Parejocracia o cómo la sociedad nos aboca a tener pareja
Desde poder cubrir los gastos para lograr emanciparse a las opciones de viajes disponibles, todo va orientado a hacerse de dos en dos.
“Si quieres tener dinero, quédate siempre soltero”, “más vale solo que mal acompañado”, decía el refranero popular. Sin embargo, parece que no siempre acierta.
A pesar de lo que se pudiera pensar, quienes permanecen solteros suelen tener una vida con mayores dificultades económicas, que van desde hacer la compra a alquilar una casa. Todo ello unido a un estigma por el que, aunque parezca superado, las personas solteras o que no quieren tener una relación formal o convencional siguen dando lugar a comentarios, miradas e incluso cierta discriminación. Es lo que muchos llaman parejocracia, un sistema en el que todo se encamina a tener pareja o ser compartido por dos.
Laura, de 29 años, ha tenido que volver con sus padres tras una ruptura sentimental. “Con mi ex compartía gastos porque ni a él ni a mí el trabajo nos permitía pagar un alquiler de 800 euros ni mucho menos hacer frente a los gastos, porque no es solo tener techo, también es comer, pagar la luz, que no está precisamente barata, etc.”, detalla. “Yo además tengo la suerte de vivir en Madrid y que mi familia sea de aquí, pero no todo el mundo puede y tienes que irte a compartir piso como si estuvieras en primero de carrera”, se queja.
Esto no es solo un problema económico; detrás hay una explicación sociológica que es la tendencia a crear unidades familiares y no espacios donde las personas vivan independientemente. “Tenemos que entender el familiarismo que hay en nuestro país, somos un país profundamente familiarista”, explica el catedrático en Sociología de la Universidad de Málaga y especialista en sociología familiar, Luis Ayuso.
El experto recuerda que, aunque se hayan avanzado en ciertos valores como la tolerancia, la igualdad, la sociedad sigue condicionada por perpetuar la estructura familiar tradicional. “Somos el tercer país del mundo en matrimonio homosexual. Sin embargo, lo que se sigue manteniendo es la estructura en nuestro sistema familiar”, señala. “Sigue existiendo ese ambiente, esa atmósfera social donde el tema de estar en pareja es importante”, recalca.
Sin embargo, los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre los habitantes por vivienda dejan entrever que las personas que viven solas han crecido, pero en su mayoría se trata de mayores y no de jóvenes que han decido emanciparse solteros. De hecho, según la evolución histórica los jóvenes entre 20 y 34 años que viven solos han disminuido en más de 130.000 personas. En 2020, esta franja de edad apena supera el 10% de las personas, mientras que el de mayores de 65 representa en torno al 40%.
Esta cifra se prevé que aumente en los próximos años, pero no precisamente por personas jóvenes que se emancipen solteras sino por un envejecimiento de la población. El propio INE estima que para 2035 este grupo de personas supondrá el 28,9% del total. “Somos una sociedad envejecida que ocupan lugares unipersonales compuestos por estas personas mayores”, explica Ayuso.
A pesar de estos datos, el número de solteros en España no deja de crecer y en los últimos 20 años, según datos del INE, ha crecido en más de 1.300.000 personas. De hecho, este estado civil representa aproximadamente el 36%de la población, del cual 52% son hombres y el 48% mujeres, aunque estos datos pueden verse influenciados por tener solo registro de aquellas parejas que formalizan su relación de alguna forma, bien sea por medio de una pareja de hecho como por el matrimonio.
Pero no todo el mundo percibe la soltería de la misma forma. Tal y como recuerda Ayuso, responsable junto a Félix Requena del primer estudio sobre parejas de España, publicado por la Fundación BBVA, las personas que están solteras en su mayoría no es por decisión propia.
“Lo que nos decían los datos es que un 43% no tenía pareja porque no había encontrado la persona, y solo un 22% respondían que no habían tenido la necesidad de tener pareja”, explica. “El sistema y la estructura social en la cual nos insertamos gira alrededor de esa vida en pareja. Hay mucha tolerancia a que tengas una o varias parejas, la orientación sexual, etc. pero está estructurado a que tienes que tener pareja por cómo está construido el sistema familiarista del bienestar”, señala.
Además, Ayuso diferencia en el estudio entre las personas que nunca han tenido pareja (con o sin convivencia), las que están buscando pero han tenido anteriormente y las que no quieren tener pareja.
Este modelo de emancipación es algo peculiar de España —aunque no único—, ya que tal y como señala el sociólogo, en otros países la tendencia de emancipación pasa por otros factores y no por tener un compañero de vida, concretamente por un estado de bienestar muy distinto al que hay hoy en día.
