Nueve razones que justifican el éxito de esta versión de 'Hamlet' (incluso entre los menos amantes del teatro clásico)
La reinterpretración de Alfonso Zurro de la obra de Shakespeare ha conseguido 21 premios.
"Ser o no ser, esa es la cuestión". El eterno debate de Hamlet, de William Shakespeare, llega (una vez más) a los escenarios, aunque esta vez no lo hace de cualquier manera. La versión de Alfonso Zurro, que ya ha recibido 21 premios, da una vuelta a la obra que está en cartel hasta este domingo 26 de agosto en el teatro Fígaro de Madrid.
La adaptación ha logrado conquistar a los espectadores más reacios al teatro clásico incluso antes de levantar el telón. Con las luces del patio de butacas aún encendidas, el escenario, todavía vacío, no da ninguna pista de que sobre él se vaya a interpretar Hamlet. Al principio, los asistentes solo ven ocho espejos en escena y una silla torcida sobre un montón de tela. Una imagen más propia de una obra vanguardista.
El HuffPost asistió a una de las funciones de Hamlet de la compañía Teatro Clásico de Sevilla. Una vez empieza la obra, es imposible no disfrutarla. El título de Shakespeare forma parte de la historia del teatro clásico, pero es capaz de atraer a los menos interesados por el género. Estas nueve razones justifican su éxito:
1. Escenografía completamente nueva y visual
En esta versión de Hamlet no se ven grandes tronos ni emblemáticas estancias propias de la realeza. Ocho espejos y suelos gaseosos y cambiantes que van marcando los tiempos de la obra son suficientes para renovar una historia muy manida.
2. Un protagonista con mucha personalidad
No es un Hamlet cualquiera. Pablo Gómez-Pando consigue construir un Hamlet diferente, especial, natural y espontáneo. Incluso llega a parecer que está hablando con el público a lo largo de la obra. Gracias a ello, es mucho más fácil empaparse de la trama y sentir la angustia que el mismo Hamlet siente y que el actor lleva impresa en sus gestos y en sus tics nerviosos. Tanto, que salimos con la duda de si serán reales.
3. Una historia atemporal
Da igual que Shakespeare escribiera el relato del príncipe de Dinamarca en algún momento del siglo XVI. Alfonso Zurro se lleva la tragedia a su terreno, fiel al texto y con un tema universal —el de la locura—, pero con un toque actual y de autor en la escena. Incluso hay alguna reflexión del joven sobre política y corrupción en la que parece referirse a 2018.
4. Una escena cargada de verdad y muy humana
Todo es creíble. Por lejos que nos quede el drama de Hamlet. La escena está llena de emociones: el sufrimiento, la locura, el llanto, la ira, el amor entre Hamlet y Ofelia... Incluso la ingenuidad de Gertrudis, cegada por la ilusión de su segundo matrimonio.
5. Un ambiente inquietante
Posiblemente se trate de los ambientes más difíciles de recrear en teatro, pero esta versión de Hamlet lo consigue. Vemos cómo el príncipe de Dinamarca habla con el espíritu de su padre y sentimos el agobio y la angustia del joven gracias, una vez más, a la escenografía, acompañándolo mientras se abre paso bajo ese suelo gaseoso, luchando por sacar la cabeza de la tela y respirar. Al tiempo, está cargada de vitalidad en medio de un ambiente fúnebre. El papel de los silencios es fundamental para ello.
6. El espectador también participa
Si Hamlet está cuerdo o ha perdido el juicio es una decisión del espectador. A pesar de dejar esa elección en el público, la obra no es confusa en ningún momento. Todo un logro. El clima psicológico está garantizado.
7. Momentos de humor
Parecía imposible en medio de semejante tragedia, pero Manuel Monteagudo asume el reto (un actor que sonará mucho a los fans de Cuéntame cómo pasó, donde interpretó a Pascual, el cura que trabaja con Inés en la temporada 13): introduce el humor en el drama, pero sin que chirríe. Y además, lo hace por partida doble, con dos personajes: Polonio (el padre de Ofelia) y el sepulturero.
8. Más de dos horas de obra que saben a menos
A medida que avanza la trama, la obra va cogiendo ritmo, y el espectador se encuentra metido de lleno en la historia. Más de dos horas que no se hacen largas.
9. Unos actores espectaculares
Nunca un público (de todas las edades) aplaudió tanto. Aplauso eterno y merecido. Los actores tuvieron que salir varias veces a escena a saludar el día que asistió El HuffPost. 21 galardones —entre ellos el premio Max 2017, el premio del Público del Festival Olmedo Clásico 2017 y tres premios ADE 2016— avalan su buen trabajo, el de Pablo Gómez- Pando, Juan Motilla, Amparo Marín, Manuel Monteagudo, Rebeca Torres, Antonio Campos, José Luis Verguizas, José Luis Bustillo, Manuel Rodríguez y, por su puesto, el de Alfonso Zurro y el resto de trabajadores de iluminación, vestuario o maquillaje... Una vez más y gracias ellos, la eterna cuestión vuelve a plantearse en un teatro.