampas al cuestionar las medidas que promocionan la Igualdad.
Ahora se pagará la multa de París, pero es el momento de corregir las leyes de Igualdad y la injusticia que supone poner límite a la representación de las mujeres, cuando han estado históricamente discriminadas y apartadas de esas responsabilidades en contra de su voluntad y bajo el amparo legal. Los grupos de población históricamente discriminados no deben de tener límites de representación en una democracia mientras no se alcance la igualdad, y las mujeres lo han estado.
Si desde el machismo quieren que la representación de hombres y mujeres sea del 50/50 lo tienen muy fácil, que trabajen e impulsen la Igualdad para que no hagan falta cuotas ni otros instrumentos necesarios para lograrla.