'Operación Mascarilla'
Una empresa del grupo industrial guipuzcoano Mondragón podía fabricar en su filial china cuatro máquinas para la producción de mascarillas.
Construir en un plazo récord cuatro máquinas capaces de elaborar 14 millones de mascarillas al mes y traerlas desde China en un avión militar, ese era el objetivo marcado.
El Gobierno necesitaba proveer a la ciudadanía de mascarillas, y eso resultaba imposible en una situación marcada por su escasez y por las dificultades de aprovisionamiento.
De pronto a alguien se le encendió una luz y dio con la solución.
Una empresa del grupo industrial guipuzcoano Mondragón podía fabricar en su filial china cuatro máquinas para la producción de mascarillas, un avión militar se trasladaría a Sanghái para cargar las máquinas y tres de ellas irían a la empresa guipuzcoana Bexen Medical y la cuarta a la farmacia militar de Burgos para fabricar 14 millones de mascarillas al mes.
Y así se hizo. Los plazos para una producción industrial de ese calibre eran muy cortos, pero Mondragon Assembly consiguió realizarlo.
La ministra de Industria, Reyes Maroto, agradecía “el enorme esfuerzo realizado por la Corporación Mondragón, cuyos empleados llevan trabajando 24 horas al día durante un mes para fabricar este equipamiento” que va a permitir producir las codiciadas mascarillas quirúrgicas.
Efectivamente, una empresa del Grupo Mondragón, Mondragon Assembly, se ha convertido en la clave para fabricar 14 millones de mascarillas quirúrgicas al mes.
En concreto ha sido la filial china de esa empresa localizada en Kunshan, cerca de Sanghái, la que ha fabricado cuatro máquinas de producción de mascarillas en tiempo récord para otra empresa guipuzcoana del Grupo Mondragón, Bexen Medical, que cuenta con sala blanca para su producción.
Tres de estas máquinas las utilizará Bexen Medical y la cuarta la entregará Mondragon Assembly a la farmacia del Ejército en Burgos, donde se producirán el resto de mascarillas.
Iñigo Vélez de Mendizabal, director de la unidad de automatización de Mondragon Assembly asegura que el mayor problema ha sido el de los plazos. Nunca habían trabajado con semejante presión de tiempo. Pero las circunstancias de la pandemia y su especial incidencia en España obligaron a acortar plazos de producción.
A mediados de marzo pasado, Carlos Arsuaga, director general de Bexen Medical, y Luis Mari Imaz, director general de Mondragon Assembly, recibían la llamada de la directora de la Agencia Española del Medicamento con una propuesta muy clara: producir en el menor tiempo posible la mayor cantidad de mascarillas quirúrgicas posibles.
Se pretendía así no depender de terceros países, del inestable comercio internacional de mascarillas y de los aprovechados de turno que mercadean con productos de ínfima calidad a precios astronómicos.
Lo que son las cosas, el 4 de junio del año pasado, la ministra de Industria, Reyes Maroto, ponía la primera piedra de una nueva fábrica de Mondragon Assembly en la ciudad china de Kunshan.
Con ese motivo la ministra declaraba que “para España y para el País Vasco, Corporación Mondragón es donde hay que mirarse. El mundo cambia y hay que adaptarse, y el grupo es un ejemplo de cómo trasladar el éxito a un mercado como el chino, seguir creciendo y seguir siendo empresa responsable, que hace las cosas bien”.
En esa ocasión, tanto la ministra como el embajador de España Rafael Dezcallar, como todos los invitados, aparecían ataviados con guantes blancos durante la ceremonia de colocación de la primera piedra, ahora nos parece una premonición de lo que luego iba a venir.
Los hechos se aceleraron al principio de este año y, finalmente, la fábrica china de Mondragon Assembly ha sido clave para producir esos 14 millones de mascarillas al mes que servirán para aliviar la tremenda escasez de un material que será de uso común en los próximos tiempos.