Una cosa que diferencia a los españoles de la pauta europea es que allí es muy habitual compartir piso con amigos, algo que forma parte de los procesos de maduración. “Lo normal es que a los 18 años o incluso antes tú te vayas a vivir con amigos y eso es una fase de emancipación que ayuda mucho”, señala Ayuso, quien apunta a las ayudas públicas y la inversión que hay en otros países para que los jóvenes se independicen.
“Hay ayudas para la emancipación, hay viviendas sociales, vas a un sitio y te apuntas y te dan una habitación... Incentivan este tipo de cuestiones como la vivienda, que en nuestro país apenas hay. No tenemos esa cultura de irnos a vivir con amigos como ocurre en el centro y el norte de Europa, te aboca a vivir con tu pareja, que es lo que se hacía antes: dejabas de vivir con tus padres cuando te emparejabas, ya no digo casarte”, detalla. “Es el modelo tradicional. El familiarismo sigue imperando en nuestro país”, apunta.
Con respecto a las previsiones de futuro, Ayuso no cree que vaya a cambiar precisamente por las políticas que hay en España. “Para que hubiera una tendencia que rompiera este familiarismo habría que alterar el sistema del bienestar, aunque ha avanzado, pero poner dinero público para el bienestar siempre cuesta mucho trabajo”, detalla. “Por ejemplo, que se tenga una política pública efectiva para la emancipación podría ayudar a que se cambiara el escenario. Si no se cambia el escenario es muy arriesgado predecir qué puede ocurrir”, señala.
El sociólogo explica que la pandemia de la covid-19 ha reforzado más aún los lazos familiares, lo que ha hecho que todavía se piense en tener pareja como forma de crear una unidad familiar. Sin embargo, esto puede verse afectado por otros factores demográficos como la esperanza de vida. “Hay que ver cómo afecta a ese proceso de emancipación, que si se vive más tiempo, la gente se emancipa antes o después”, detalla.
Uno de los factores a los que se enfrentan los solteros es la conocida como tasa single, el precio extra que tienen que pagar por irse a vivir solos o por hacer planes en solitario frente a las parejas que los hacen juntos. “Es tremendamente injusto que no tenga opción a vivir sola teniendo trabajo, que mis opciones sean: o padres o familia. Todo está montado para que tengas pareja”, se queja Laura.
Según un informe de la Oficina Nacional de Estadística de Reino Unido, las personas solteras gastan de media un 92% del dinero que ingresan frente a los que viven en pareja, que tienen un gasto de un 83%. Más allá de que sea difícil vivir, la capacidad de ahorro es inexistente. En España, según estimó Ángeles Zabaleta, gerente en consumo de la consultora Nielsen, en un reportaje de Verne, “el gasto en los hogares singles puede aumentar hasta en un 25%”.
Desde el Consejo Juvenil de España recuerdan que, según su último Observatorio sobre emancipación publicado en agosto de 2022, “a nivel individual que quiera alquilar un piso en solitario tiene que destinar el 79% de su salario, muy por encima de la recomendación del 30% del Banco de España”. En este informe se ve que el precio medio del alquiler es de 848 euros y que debería ser de 320 euros para evitar un sobreendeudamiento.
“Para la compra está más o menos igual y, al final, esto lo que ocurre es que la gente joven para emanciparse tiene que compartir piso (con amigos o familiares no de primer grado) que es lo hace el 34% de la juventud emancipada. También es cierto que las mujeres se emancipan más con sus parejas, que se califica como hogar joven”, indican. Esto se debe principalmente a que sus ingresos medios suelen ser en muchos casos menores.
El tener dos salarios para adquirir una vivienda permite que las personas no tengan que sobreendeudarse o que directamente puedan pagar alquiler, gastos y cesta de la compra. “La capacidad adquisitiva de un hogar joven en España el año pasado fue de 24.515,93 euros anuales. Por eso, es más habitual que se emancipen las personas con más gente”, apuntan desde el Consejo. La situación para quienes quieren adquirir una vivienda en propiedad es similar. Según los datos del comparador de hipotecas iAhorro, en 2020 el 64% de las hipotecas que tenían más de un titular y únicamente un 36% se firmaron en solitario.
Además de esto, hay que tener en cuenta los gastos derivados del alquiler o la compra de un piso que, según el Observatorio de emancipación supone unos 123,68 euros mensuales (sin contar cesta de la compra), lo que supondría un 8,1% de los ingresos de un hogar joven —es decir, dos personas—, pero cerca de un 20% de una persona sola.
