Órdago de Ayuso
“Veo tu moción de censura y subo a convocatoria electoral”, respondió Isabel.
Inés Arrimadas se ha cansado de ser la líder de un partido que, si antes de las elecciones catalanas estaba abocado a la irrelevancia, después del 14 de febrero lo estaba a la desaparición.
Tras las últimas elecciones municipales y regionales, no hemos visto ni un solo sondeo en el que la formación naranja no continuara en descenso. Los errores en política se pagan, el mayor de ellos fue no formar gobierno con el PSOE en abril de 2019.
Hablando de errores, el PP también tiene los suyos. Tras el sorpasso de Vox en Cataluña parece que ha decidido cambiar su socio preferente. Pablo Casado, Teodoro García Egea, José Luis Martínez-Almeida, Isabel Díaz Ayuso y Elías Bendodo no han hecho otra cosa que reconocer el papel de Vox en un intento de acercar posiciones de cara a próximas convocatorias electorales.
Esto no ha debido sentar demasiado bien en la formación naranja, hasta hoy socio real en los diferentes Gobiernos locales y autonómicos. No solo por el ninguneo, sino por las consecuencias internas y externas que eso supone.
La cuestión es que Arrimadas ha decidido dar un giro de timón desesperado para recuperar relevancia, foco y protagonismo y, siendo válida cualquier excusa, ha presentado una moción de censura en Murcia junto al PSOE. La presidenta de la formación naranja daba sentido a las palabras de la consejera andaluza de igualdad en las que, solo 24 horas antes, afirmaba que Ciudadanos es un partido que puede pactar tanto con PP como con PSOE.
Ciudadanos se quiere salir de la foto de Colón y pelear por el espacio de centro, recuperar un espacio de visibilidad propio a modo de escaparate —recordemos que a día de hoy su único alcalde visible es el de Granada, el cual le hace un flaco favor a la marca—, poder institucional y aumentar los recursos humanos y económicos que una presidencia autonómica aporta.
Pero este golpe de efecto no les ha salido gratis, ya que supone una amenaza en todos los pactos de gobierno entre PP y Cs. A esto tenemos que sumar a un Vox que no ha perdido la oportunidad de pedir la convocatoria electoral en Madrid, Andalucía y Castilla León para “frenar el asalto de la izquierda a las instituciones”. Recordemos que el partido de Santiago Abascal lleva el viento de cola y considera la posibilidad de que, tras unos nuevos comicios, estar en los Gobiernos autonómicos en los que ni si quiera creen.
Tras este escenario, Ayuso, que tiene el don de ir siempre de mano, se desmarca de Cs —cosa que le apetecía desde hace mucho tiempo— y convoca elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid cambiando el paso al PSOE madrileño. Amenazas a ella, ninguna.
A tenor de sus declaraciones en las que conceptos como el adoctrinamiento, la libertad y el bien de España, Ayuso no solo deja ver quiénes serán sus próximos socios de gobierno, sino que le roba todo el protagonismo a un Casado que recibe dos golpes en el mismo día.
Todo este escenario deja más herido si cabe al tándem que dirige el PP desde la calle Génova —o donde sea—. Casado y Egea están descolocados. No han sido capaces de frenar la crisis murciana. Además, la reacción de Ayuso parece más una cosecha propia que una estrategia dirigida por los popes que llevan meses conduciendo a la formación conservadora por un relato contradictorio, incoherente y errático.
Recordemos que Casado quiso sentarse a la derecha de Vox; después, rompió con los de Abascal en una histórica intervención parlamentaria en la que se intuía un viraje al centro político; para acabar posicionándose en contra de que España recibiese los fondos europeos de recuperación en otra intervención que no casa con esa visión patriótica que caracteriza a la derecha patria.
El PP, en estos momentos, es el árbol caído del que todos pretenden hacer leña. En la periferia, Alberto Núñez Feijóo y Juanma Moreno velan armas esperando una oportunidad que, a lo mejor, les llega mucho antes de lo esperado. Habrá que ver la capacidad de resistencia de Casado y de Teodoro en estos instantes.
Esta crisis política explota en medio de una pandemia, en la que ambos partidos han repetido en innumerables ocasiones que lo único que importa en este momento es salvar vidas. Claro que salvar vidas cada uno lo entiende a su manera.