Pablo Casado viene de Gilead
El pasado sábado Pablo Casado se convertía oficialmente en el nuevo dirigente del Partido Popular. Era de esperar, ¿acaso alguien pensaba que una mujer iba a mandar en el PP? No quiero decir que apoyase la candidatura de Soraya Saénz de Santamaría, pero si alguna persona creía que en un partido tan machista como este una mujer podía ganar la Presidencia es que padece de miopía política.
El Partido Popular es una formación donde las mujeres son tomadas al servicio de los intereses de las políticas de los hombres. Están ahí porque suponen un refuerzo hacia la posición de los hombres que ocupan el poder. Mientras apoyen sus ideas, el PP seguirá teniendo representación femenina y por ende, una prueba de que "las mujeres también están de su parte". Sin embargo, a la hora de la verdad, el techo de cristal es imposible de romper en un grupo donde ni si quiera se reconoce su existencia.
Quizás algún día las mujeres del PP se den cuenta de que están ahí para no salirse del papel que los hombres les han otorgado y formen un partido entre todas ellas. Sería un partido igual de capitalista, LGTBfóbico, rancio y de derechas, cero feminista, pero al menos ningún hombre les diría lo que tienen que hacer y podrían tomar poder real sobre sus decisiones.
Frente a este panorama, no hay más que ver qué mujer del PP ha sido el angelito de la guarda de Casado: Maria Dolores de Cospedal. Fiel y devota, entregada a la causa de su partido, en cuerpo, alma, espíritu y mantilla. Un arquetipo femenino atravesado por ideas de la derecha más antigua, católicas y poco igualitarias, que, en una sociedad como la del 2018, huelen más a polil que a otra cosa.
Este es el ejemplo de mujer que quiere tener Casado a su lado, la creyente a pies juntillas con espíritu de legionaria, capaz de defender las ideas de su partido hasta con una espada si hace falta. Tiene muy claro que las mujeres son una fuerza electoral, y que si tiene que motivar algún modelo que las represente será este.
El discurso de candidatura de Pablo Casado, en lo referente a derechos de las mujeres e igualdad, incluía afirmaciones clave que hicieron saltar las alarmas de todas las feministas del Estado. Entre ellas se cuentan algunas que suponen una declaración de intenciones inmediata: "Somos el partido de la vida y de la familia, sin complejos" o "[el partido] que defiende la vida y la familia, y eso no es de izquierdas ni de derechas, es la base social de cualquier país" .
No es de extrañar que después de esto, HazteOir, asociación ultracatólica, saludase la Presidencia de Casado con gran entusiasmo y transmitiese su enhorabuena. Ven en el nuevo presidente una especie de Mr. Waterford capaz de desempeñar el papel que Gallardón no logró.
Sin embargo, el feminismo, y sobre todo las feministas en España, estamos bien preparadas para hacer frente a su amenaza sobre los derechos de las mujeres. Ya logramos parar una reforma medieval sobre la ley del aborto, ya conseguimos hacer dimitir a un ministro: podemos volver a hacerlo desde la experiencia y la fuerza común.
Tras el 8 de Marzo es inaudito que este señor quiera ponerse contra las mujeres. Todos esos cientos de miles de personas que fueron a huelga hace unos meses están dispuestas a seguir peleando contra ideologías como la suya. Más incluso, viendo la esperanza y poder que nos transmiten las luchas de las mujeres en Argentina, Chile, o México.
Casado decía: "No hay nada más progresista que defender la vida en la Europa del invierno demográfico", más olvida que no queremos que nadie vuelva a legislar sobre nuestros cuerpos, mucho menos que ningún hombre decida sobre nuestra libertad sexual o nuestra maternidad. No somos úteros fértiles en manos de hombres deseosos de repoblar un Estado a costa de nuestros derechos.
Este progresismo del que habla podría ser tal dentro de una idea de país como la república de Gilead, buscando impulsar un discurso de odio hacia las mujeres libres que quieran decidir sobre su sexualidad y reproducción, castrando cualquier posibilidad de elección.
Si lo que quiere es restringir el aborto y obligarnos a tener hijos no deseados con el fin de hacer crecer la población, también coartará la libertad sexual de las mujeres a la hora de vivir y gestionar su maternidad y sus relaciones.
No se equivoque nadie, las mujeres no buscamos preservar el derecho al aborto como un método anticonceptivo, sino como un servicio sanitario que garantice que las mujeres no mueran si por alguna causa no quieren ser madres o no pueden serlo en ese momento.
Garantizar el aborto seguro, libre y gratuito es apostar por la vida: la de las mujeres, que ya son ciudadanas, que ya sienten, viven y sufren demasiadas violencias a diario.
La familia de la que habla Casado se inscribe en una lógica moral y un modelo católico. Y sí, es de derechas. Y sí, religiosamente peligroso. Este concepto de familia apela al modelo heteronormativo que discrimina no sólo a las familias homoparentales, sino también a las monoparentales, entre otras. Y por supuesto, este patrón será inculcado a través de la educación desde los niveles más básicos, haciendo de la Biblia casi una referencia bibliográfica ineludible.
De tres argumentaciones de su discurso se desprende odio, discriminación, imposición, desigualdad y persecución. No sólo va a ignorar nuestro derecho legitimo a decidir sobre nuestro cuerpo, sino que también ignorará nuestra identidad y quiénes somos. Nuestro derecho a ser es por nacimiento, y ningún hombre tiene derecho a prohibir nuestra naturaleza.
Sumirnos de nuevo en tiempos oscuros, cubiertos por una falacia que promete un brillante regreso a los valores tradicionales, no es una opción. Hemos recorrido durante generaciones el camino de lucha por la liberación femenina, no vamos a permitir que vuelva a ser puesta en peligro tras los avances conseguidos.
No vamos a ser sus incubadoras, no seremos sus criadas, ni sus martas, ni sus esposas: seremos y nos mantendremos libres.
Nolite te bastardes carborundorum.