Además, a la hora de enfrentarse a situaciones como hacer la compra, viajar o simplemente comer fuera, los solteros también ven condicionadas ciertas opciones. “Ir de viaje sola es casi imposible, todas las habitaciones son dobles, o duermes en una cama de matrimonio pagando lo mismo que si fueras una pareja o muchos no ofrecen una habitación individual”, reivindica Laura, quien recuerda que pasa lo mismo con las ofertas o con la alimentación.
“Hay mucha oferta familiar de comida o los típicos 2x1 que están hechos para dos personas, porque si son perecederos al final se te echan a perder. Directamente los platos precocinados o productos similares son para dos personas o para una familia, raciones individuales no hay, si te lo quieres comer tiene que ser entero”, explica. “Después está el aviso este de los restaurantes de ‘parrillada para dos’, ‘paella para dos’ u ‘ofertas románticas’, ¿si no tengo con quién ir no me puedo comer un arroz o cómo?”, señala.
Ser un solterón o una solterona no supone lo mismo que hace 40 años, pero igualmente esta presión a la que se ven sometidos para emparejarse por el sistema, o simplemente para poder independizarse en el caso de los jóvenes genera otro tipo de estigma.
“El soltero o soltera siempre ha tenido una connotación negativa como ‘solterón’ o ‘solterona’ y el que no tenía pareja es porque algo raro tenía y ellas, igual. El concepto se cambia por singles, que es más moderno y neutral y si te pones a pensar, tiene conceptos positivos asociados: es un chico joven, independiente, que puede tener muchas parejas o que vive en un loft. Eso viene por esa tradición”, explica Ayuso.
Laura ha visto cómo al plantearse una vida en solitario ha ido al teatro o al cine sola, ante la sorpresa de las personas de su alrededor. “Incluso mis amigas me dicen ‘¿pero vas tú sola?’, parece que es raro, que el ocio mínimo tiene que ser en pareja o en grupo, más aún si eres una chica, porque a dónde vas tú sola...”, indica.
Esos comentarios y presión social puede hacer mella en la salud mental de los solteros, viendo cómo todo su entorno se obsesiona con emparejarlos. “Hay que entender que tener pareja es una opción más, no la única y que no tenerla, lejos de ser algo malo, negativo o perjudicial, se trata de una opción que nos puede aportar incontables beneficios e increíbles sorpresas”, explica la psicóloga Silvia Congost. “Se trata de un cambio a nivel mental y psicológico, un cambio de enfoque que nos ayude a verlo como algo normal dentro de las múltiples opciones que tenemos a la hora de decidir cómo queremos vivir”, detalla.
Si la persona que está soltera lo está por una ruptura, Congost recomienda la separación de ambos porque “un distanciamiento y una disminución del contacto entre ambos miembros para que se pueda transitar el proceso de duelo y ambos se puedan adaptar a la nueva realidad sin el otro”. “Si siguen viviendo juntos, esto no puede hacer y el camino se hace mucho más arduo y doloroso. Te enteras de lo que hace la otra persona, de con quién va, a qué hora vuelve a casa o incluso a quien se trae a dormir y esto puede ser devastador”, explica.
Además apunta que el mensaje de “tener pareja” para independizarse es muy dañino. “Antes la mujer no trabajaba y era distinto pero hoy no. Tenemos más opciones. Hay ocasiones en las que hay que compartir, eso sí, pero no necesariamente tiene que ser con una pareja si no lo deseamos”, enfatiza. “Creo que lo importante debería ser que nos focalicemos en cómo crear una realidad distinta que nos permita tener los ingresos necesarios como para conseguir vivir de la forma en la que nos gustaría”, explica.
En el mismo sentido, la psicóloga anima a que nadie se sienta menos por no tener pareja y mucho menos por depender de alguien. “Cuando das valor al hecho de alcanzar una realidad concreta y no la consigues, es fácil que esto te lleve a la conclusión de que no eres valioso, no eres capaz o no eres suficiente. Son señales claras de una falta de autoestima”, señala. “Cuanto mejor sea este, cuanto más creas en ti y en tu potencial, más vas a apoyarte, empujarte y llevarte hacia donde quieres llegar. Cuanto más te valores y te admires, mejor te vas a sentir y más vas a brillar”, añade.
Por mucho que en las canciones de música urbana se enfatice que “ser soltera está de moda” o que la soltería es un triunfo, a nivel económico se sale perdiendo, especialmente en España, donde la pregunta ”¿cuándo te vas a echar un novio/a?” sigue siendo la tendencia en cada reunión familiar y donde el bolsillo sufre las consecuencias.