Paco León: La ficción como máscara y el cine como realidad
El cine, en su mentira, es a veces la mejor herramienta para alcanzar la verdad.
Admiro la cultura francesa, todos deberíamos admirarla. Francia ha propiciado que, desde finales de la II Guerra Mundial, el cine haya tenido un lugar preponderante en el ámbito educativo. Proyectos como Collège au cinéma, Lycéens au cinéma, École et cinéma o el postrero Les arts à l’école han propugnado el cine como herramienta pedagógica, y no solo para aprender a ver el mundo a través del cine, sino para descubrir el cine y así aprender a entender el mundo. Parece lo mismo, pero no lo es.
Por fortuna, en España también hacemos bien las cosas. La Filmoteca Española tiene su propia iniciativa, EducaFilmoteca, la cual organiza actividades formativas de divulgación cultural vertebradas por el cine. Estas actividades están destinadas a los jóvenes, porque sabe la Filmoteca que la juventud no es solo un valor potencial (espectadores, cinéfilos y creadores del mañana) sino, sobre todo, es el hoy: El público, la cinefilia y la creación en tiempo presente.
Precisamente he tenido la oportunidad de conocer muy de cerca el proceso de EducaFilmoteca. A través del equipo de mediación cultural Aulafilm, cuyas coordinadoras gestionan las sesiones y promueven el coloquio con los alumnos, he podido participar en la realización de una guía pedagógica para la película Carmina o revienta (2012), escrita y dirigida por Paco León.
Este programa educativo desarrollado por Las Espigadoras (imposible no pensar en mi querida Agnès Varda al oír este nombre) supone un proceso activo de aprehensión de una película por parte de los estudiantes, quienes ven la cinta y disponen de la guía didáctica con anterioridad al coloquio. De esta forma, cuando llegan al encuentro final con los creadores y los invitados, son capaces de discernir, de expresarse y de comprender la propuesta con una profundidad inusitada, llegando a sorprender por su perspicacia y su entendimiento.
En compañía de más de un centenar y medio de alumnos de 4º ESO, Bachillerato y Formación Profesional de centros tan alejados como el IES Santa Cristina de Lena (Asturias), el Colegio San Francisco Javier (Tudela), el IES Severo Ochoa (Sevilla), el CIFP José Luis Garci (Madrid) y la Escuela IDEO (Alcobendas) nos reunimos este jueves las coordinadoras de Las Espigadoras, el director Paco León y yo para hablar de la poderosa Carmina Barrios de Carmina o revienta.
Aunque ya entrevisté a Paco León hace algunos años, la experiencia de EducaFilmoteca ha sido diferente, ya que implicó que todos y cada uno de nosotros abandonáramos saludablemente nuestra zona de confort. Yo no era periodista ni crítica de cine ni tan siquiera profesora universitaria, era una pieza más del engranaje que acerca el cine a los alumnos. La estrategia pedagógica fue lo opuesto a lo que es mi costumbre, yo no podía limitarme a preguntar, ni tampoco Paco León a responder, sino que todo estaba orientado a despertar la proactividad de los alumnos y a desarrollar su pensamiento crítico.
Así nos encontramos cara a cara con más de un centenar de jóvenes ansiosos por descubrir los procesos creativos de León o qué hay de universal en un planteamiento tan personal y familiar como Carmina o revienta. “Pinta tu aldea y pintarás el mundo” citaba el director a León Tolstói, para indicar que no hay nada más global que la historia propia. Y eso que, confesaba León, al principio no tenía claro si estaba rodando “una película muy barata o un vídeo familiar muy caro”.
Con su carisma personal y muchas dosis de profundidad y de cultura ocultas tras su cabellera platina (su camiseta con la palabra “Vanidad” tachada le hace justicia), León se expresó con una entrega loable, explicando cómo emplea la ficción como coartada, como una máscara para acercarse a la realidad. Pero no lo hace de forma solemne ni tampoco impostada, sino aventurándose en la deformación del humor, en el esperpento y en la picaresca propios de la “idiosincrasia ibérica”. Esto le hace distanciarse de sus admirados Ken Loach o Costa Gavras, para dejarse arrastrar por el pulso del Plácido de Berlanga: “Prefiero a esos autores que, con la ligereza de la comedia, se atreven a exponer realidades muy serias”.
Y así llegó a Carmina, su madre, quien le dio la vida y “le regaló una película” con toda la generosidad que le fue posible. Embarcado en una filmación con apenas 30.000 euros, once días de rodaje y dos cámaras Canon 5D, León consiguió abrirse un hueco en el mundo de la realización con una docuficción que emplea tanto los resortes del cine argumental como documental. Todo ello capitaneado por una mujer rupturista y poderosa que no duda en mirar a la cámara y hacernos comprender que “la vida es tan bonita que parece de verdad”.
Tras debatir acerca de la ética, de la estética, del rol protagónico femenino, de sus cuitas familiares, de las escenas más emblemáticas de la película y de los procesos creativos, los alumnos no pudieron sino reconocer que el cine, en su mentira, es a veces la mejor herramienta para alcanzar la verdad. Como menciona Ajo, micropoetisa y buena amiga del director: “Esto supera la ficción, así que debe ser la realidad”.
Imposible decirlo más claro. O tal vez si: Carmina… Y amén.