No decides nada

No decides nada

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Casi 100% de los ciudadanos de Austria, Hungría, Portugal, Francia y Polonia son donantes de órganos. El dato nos traslada sistemáticamente a sociedades avanzadas, modernas y civilizadas con una conciencia ética impecable. Y probablemente lo sean, pero no necesariamente por ese dato. Menos del 10% de los alemanes o los daneses son donantes de órganos, y esos países no responden precisamente al perfil de países insensibles y retrógrados -historia aparte-.

La clave no es la educación o la ausencia de empatía, sino algo tan sencillo y tan poco inocente como la formulación de la pregunta. Los futuros conductores deben responder en un cuestionario si quieren o no ser donantes en caso de que sufran un accidente. Los resultados, según cómo se formule la consulta, son radicalmente opuestos. En determinados países es necesario que marcar la casilla si se decide ser donante de órganos y, en otros países, es necesario marcar el cuadrado si se rechaza esa opción. Ocurre que nadie quiere pensar, y por lo tanto no hace nada, así que no marca el recuadro y la formulación de la pregunta determina si una sociedad es donante o no donante.

Desde el punto de vista de la publicidad es sencillo sacar conclusiones

Es decir, el que formula los cuestionarios (en este caso el Gobierno) decide por ti porque tú has "decidido" que no quieres decidir. La principal conclusión que sacamos de este experimento es que la gente no piensa, es vaga y está dispuesta a renunciar a cuestiones tan determinantes como qué ocurrirá con su cuerpo cuando ya no esté. Sucede con newsletters y demás envíos spam, pero recibir un mail indeseable no es comparable a donar un brazo si crees que vas a llegar mutilado al Paraíso. Sucede también con el Brexit, la consulta catalana o el chalet de Pablo Iglesias.

Desde el punto de vista de la publicidad es sencillo sacar conclusiones. La primera nos facilita el trabajo: si las personas no quieren pensar, desarrollemos conceptos tan sencillos y básicos que no obliguen a reflexionar, pero sí a consumir. Y en ese territorio seremos invencibles. Pero, desde el punto de vista ético, elijo una sociedad más exigente. Decidamos ser libres o no, pero seamos conscientes, de verdad, todas las opciones.

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